LECCIÓN DE CRISTO 10_5_2012
MARCOS
Capítulos 11,12,13,14,15 y 16. Jesús entra a
nueva realidad en estos capítulos, con su entrada Jerusalén. Va a hacer todo lo
contrario de lo que ha hecho hasta ahora, cuando todos van detrás de Él
mirándolo, sin mayores problemas. Ahora todo va a chocar directamente con su
palabra. Del capítulo 11 al 16, Jesús muestra por qué fracasa el discipulado.
El templo se va a destruir. Les haré, dice Jesús, un nuevo templo. Y les dice
más: yo soy el nuevo templo. Y aún más: Él es la presencia de Dios, si lo
rechazan, están rechazando la presencia de Dios.
Es muy duro
con Israel. Ya no volverá como
pueblo a dar fruto, y pone el ejemplo de la higuera estéril, que no da fruto
precisamente, (Marcos 11,20-26). Si uno ora, debe perdonar para dar fruto. Si
no lo hacemos somos como la higuera estéril. Debemos tener fe en Dios si
queremos obrar, si queremos hacer. Por eso mi ministerio, tiene el signo
bautismal de Juan el Bautista, si no creen en Él, tampoco creerán en Juan, en quien ellos si creían. Los
Discípulos quedan callados. Le han preguntado a Jesús por qué dice lo que dice,
y Él les responde recordándoles a Juan, porque si creen en Juan, tienen que
creer en Él.
Jesús no pelea con la
realidad social que viven los judíos. Su interés es el compromiso con Dios que
ellos tienen que cambiar. Y para ello Jesús les pone varios ejemplos. Con la
expulsión de los vendedores del templo, la parábola de los viñadores homicidas,
el tributo que se da al César, entre otros ejemplos, les hace ver la realidad
social en que ellos viven, sin tomar conciencia de ella.
Ellos no piensan en su
propia realidad, ni tampoco tienen una identidad frente a la muerte, para construir la vida cristiana, que
exige ser persona de Dios, y así poder trascender a Él cuando termine la vida
material. Quieren entonces un Mesías como David, y Jesús les hace ver que el
que viene ahora es el Mesías verdadero, con un discurso escatológico que se
refiere a la escatología presente y no a la futura. Esta última no la podemos
estudiar porque el futuro no existe. La escatología presente se funda en la fe.
Depende ella de lo que creamos ahora. Dios les mostrará la verdadera escatología
si creemos en Dios. Tiene sentido creer en ella entonces, porque no se acaba.
Jesús les dice que en cambio la realidades humanas sí se van a acabar, lo único
seguro que tenemos es la muerte. Lo único que permanece entonces es el amor a
Dios. Es lo que trasciende luego de la muerte.
Frente a un Dios que les
habla de la eternidad, los judíos no lo entienden, y hablan de cosas terrenales
que son pasajeras. Por eso los discípulos fracasan. Ellos siguen a Jesús porque
están sorprendidos con su palabra,
intrigados. Pero eso no les alcanza para entender el misterio de la Misión de
Cristo. Cuando ellos oyen que Jesús les dice: El reino de Dios está cerca,
ellos quedan deslumbrados, simplemente. Pero no van más allá.
Jesús les muestra por eso
que la vida de ellos es un fracaso, porque sólo siguen circunstancias
inmediatas, materiales, pasajeras, sin profundidad. Y esto, cuando Jesús llega
a la Cruz, se demuestra en forma palpable, porque los discípulos lo abandonan
totalmente.
En los libros proféticos,
Zacarías (9,9), dice: Viene tu Rey montado en un asno.. Este es el signo profético
de Jesús, es el Mesías, el Rey, es nuevo y diferente al Mesías judío. Es un
Mesías que no viene a pelear, sino a mostrar la realidad de Dios.
Jesús entra a Jerusalén y
es recibido montado en su asno, como rey. La gente ve un mesianismo silencioso
que viene a mostrar una nueva vida, que ellos no ven. Aprendamos pues a
descubrir esa nueva vida. A Jesús no le interesa el triunfalismo de un rey que
los judíos ven en el David de su tiempo, sino que se trata de algo nuevo que
los humanos no vimos en un Dios que es amor, solamente, sin los defectos de la
vida humana corriente. Es una nueva vida, fundada en el Dios verdadero,
perfecto, divino, sin mancha, que ama a los seres que Él creó, libres. Estos
seres pueden verlo cuando hay la voluntad de hacerlo de verdad. O pueden ser
ateos, si quieren condenarse. Dios nos da la posibilidad de escoger. El libre
albedrío consiste en eso: tenemos la posibilidad de ser de Dios o no serlo.
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