sábado, 5 de febrero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 98


LA MATRIZ HUMANA

Estábamos muy lejos de imaginar que el estudio de la violencia nos llevara a buscar su origen en la familia, que se constituye con el matrimonio natural. La familia entendida como una matriz que forma vidas, por la unión de un hombre y una mujer, lo que da lugar a la formación en valores, características psíquicas y físicas, y los consabidos genes, el ADN, en fin, esos intrincados conocimientos en los que nos perderíamos en miles, millones de razones y verdades, cuando sólo se trata de la familia como matriz de la vida humana. Así de simple.
Tuve una experiencia personal que me hizo pensar en algo difícil de definir: la matriz humana, o la matriz divina, que da origen a la vida. Lo único real era haber tenido la experiencia que da esta capacidad de sentir lo extraño que se siente uno, cuando luego de unos años, se regresa a donde vivieron nuestros padres, en el día y la hora, que señalan el momento en que se terminó el hogar que ellos formaron. Uno ve y siente, que ese lugar que fue el hábitat de la pareja paterna o materna, tuvo un cambio sustancial por la ausencia de ellos, no sólo en el ambiente físico, sino inclusive en el ámbito natural. Es claro que sentí que las flores y los árboles de la casa donde vivían, también habían cambiado. Ya nada, para resumir, era lo mismo. Faltaba algo. No estaba la matriz que ellos formaron. Y por eso concluimos en que se había desaparecido la matriz, que se forma cuando un hombre y una mujer, se encarnan uno con el otro, nace una familia, y esto genera una matriz energética que deja en el ambiente el rasgo peculiar de ella, distinguida por los apellidos en la oralidad material, y por la energía que se transmite al ambiente, por el espíritu del ser humano.
En muchos sentidos, nuestra experiencia de la Matriz puede compararse con el programa que hace funcionar una computadora y la matriz divina que crea la conciencia de la vida. En ambos casos, las instrucciones deben usar un lenguaje que el sistema comprenda. Para la computadora, hay un código numérico de ceros y unos. Para la conciencia de la vida, se requiere un tipo distinto de lenguaje; uno que no usa números, alfabetos, ni siquiera palabras. Puesto que ya somos parte de la Matriz Divina, aquella que nace del Espíritu Creador, y que tiene todo el sentido que debemos tener para comunicarnos con ella, sin necesidad de un manual de instrucciones o de un entrenamiento especial. Y así lo hacemos.  El lenguaje de la conciencia parece ser la experiencia universal de las emociones. Ya sabemos cómo amar, odiar, temer y perdonar, y orar claro. Al reconocer que estos sentimientos son en verdad las instrucciones que programa la Matriz Divina, podemos agudizar nuestras habilidades para comprender mejor cómo atraer alegría, sanación y paz en nuestras vidas.
La intención es convertir la matriz en una herramienta útil para que podamos aplicarla en los misterios de nuestra vida diaria, especial en los aspectos negativos. Hay lugares en donde los resultados radicales e inesperados de los experimentos que debemos realizar para vivir bien, está en no quedarnos estancados en demasiados detalles técnicos de los experimentos mismos. Para que logremos comprender el poder de realizar sanaciones, de paz, alegría, por ejemplo, así como en sobrevivir nuestro tiempo adverso, donde es importante enfatizar en los resultados, que nos están diciendo acerca de nosotros, algo que muchas veces olvidamos o no somos capaces de aprender para corregir nuestros comportamientos negativos, formados a causa de una matriz insana, que no nos dio los suficientes valores para no llegar a la violencia.
Para muchas personas, por ejemplo, los grandes avances en el mundo de la física cuántica apenas son un poco más que hechos interesantes, temas para discutir en conferencias, talleres o tomando un café con un amigo. Y casi nadie sabe que lo conveniente es regresar a nuestra matriz primigenia, a ver como reconstruimos nuestra matriz divina, que nació con nosotros, y la matriz humana que nos dio nuestro propio hogar.



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