jueves, 1 de septiembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 31_8_2011



La carta de los Romanos

Los capítulos 12,13,14 y 15, de la epístola de los Romano, vienen a ser una síntesis de esta carta. Dice en el capítulo 12: ofrezcan una hostia viva al Señor. La hostia viva somos nosotros, pero encarnados en Cristo. San Pablo logra lo máximo, al decir que todas esas teologías que se ven en la carta, se resumen en vivir nuestra cotidianidad en Cristo, como hostias vivas. Si usted no ama a sus hermanos, si no es obediente a la autoridad, si no se somete a su conciencia, etc., entonces no va a servir para nada lo que Pablo nos recomienda, como cristianos.
El cristianismo Paulino, señala un nuevo culto, diferente al culto judío, basado este en ofrecer cosas. En el nuevo culto es ofrecerse a uno mismo. Uno mismo es la ofrenda. Por eso Jesús dice: “¿Quieres seguirme?”, renuncia a ti mismo, para que tenga sentido ofrecerse a si mismo como ofrenda al Señor. Ya no dependemos de las cosas, dejamos los apegos.
Hay un nuevo templo también. El nuevo templo es uno mismo. Uno adora a Dios en nosotros mismos. No hay que ir al templo solamente. Lo primero es entender que el templo es uno. Uno tiene el templo dentro, en su interior. Hay que transformarse internamente, pues. Ofrecerse a sí mismo.
Esto que decimos, se constituye en que el cristianismo es una búsqueda constante de la voluntad de Dios, dentro de mi vida. Es ver en uno al Espíritu, operando en nuestra vida. ¡Tal cual! Buscando la coherencia entre lo que piensa nuestro ego, y lo que piensa Dios, dentro de uno. Esa fuerza que nos mueve a  amar siempre que tengamos coherencia con Dios. Y eso que nos mueve es el Espíritu Santo, que vive en uno. No hay que buscarlo afuera, está siempre dentro de uno desde el bautismo.
Leer el capítulo 12, versículo 14 al 21: “Bendecid a los que os persiguen… etc.” Y esto lo dice recordando una frase de Jesús, cuando dice que no es lo que entra en uno, sino lo que sale de uno, donde está nuestro pecado. Digámoslo así: lo que daña nuestra coherencia con la voluntad de Dios. Es un toma de conciencia de que tenemos que ser como Jesús. El salvó a todo el mundo. Él es por eso El Salvador.
El capítulo 13 de Romanos comienza con esta frase: “Sumisión a la autoridad”. Autoridad es aquello a lo que tú te sometes, partiendo de tu conciencia, que es la primera autoridad dentro de ti. Si hay autoridades eclesiásticas, civiles, militares, etc., pero tu conciencia eres tú, nadie más. Mejor dicho la autoridad, según san Pablo, es tu conciencia, es por ella que tenemos que responder ante Dios. Es decir, es la que cumple con la voluntad de Dios. Nadie más.
En el capítulo 13, versículo 8 a 10, frente a la conciencia de uno, nos dice Pablo que es el amor lo que prima para conocer la voluntad de Dios: Amarás a tu prójimo que a ti mismo. El amor es filial, es pasional o es darse a sí mismo, etc. Lo recibimos todo del Dios que nos ama. Y nosotros le damos nuestro corazón a Él. Es dar y recibir.
Yo me entrego a ti, se dicen los esposos cuando se casan. Me comprometo a ser Jesús para ti… me comprometo a darme a ti hasta que la muerte nos separe. Es la ley que pone Pablo al amor, junto a la conciencia que ve el mal: “… nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias…”  
Aprende a vivir tu conciencia, tu responsabilidad personal, dice Pablo. Tu eres el templo. Dios habita en ti. No importa lo que tú seas. La primera decisión que debes tomar es el amor, como lo señala Pablo en Tesalonicenses, capítulo 1, versículo 3. Dice que tenemos ante Dios el obrar de nuestra fe, el trabajo de nuestra caridad y la tenacidad de nuestra esperanza en Cristo Jesús. En Romanos 14, Pablo nos explica, que es Cristo el que vive en mí, eres de Dios, lo demás que te preocupe es secundario. El problema son nuestros apegos que nos separan de la conciencia responsable, por eso diariamente tenemos que volver los ojos a nuestro dueño, a la voluntad de Él, al amor de Él. Entonces demos a cada cosa su lugar, dentro del buen sentido del amor a Dios y bajo el presupuesto de que todos somos iguales. No juzgues. Domina tu sentimientos negativos. Vuelve todo positivo. Ama con rigor en Jesús. Amén.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario