ÉL
Somos de Él, porque lo hemos recibido en el alma, junto con la vida y la naturaleza. Veo muchas cosas. Está el firmamento lluvioso hoy, y la ciudad está tranquila. Salgo a caminar para ver más cosas, y veo un hermoso pimiento envuelto en una enredadera de buganvil, que no es obra de un artista humano. El suelo está lleno de pepas de eucalipto con un aroma fresco y delicioso. Pero lo que más me llena son los cerros orientales, con ese verde especial que me llena el interior. Cuando he volado en avión y regreso para encontrar ese verde, lo veo como algo propio. ¿Y todo esto es tuyo? Sí, todo, porque lo recibo en el alma, y por eso lo siento así… ¿Sin IVA? ¡Claro que sí!
Todo es mío. Y hablo de sentir porque es la potente fuerza de la mente que me lo dice. Es que a veces se nos olvida que es sentir. Sentir es tener raiz en esta tierra. Me lo dice el corazón. Y cuando me llevo la mano al pecho, siento que hay una conexión con todo lo que describí antes, resumido en ese verde especial con el que tantas veces estuve con las personas que quise y que ya se fueron. Quedan atrás tantos años, y regreso con ese peso a sentir el hoy. ¿Por qué? ¿Me pregunto?
En el parque encuentro la respuesta. Allí, a donde voy cada día a pensar en sentir, me encuentro con Él. Es indefinible, pero se parece a mí, sólo con la diferencia de que es tranquilo, va pausadamente, sin afán y se sienta en la misma banca donde suelo leer el periódico. Nunca he logrado que diga una palabra, pero yo no sé porque me parece que converso todo el tiempo con Él. Está en todo. En verdad nunca he podido mirarlo a los ojos. Talvez lo haga en la otra vida. Lo único que sé, es que me siento mejor, pienso mejor, cambio todo lo negativo en positivo. Es más cuando me levanto sé qué hacer. Aparece aquí un programa de acción, sencillo, sin arabescos, tal cual. Él me hace sentir como si yo fuera Él y viceversa. ¡Todo está claro! ¡La vida está plena! Estoy feliz porque todo lo que me rodea es un regalo. Hasta los mismos errores se han convertido en regalo. Siento la felicidad aún en el sufrimiento. Lo acepto todo como es, sin que esté opinando mi ego, y sin que medie palabra alguna entre los dos, sé que Él es mi pastor, y nada me falta. ¿Y entonces qué tipo de oveja eres? Pues no sé si mansa o negra. Lo único que sé de verdad, es que todas las ovejas vamos tras Él, en el ahora y siempre.
¿A mí me gustaría saber como es posible esto? Es muy simple. Hay un trabalenguas que me lo insinuaron sus palabras, y ese trabalenguas nos ubica en la cuestión tal como es.
YO SOY PARA TI, Y TÚ PARA MÍ,
YO ESTOY CONTIGO, Y TÚ CONMIGO,
YO ESTOY EN TI, Y TÚ EN MÍ,
PORQUE SI NO ERES TÚ, YO NO PUEDO SER YO,
Y SIENTO QUE ERES TÚ, SÓLO CUANDO ESTÁS EN MÍ.
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