LA FALTA DE IDENTIDAD
Juan y Pedro, conversaban habitualmente en un puesto de tinto y capuchino, llamado La Carreta, siempre sobre temas cotidianos colombianos.
*¿Le voy doble a sencillo a que usted no le encuentra solución a la crisis?
*¡Ya verá que sí!
*Pero si somos un país en guerra, ¡hombre! ¡Qué no tiene pies ni cabeza!
*¡Pero que tiene huevo!
La cuestión terminó en una fenomenal gresca, con disparos al aire y la intervención de los vecinos y la policía. Hasta que Juan le pidió disculpas a Pedro, pues él lo que había querido decir no era que el país tenía huevo, sino que lo que tenía huevo era la situación actual. A Pedro le pareció tan lógica la explicación que se calmó, guardó el revólver, se sacudió las ropas y poco a poco, se fue quedando solo, pues a Juan se lo llevaron a curarle una hemorragia en las narices y un ojo negro al que le pusieron un emplasto de carne cruda.
Y como de locos se trataba conversaban allí sobre diversos tópicos, todos graves pero sin solución a la vista, brevemente porque al sitio lo azota permanentemente un ventarrón, que en Bogotá suele traer la gripa.
Pedro era un tipo « no lector » como todos los colombianos, es decir que de libros ni fu ni fa. Sólo periódicos y a lo sumo una revista. Juan en cambio era lector habitual de toda clase libros y una especie de director espiritual de su amigo Pedro, aunque nunca logró que le hiciera el menor caso, pues su avance hacia delante era, según suele decirse, como las procesiones españolas, dos pasos para adelante y como tres para atrás. Luego de la reconciliación se volvieron a reunir otro día.
*¿Me cree tan pendejo como para creerme todas las barrabasadas que usted dice?
*Es mejor que me crea. Yo le digo que le tengo la explicación a todo esto.
*Yo necesito es ver soluciones. ¡Es que esto no se resiste más! ¿Me entiende?
*Hoy he encontrado vestigios de nuestros problemas con nuestra falta de identidad.
*¿Qué es identidad?
*Es el hecho de ser una persona la misma que es, y no otra. Si uno es de Titiribí o de Remolinos, su raíz está allá. Imagínate que este fenómeno se inició en las clases altas que en el siglo pasado querían ser, no neogranadinos o colombianos, sino españoles sin serlo, y luego buscaban la cultura europea y más luego en este siglo, la cultura gringa, pero nunca la propia. ¡Imagínese usted! *¡Y yo que nací en Nocaima! ¿Nocaima? ¿estaré noqueado? ¿Qué tal que uno se delate por el gusto a los bollos de mazorca, el chirrinche, el ajiaco, la arepa de huevo, el ...?
*¡Hombre no! Es todavía algo más peliagudo. Y me acordé de ello porque acabo de ver a Bojote entregándole la Enciclopedia de Construcción y Régimen del Castellano, hecha en España, nada menos que como regalo al Santo Padre.
*¡Y eso que tiene que ver con lo que estamos hablando!
*¡Muchísimo! Mira, la misma enciclopedia lo dice cuando afirma que la fuente primigenia de esta, es el habla popular, y los investigadores chapetones se van a recoger esta habla en las plazas de Madrid, como La puerta del Sol, la Cibeles, la Mayor, etc. Pero tampoco «mambear», además.
*¡No me digas! ¡Grave!
*Pero eso no es todo: es la hora que estos curiosos investigadores no saben que es tomar «Changua» al desayuno.
*¿Será posible?
* Bueno, los españoles no mambean tampoco, pero son los adictos de coca más grandes en Europa.
*¡Qué curioso!
*Es lo que llamamos SEPULCROS BLANQUEADOS… Se hacen daño a sí, y a los demás… pero se creen…. ¡el divino putas!
*¡Divinos! ¡Lo último en guarachas! ¡Qué cosa!
¿Nocaima? ¿Por qué conoce a esta pequeña tierra?
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