viernes, 27 de abril de 2012

LECCIÓN DE CRISTO 26_4_2012

MARCOS
Capítulo 10, 1-52. Se acercan unos fariseos a Jesús, y le preguntan: “¿Puede el marido repudiar a su mujer?”. Ellos se sustentan en que Moisés lo permitió. Pero Jesús les habló de su Padre, diciendo que desde el comienzo de la creación: “… los hizo varón y hembra”… “…y los dos se harán una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió que no lo separe el hombre”. Y a los Discípulos les dijo más tarde que los que hagan esto, tanto varón como hembra, cometen adulterio. La Biblia de Jerusalén dice al respecto que el derecho romano lo dice para ambos, porque el derecho judío solamente concedía el derecho de repudio al hombre, y no a la mujer. Y como los Discípulos le reñían, les dijo Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí…”, porque el ser niño aunque sea dependiente, tiene una personalidad infantil, clara, sin los complejos de los adultos. Ellos, los Discípulos, pueden entender lo dicho sobre el repudio, si lo aceptan como niños. Y concluye Jesús: “Yo os aseguro: el que no reciba El Reino de Dios como niño, no entrará en él.” Luego aparece un hombre rico que le pregunta a Jesús que debe hacer para alcanzar la vida eterna. Jesús le dice que venda todo lo que tiene y lo dé a los pobres. Pero el rico se marchó entristecido. A pesar de que el rico le dijo a Jesús que cumplía con todos los mandamientos: no matar, no cometer adulterio, no robar, no levantar falso testimonio, no ser injusto y honrar a padre y madre. Ya en compañía de sus Discípulos, les dice que es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre el Reino de los Cielos. Ellos quedaron turbados, pero Jesús les dice: “Para los hombres es imposible, …pero no para Dios, porque todo es posible para Dios”. Pedro se queja haciéndole ver a Jesús que los Discípulos lo han dado todo por Él. Jesús les dice que recibirán el ciento por uno, y además la vida eterna. Más adelante les habla del tercer anuncio de su Pasión. Les hace ver con esto que además de todo lo que le dijeron los Discípulos, que ellos habían dado, Él va a dar la vida por ellos y por el mundo. ¡Qué contraste! Pero claro que ellos no comprendieron lo que les dijo Jesús. Como siempre en estos momentos los seguidores no entienden a Jesús. Lo van a comprender luego de la Resurrección, y aún así, aún no se abre para ellos la misión del Mesías en su totalidad. Santiago y Juan le piden a Jesús que les conceda sentarse al lado de Él en la gloria. Jesús les pregunta: “¿Podéis beber la copa que yo voy a  beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?”. Ellos le dijeron que sí, y Jesús les explica que no es cosa de Él, el conceder esa prerrogativa de sentarse a su lado. Les dice: “…es para quienes esté preparado”. Los otros Discípulos al oír eso se indignaron. Jesús les dice: “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, dominan como señores absolutos y  oprimen a los demás con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y él que quiera ser el primero, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate de muchos”. Cuando Jesús llega a Jericó, acompañado de sus Discípulos, un ciego lo llama para que le cure su ceguera, gritando para que lo oyera, y lo cura. Y al instante recuperó la vista y le seguía por el camino. Es increíble poder tener fe para vivir esos momentos que relata Marcos, que son inolvidables, para ver la obra que hizo el Hijo de Dios para salvar el mundo. Hacer el esfuerzo para imaginar cómo fue cada circunstancia que revela Marcos, apenas unas décadas después de haber sucedido. No se olvida de todo lo fundamental: la curación del ciego que acabamos de ver. La comprensión del problema del divorcio sin repudio para hombre y mujer, conscientes de que lo que Dios une, no lo separe el hombre. El descubrimiento de lo que son los niños, y el ejemplo que nos dan con su inocencia. El problema de los seres ricos, que no se despegan de lo material. El tercer anuncio de su Pasión, que los Discípulos no entienden cabalmente. La importancia de la humildad para llegar al Reino de los Cielos. Y la sugerencia de Jesús para los que quieran ser los primeros. Les dice: deberán hacerse esclavos de todos.

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