jueves, 19 de julio de 2012




LECCIÓN DE CRISTO 19_7_2012

LUCAS
El Evangelio de Lucas es el tercero y más extenso de los cuatro evangelios canónicos del Nuevo Testamento bíblico. Relata la vida de Jesús de Nazaret, centrándose especialmente en su nacimiento, ministerio público, muerte y resurrección. Y termina con un relato de su ascensión al Cielo.
Su evangelio tiene una finalidad pastoral: su intención es la profundización de la fe, mostrando a Cristo como el Salvador de hombres y mujeres, resaltando su espíritu de misericordia.
Aunque el evangelio se considera en sí un género literario, la obra de Lucas puede también enmarcarse, dentro de la historiografía helenística. Lo que lleva a pensar así, es la presentación que el autor hace en el prólogo.
Dice en el prólogo (1, 1-2): “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra…) Hoy en día, aunque con muchas excepciones, más estudiosos suelen admitir que hubiese una tradición primitiva básicamente histórica, que afirmase que Lucas, un sirio de Antioquía, influenciado por Pablo, fue el autor; también formaría parte de esta tradición que escribió su obra en Acaya y que murió en Beocia o en Tebas, ciudades de Grecia. Esta tradición básica se habría desarrollado posteriormente basándose en lo que el propio autor afirma en su prólogo y Pablo en sus cartas: que no conoció personalmente a Jesús, pues, según su propio testimonio, fue escrito tras haber «investigado diligentemente todo desde sus orígenes», consultando con «testigos oculares y servidores de la palabra». Que viajó un tiempo con Pablo (pues en los Hechos hay una sección cuando habla de "nosotros"). Que Fue médico, (como dice Pablo en la carta a los Colosenses). El hecho de que sus conocimientos sobre la geografía de Palestina y sobre las costumbres judías sea muy genérico, refuerza la opinión de que no procedía de esa región.
La mayoría de los autores sitúan la composición de este evangelio en la década de los 80 d.C., debido a que suponen que Lucas 21, donde se describe la destrucción del Templo de Jerusalén, acontecida el año 70, es una narración que Lucas pone en boca de Jesús. Él dice: «…llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» y, respondiendo a la pregunta de cuándo sucedería responde: «Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato», y «Se levantará nación contra nación y reino contra reino».
La conclusión abrupta de los Hechos de los Apóstoles, (escrito por Lucas), contrariamente a lo que se esperaría, no se narra la muerte de Pablo. Parecería indicar que Pablo no habría muerto aún cuando se compuso. Pablo murió bajo Nerón hacia el año 64. Para Lucas el Evangelio llegó hasta los confines de la tierra, y esto lo logra cuando Pablo llega a Roma. De modo que, aunque Pablo hubiese muerto, Lucas habría escrito este final.
Que termina en Lucas 24,51, con la ascensión de Jesús: “… y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo…”

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