lunes, 6 de diciembre de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 83


Adiós a las armas
En estos días de Navidad me puse a pensar como un niño chiquito, cansado de ver toda la parafernalia que monta la gente con la cultura del mundo desarrollado occidental, (Papá Noel, Árbol de Navidad, luces, etc.), y no vemos por ningún lado al Niño Jesús, el verdadero protagonista de Diciembre.
Resolví soñarme con Él. Y efectivamente nos tomamos un tinto en el Juan Valdez del Centro Comercial Hacienda de Santa Bárbara. No estaba nada molesto con el tema de la indiferencia ciudadana, sino con el tema de mi blog: Encuentro con la Violencia. El Niño Dios, era de meses, pero ya se comportaba como una persona grande. Me tocó solamente ayudarlo a sentar en el asiento, lo que hicimos totalmente solos por motivo de la lluvia, ya que este café, apenas llueve, aleja los clientes, porque ocurre que las carpas dejan pasar la lluvia.
Me miró muy serio y me dijo de una buena vez: ¡Hay que prohibir el uso de armas en el mundo! Quedé circunspecto. Como siempre me supuse que este tema no tenía “rating” en los medios de comunicación. La explicación es que un niño se maravilla de los adultos, que no son capaces de coger el toro por los cuernos, siendo tan fácil, tan lógico, tan necesario, si se trata de acabar con la violencia en el mundo, para salvarlo de la debacle... “¡Hombre!”, me dijo golpeando con su manita sobre la mesa. Quedé sorprendido porque se derramaron los tintos. Y Él se rió de buena gana. Los niños chiquitos no saben de esos complejos que tienen los adultos en un caso así. Su merced tiene toda la razón le dije, mientras con el mesero arreglábamos el problema.
Era en realidad el manejo de una lógica que sólo manejan los niños chiquitos que adolecen de los complejos de los adultos. Me sugirió que insistiera en el tema de la supresión de las armas de todo tipo, no sólo las nucleares. Las armas cortopunzantes y las contundentes, y llegó hasta el caso de los alfileres… Yo me reí, y eso no le gustó mucho. Él hacía alusión a las mujeres. A los hombres les gusta son los cuchillos, dijo muy serio. Luego de un momento de suspenso, inesperadamente comenzó a reír. Se botó del asiento y salimos brincando al parque que queda frente al hotel Hacienda Royal. La verdad nunca había brincado tanto en mi vida. Al fin terminó en uno de los columpios, y yo detrás de Él empujando. Sus referencias al tema se diluyeron totalmente, en medio de una alegría increíble por el movimiento del balanceo. Finalmente me abrazó emocionado y cuando menos lo esperaba desperté hecho un idiota, sin saber qué decir en conclusión. Me parecía que el Niño Dios tenía razón. ¿Qué objeto tienen las armas? En realidad ningún objeto, ninguna justificación, fuera de matar o de dar miedo. Las inventaron los hombres que se sienten con derecho a quitar la vida que es sagrada, y que no la fabrican en China. Es probable que los adultos nos riamos del Niño Dios. ¡Dizque terminar con las armas! Y me quedé pensando: ¿Será torpeza? Bueno, me propuse hacer una excepción en esta Navidad y proponerle al mundo que terminemos con las armas. Es decir con todas las armas. Que no haya ni un muerto por ellas más en la tierra. Le leí el artículo al mesero del Juan Valdez de Hacienda, y me miró sonriente. “Eso solo se le ocurre a ese niño con el que vino ahora.” Los niños son así. No conocen a los adultos. Ellos, me dijo muy serio, han venido al mundo recién hechos. Ellos meten su dedito en la llama de una vela para ver qué es eso, o bien, se extasían viendo una gota de agua que no han visto nunca antes. Si claro, concluí: ellos jamás entenderían matar a alguien. Ni siquiera al Diablo.

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