NOYUD
El libro de “Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada”, causó un gran impacto, pero no lo suficiente para producir un cambio en la mentalidad del mundo sobre los derechos de la mujer. Noyud nos muestra el predominio del hombre sobre la mujer, no por ser mejor ser humano, sino por ser más fuerte, y en nuestro caso, por ser más violento y pegar más duro. Lo que frente a la razón aparece como ridículo. Junto a esa brutalidad hombruna, la explicación lógica es que anda con el ego hinchado. Y lo digo porque lo sé. Soy hombre y lo confirmo por experiencia personal y de vida, porque soy octogenario.
Fue escrito el libro con la colaboración de Delphine Minoui, y en Colombia ya va en la quinta edición en el 2010. Noyud Alí es del Yemen. La República de Yemen (o también del Yemen) es un país de Oriente Próximo, situado en el Mashreq o noreste de África, al sur de la península de Arabia, rodeado por el mar Arábigo, el golfo de Adén y el mar Rojo. Comparte fronteras con Omán y Arabia Saudita. Su capital es Saná.
Yemen del Norte alcanzó la independencia del Imperio Otomano en 1918. Los británicos, que habían declarado un protectorado en el sur del país alrededor del puerto de Aden, se retiraron en 1967. Así se formó la República Democrática de Yemen o Yemen del Sur. El éxodo masivo de cientos de miles de yemeníes del sur al norte contribuyó a mantener varias décadas de hostilidades entre ambos países. Los dos países se unificaron formalmente como la República de Yemen en 1990. Un movimiento secesionista en el sur fue rápidamente disipado en 1994. En el 2000, Yemen y Arabia Saudí acordaron la delimitación definitiva de sus fronteras.
Bueno cabría preguntarles a los británicos por qué no le dieron a Yemen un estímulo para cambiar tantas costumbres absurdas con relación a la mujer. Todo esto hay que tenerlo presente, porque en el Oriente Próximo, los países no han tenido influencia de la civilización fundada en el hombre libre con instituciones democráticas. La influencia europea es nula totalmente. Obedece a lo que Descartes definió con estas palabras: Pienso luego existo. Y agregaríamos a esto, y que los demás se jodan. Y así ha pasado. Lo vemos claramente con Noyud. Y en todo lo que están viviendo estos países del Oriente Próximo.
El fracaso del matrimonio de Noyud, tiene varias causas protuberantes: Ella no tenía registro civil, ni fecha de nacimiento. Ella se supone que tiene 10 años, pero pueden ser nueve. ¿Quién lo sabe? ¿Lo sabrá Julio? Ella no había alcanzado la pubertad; no fue su voluntad la causante del fracaso, fue la voluntad de su padre. La diferencia de edad: ella de 10 y su marido de 30 años, impide un conocimiento necesario en las relaciones de pareja, por eso los psicólogos hablan de la psicología evolutiva del ser humano, de acuerdo a la edad que tenga. Por eso pasamos de niño a adolescente, y de adolescente a adulto.
Negarle a ese ser humano su opinión respecto a su unión marital con otro ser humano, va contra el respeto a la libertad individual y al libre arbitrio. El padre de Noyud tomó su decisión de casarla seguramente por la dote que recibiría por ella, y esto es poner un bien material, por encima del bien espiritual que significa emprender una nueva vida, fundada en el interés del padre, dejando de lado el de su propia hija.
La vida humana es sagrada, y pertenece a la persona y no a la familia, porque es un bien único, que tiene una misión propia, y que sólo la puede vivir la persona misma, anclada a su propia alma, que tiene su propio destino, sus propios dones, y está llamada a cumplir su misión por voluntad nacida en su mismo corazón. Y así seguiríamos ahondando una situación que el hombre ha construido, muy por encima de la ley de Dios.
La evolución del hombre tanto como el de la mujer en nuestro tiempo, pasó de seres súbditos de la monarquía, a seres humanos libres en la democracia. Esta libertad está basada en derechos y obligaciones. Estas últimas generan nuestros derechos. Y se ha llegado a ver la vida como un bien sagrado, único, desarrollado por un ser único, con una sola voluntad y un solo corazón. Trabaja y produce, y esto genera sus derechos. Pero Noyud, vive en un país, donde la religión tiene normas fanáticas, que no miran a la persona como tal, sino a un dios que tiene los mismos principio de la monarquía, cuando es quién genera los principios de la conducta social. El hombre libre, en cambio, genera sus principios basado en el bien propio y el de los demás, y no tiene para esto cortapisas religiosas, como las tuvo Noyud. Un ejemplo tiránico en nuestro medio sería exigir a las casadas que se tapen la cara con un velo. ¿Y se lo destapen como hizo Noyud al divorciarse? Sabiendo que es en el interior de la persona que debe estar ese velo, por propia determinación, y por el amor y el respeto que debe a su hogar, a sus hijos, a su familia, a su religión, a su país, a la sociedad en general.
Esta gran cantidad de divorcios que tenemos en Occidente, rompen con la matriz del hogar, que se forma con la encarnación de un hombre con una mujer, sin homosexualismo. El sexo se volvió como el trago, el clorhidrato de cocaína, el cigarrillo, la marihuana, el opio, el basuco, etc. Supuestamente es lo máximo para sentir el placer de vivir, cuando el resultado son 40 o 50 enfermedades del sexo, y la desaparición de las neuronas cerebrales en el adicto, en perjuicio propio, de la familia y de la sociedad .
En eso el Yemen nos puede dar ejemplo. Lo que ocurre es que no lo hace desde el interior del hombre, donde está Jesús, el amor puro, la compasión, la misericordia, el Espíritu creador. Sino el espíritu Musulmán, que hace que la persona se base en un credo religioso externo. La palabra árabe muslim, significa 'que se somete', e implica la completa sumisión a la voluntad de un dios, musulmán que se esfuerza por rendir a las órdenes de dios cada paso del camino, sin hacer distinción entre la vida diaria, la religión y la política.
Entonces resulta que en los imanatos rige la teocracia manejada por hombres que tienen hinchado el ego y que pueden matar a sus coterráneos, como en el caso de Gadafi. Y que por su religión se creen dioses.
Creo que ese fue el error de los británicos. Les han debido decir a los coterráneos de Noyud, que todos los hombres somos iguales antes de retirarse en 1967, hace escasamente 44 años. Que nuestros derechos nacen en la medida que respetemos a los demás, los amemos, sintamos compasión por ellos, es más, estemos siempre al servicio de ellos. Que la religión está separada de las ramas del poder público, pues los humanos que las representan, por su libre arbitrio, pueden tener fallas, porque son humanos y no dioses como Gadafi. Y que por eso existe el derecho a elegirlos democráticamente, de acuerdo a como hayan desarrollado su misión pública, porque el Estado lo rige la voluntad popular, y no Gadafi.
Finalmente, tengo a Noyud en el corazón. Su ejemplo cunde. Su rebelión nos despierta una admiración para imitar, cada vez que nos hablen de violencia intrafamiliar, o nos encontremos como en Colombia, a niños pidiendo limosna en las calles, o abandonados en un talego. En nuestra democracia, Jesús es la guía. Está inmerso en nosotros, somos sus instrumentos, y actuamos como instrumentos de su Espíritu Creador, por la paz de los egos hinchados y de las niñas maltratadas. Somos microbios que volamos alrededor del sol. Somos pasajeros de un avión que llamamos tierra… bueno, a ver si aterrizamos en el corazón de un hombre que matamos y sin embargo resucitó.
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