LOS LÍDERES IGNORAN LA VIOLENCIA
Ciertos líderes no aprenden de lo que dejan las guerras, y continúan cometiendo los mismos errores que en el siglo XX condujeron a las guerras mundiales, con un saldo de millones de muertos. No tienen el cuidado de ver que a eso conducen las xenofobias, que son productos de una falta de visión sobre la vida pasajera, que se mueve sin mirar al interior, en medio de odios y resquemores destructivos.
Un ejemplo claro lo vemos en Chávez, (Venezuela, 2010), quién sindica a los gringos como coautores del atentado contra Correa (Ecuador, septiembre 2010). Se trata de impulsar con esto la xenofobia contra los gringos. Y es que de una época para acá, ya la América comienza a desunirse, porque americanos del sur o del norte, somos todos. Y esto, con la unión de Venezuela con Irán, ya pinta en un futuro la guerra mundial, ya no con millones, sino con miles de millones de muertos.
El periodismo como no ve esto cerca, piensa que no es noticia. Y por eso ahora publican a Fidel (Cuba, 2010), quién habla del homicidio de Jojoy, cometido en forma aleve por las fuerzas armadas de Colombia, un país aliado de los gringos. Y aunque todo el mundo sabe que al morir Castro seguirá Cuba sin libertad, con los cubanos libres viviendo en Miami, no se concibe con qué autoridad moral habla un líder, buen exponente de la xenofobia a que aludimos, como motor de la violencia irracional que separa con odio a los cubanos.
Porque si bien a un colombiano de cepa, que no es gringo, sino muisca, o Arauco, o indígena, o criollo, o mestizo, o mulato, o negro, que ama su tierra, y que sabe que todos ser humano que pisa el mundo, es diferente a otro cualquiera, tiene la noción educativa de que la libertad reside precisamente en el respeto por otro, porque si no, se producen las xenofobias, como las de Hitler con los judíos.
Es igual… todo el mundo sabe que estas comparaciones son una enseñanza, y por ello la misión de todo ser humano es evitarlas. Uno ejemplo, vale la pena traer a cuento, para demostrar este aserto: en Colombia, para no hablar sino de una sola masacre, se produjo en un pueblito de la Costa Atlántica, tomado por la guerrilla. Las FARC fueron derrotadas por los paras, y estos en el año 2000 entraron, y mataron a 60 aldeanos, de un corregimiento que apenas tenía 7000 habitantes.
La prensa y la justicia guardaron silencio durante 10 años. Hablaron del tema en el 2010. Y que se sepa, la impunidad continúa vigente. Sólo se ha tratado de indemnizar a las víctimas.
Este ejemplo, no lo ven ni Chávez ni Castro, y son consecuencia de un tipo de violencia que se va formando con los que dirigen la política, en los estratos bajos de los Estados. Los paras justifican haber derrotado a la guerrilla. Y esta continúa ejerciendo la violencia como forma de lucha, ante la indiferencia no sólo de Chávez y Castro, sino del mundo. Se basa en la creación de odios, producto del amor del hombre por lo material, (el narcotráfico), y por una ideología falsa, fundada en la violencia.
Entonces el origen de esta la encontramos no sólo en personajes como Hitler, Napoleón, Chávez y Castro, sino en cualquier hecho humano que le niegue la vida a un ser.
La ideología, como la que formó Jesús, se fundamenta en el amor divino. Sin violencia. Aunque a Él lo crucificaron, no pasó por su mente sino el perdón. Su sacrificio salvó a una porción del mundo que cree en Él, y por desgracia, desde hace 2000 años, espera que todos entremos en el mismo cuento del amor divino.
El budismo tibetano, por ejemplo, habla del Tonglen, que es una experiencia interior que propone que uno asuma los problemas de los demás y se olvide de los propios. Bien difícil, pero ese día que todos hiciéramos Tonglen, acabaríamos con la pobreza, seríamos felices todos, al ver que se acabaron los problemas.
Podríamos hablar de Gandhi que sacó a los ingleses de la India, sin disparar un tiro. Podríamos hablar de todas la religiones que luchan contra toda fuerza espuria, que no respete el derecho a la vida.
El ser humano es pasajero, intemporal, llega con una misión y desarrolla lo que recibe de la familia y la sociedad. Allí reside por eso la civilización, que consiste en vivir feliz, consigo mismo y con los demás. ¡No es más!
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