sábado, 24 de marzo de 2012

LECCIÓN DE CRISTO 24_03_2012


EJERCICIOS ESPIRITUALES EN CUARESMA

Nos perdemos con frecuencia de encontrar el verdadero sentido de la Pascua. Es el triunfo del Señor resucitado. Hay por esto una gran alegría en la tierra, inundada por la nueva luz. Es el triunfo que ilumina nuestra realidad. La alegría que nos dice que el Señor está con nosotros. Es el gran triunfo del Señor sobre la muerte. El triunfo del amor sobre el pecado.
Es justo y necesario exaltar la alegría del Espíritu en nuestro corazón. Que se presenta cuando está derrotado el pecado. Y esto nos libra de la muerte. El bautismo nos ha consagrado al Padre por el bautismo, y por eso usted en la Pascua tiene una experiencia de renovación en la fe. Es una oferta gratuita de restauración, cuando hemos pecado. Tenemos pecados como arenas tiene el desierto, pero al Padre no le importa eso, cuando en la Pascua renovamos nuestra fe. Su amor es infinito y su gratuidad también. Alegrémonos pues, y estemos alegres siempre, en todo momento.
Jesús dice: “Padre si es posible quita de mí este cáliz”. No se haga mi voluntad sino la tuya, es lo mismo que tenemos que decirle nosotros al Padre. Cuando Jesús nos dice: niégate a ti mismo, es exactamente eso. Buscamos la voluntad de Dios porque es lo mejor que podemos hacer, sencillamente por nos ama, nos conoce, nos da el don para hacer y la fuerza para perdonar. Somos felices.
Dicho de otra forma, cuando Jesús dice quita de mí este cáliz, entonces Jesús no moriría, y si no muere, el acto salvífico de la resurrección no se daría, y la resurrección, ya lo vimos, es el triunfo del amor sobre el pecado. Él muere porque nos ama, y muere era la única forma de salvarnos… estamos por eso felices, alegres. ¡Somos felices!
La Pascua es el sacrificio del cordero. (Hacemos alusión al Antiguo testamento). Y Dios quiso que Jesús fuera el cordero, y esto se interpreta como la noche, y es necesario tener la tiniebla para que lleguemos al día, a la luz del día. Y entonces, terminan las tinieblas.
Jesús muere en nuestro lugar. Cuando miremos la cruz sintamos eso. Y lo hace para salvarnos de la muerte y darnos la vida eterna. ¡Estamos salvados! Gracias, Jesús. Te amamos por eso, y a través Tuyo hacemos la voluntad del Padre, y no la nuestra, material, egoísta, finita, débil, enferma y pasajera.
Terminamos por esto último preocupados con Dios, porque  podemos cometer el error de nuestro egoísmo y por ello no haber atendido su llamado, como lo enseña el Salmo 24, 9-10:

¡Puertas alzad los dinteles,
levantaos, antiguos portones,
y que entre el rey de la gloria!
¿Quién es el rey de la gloria?
Yahvé Sebaot,
él es el rey de la gloria.
Sebaot: palabra hebrea que significa ejército.

Desde el bautismo Dios no está llamando. Si Él llama y no le abrimos, no es su culpa. ¡Abrámosle la puerta! Y aprendamos a ser felices y alegres ahora en la Pascua. Depende exactamente de uno mismo… ¡de nadie más!
    
  

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