sábado, 3 de diciembre de 2011

CUENTOS CORTOS # 26


LAS PROFECÍAS DEL FIN

No siempre un cuento es para echar un cuento. A veces sirve como experiencia no más. Para ver en el interior lo que puede ser trágico, doloroso, lo final, lo que se acaba para siempre. Y parece que nos deja fríos, sin esperanza, cuando nos hablan de los pastorcitos de Fátima, y del secreto que no quisieron revelar para no angustiarnos con el fin del mundo. Miramos a la Virgen de Fátima, y parece que le decimos esto: ¡Cómo nos haces esto, Virgen Santísima!
Pensamos que es algo terrible, pero el cuento no puede ser tan siniestro. Si miramos el mundo como está hoy, hay cosas muy negativas, pero no todo está mal. Sabemos que hay gente que tiene fe. Y en esas gentes están las personas que comprenden que lo doloroso, lo trágico, viene por culpa nuestra, y que sólo nosotros podemos arreglarlo. Uniéndonos. Hablando todos el mismo idioma. ¡Cosa difícil! Pero no imposible. Cuando creemos que la ley natural nos envuelve a todos. Y cuando vemos que somos nosotros los que estamos destruyendo el mundo.
Y singularmente el hombre cuando sufre, deja de ser estúpido y piensa: estamos en un pájaro, que llaman tierra, y que vuela gratis alrededor del sol. Y que todo es pasajero. Impermanente. Corruptible. Todo lo que vemos con el tiempo cambia o desaparece. La vida nos deja viviendo un chispero, cuando nos damos cuenta, que el presente, el ahora, es lo que tenemos para superar el sufrimiento. Por eso el sufrimiento es positivo, porque nos llama al cambio, a poner los pies en la verdad.
Estudiamos lo que dice la NASA, las profecías Mayas, y lo que dijeron los pastorcitos de Fátima, y no ocurre gran cosa en nuestra alma. O se nos vuelve un embrollo de los diablos. No sabemos qué hacer, qué pensar… ¡claro!, porque todo lo que es simple y sencillo, nos parece una pendejada. ¡Que sencillo parece mirar el interior! Sentarse en un sitio que esté fuera del ojo humano externo, para que con ese instrumento divino que llaman fe, lleguemos al interior, para ver cómo estamos…
En esta Navidad del 2011 deberíamos hacer esta experiencia, como algo no solamente práctico, sino infinitamente necesario, cuando celebramos el nacimiento del Niños Dios. Es cierto, con esto nos llega lo positivo. Descansamos porque no es cuestión que tenga que ver con nuestra voluntad de terrícolas, sino de la voluntad de Dios, el único que puede cambiar el sufrimiento terreno por el triunfo de la verdad, en el amor a Dios, en la conciencia del amor puro, que genera su misericordia infinita, cuando sabemos que somos sus hijos, que nos ama y nos lleva para siempre en su corazón. 

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