sábado, 28 de mayo de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 26_5_2011


Epístola de los Romanos

Romanos, capítulo 1, 1-15: Saludo. Pablo está en Roma, y esto ya es muy difícil para él, porque se encuentra en un medio ya constituido, formado, existente, al cual tiene que empezar por decirle quién es él, para que lo acepten. Por eso la carta comienza: “Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el evangelio de Dios”. Y sustenta esto haciendo referencia al Antiguo Testamento, para lo cual en el versículo 5, luego de que informa que Jesús fue el prometido por medio de los profetas, esto le da el derecho de representarlo, diciendo: “Por él hemos recibido la gracia del apostolado”. Al final hace recomendaciones y saludos, a una serie de personajes que han estado vinculados o conocidos por la comunidad romana, y entre ellos habla de Timoteo, Lucio, Jasón y Sosípatro, sus parientes, en el capítulo 16,21-23, y habla de Tercio que ha escrito esta carta a los romanos, haciéndonos ver todas la conexiones que tiene con la gente de la comunidad romana.
En el Capítulo 15, 14-33 (ver), Pablo expone su ministerio, dirigido especial a los gentiles: “Por eso te bendeciré entre los gentiles y ensalzaré tu nombre.” Y agrega: “Gentiles, regocijaos juntamente con su pueblo”, y “Alabad, naciones todas, al Señor…” Y les advierte: “Los que ningún anuncio recibieron de él, le verán, y los que nada oyeron, comprenderán.”
Y para Pablo cualquiera puede llegar a ser santo, porque la santidad es solamente un atributo de Dios, por eso para Pablo todos los gentiles y todos los paganos, pueden llegar a ese estado, siempre y cuando, amen a Jesús, que es Dios. Dios nos santifica, porque Él nos ama, siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a amarlo.
Lo más profundo de Pablo es convencer a una comunidad que Jesús es Dios. Y lo hace con riesgo de su vida, en un medio hostil. Pero no tiene miedo de hacerlo, porque está convencido de su misión y sabe que con el ejemplo puede formar seguidores, y que vale más hacerlo que permanecer en silencio, por el miedo a la guardia pretoriana romana.
Por eso sin ningún reato afirma: “Por él hemos recibido la gracia del apostolado, para obtener la obediencia de la fe entre los cuales os contáis también vosotros, llamados de Jesucristo. A todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación, a vosotros gracia y paz.
Finalmente, hay que considerar que el paso de Pablo por Filipos, en Grecia, cuando hablamos de la carta a los Filipenses, no tiene la misma gracia que hacerlo en Roma donde le costó la vida. Veamos un biografía breve de Pablo:
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Nació entre el año 5 y el año 10 D.c., en Tarso, en la región de Cilicia, en la costa sur del Asia Menor (la actual Turquía). La ciudad de Tarso le concedió la ciudadanía romana por nacimiento (Hechos 22:22-29). Por lo que Pablo era ciudadano romano pese a ser hijo de judíos. Hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín, en su adolescencia es enviado a Jerusalén, donde estudió con el famoso rabino Gamaliel (Hch 22, 3). Tuvo una educación mucho mayor que los humildes pescadores que fueron los primeros apóstoles de Cristo. Pablo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los fariseos. De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de San Esteban, el primer mártir (denominado protomártir) de la iglesia de aquel entonces, quien fue víctima de lapidación no como consecuencia de la barbarie de la multitud, sino como cumplimiento de una ejecución judicial, pues Saulo contaba con la venia de Roma. En el año 36, camino a Damasco, tuvo una visión y se convirtió al cristianismo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles y las epístolas paulinas fue gracias a una aparición de Cristo camino de la ciudad de Damasco, después de la cual pide ser bautizado.
Comenzó su actividad de evangelización cristiana en Damasco y Arabia. Es perseguido por los judíos y huye a Jerusalén, donde es visto por Bernabé quien lo lleva con Pedro y con Santiago en el año 36. Huye de Jerusalén, escapando de los judíos de habla griega. Se lo llevan a Cesárea y es enviado a refugiarse en Tarso. Bernabé acude a Tarso y se va con Pablo a Antioquía, donde pasaron un año evangelizando. Antioquía se convierte en el centro de los cristianos convertidos desde el paganismo. Aquí surge por primera vez la denominación de cristianos para los discípulos de Jesús.
La conversión: Ocurrió en el camino a Damasco, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús. Y le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. En sus epístolas no da detalles sobre este hecho, pero sí afirma que perseguía a los cristianos y que se le apareció Jesús.
Decapitación de San Pablo. Pablo tuvo un testimonio que lo marcó para el resto de sus días, literalmente se pasó al enemigo para ser el principal difusor del cristianismo arriesgando su vida, sufriendo encarcelamientos y, finalmente, morir decapitado en Roma. Pablo fue fiel hasta la muerte al testimonio que lo convirtió en uno de los apóstoles más efectivos de Jesucristo. Alguno de sus biógrafos lo reconoce como el primer cristiano.

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