Los cuentos cortos permiten presentar una diversidad de sucesos de la vida cotidiana, con el fin de ilustrarla. Lo cotidiano, como lo hizo Marcel Proust, por ejemplo, lleva a la conciencia muchas de las virtudes y defectos que tenemos. La utilización de humor es una manera de sonreír en medio de nuestra vida pasajera, sometida a lo que sucede en este pájaro que llamamos Tierra, y que gira milagrosamente alrededor del Sol.
ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 86 http://titoireguib.blogspot.com
El homicidio preterintencional
En estos tiempos de disparos al aire, seguimos siendo ingenuos. Los tragos y la hombría disculpan el horror. Los hombres se sienten los berracos, los que pueden disparar las armas para sentirse bien. En esto las mujeres ganan. Ellas no disparan armas al aire. Y no porque tengan miedo de hacerlo, sino porque de hecho es una estupidez para ellas. Ahora, en estos tiempo del final del 2010 y comienzos del 2011, nos encontramos pues con un tema en el que los seres humanos no avanzamos una pizca. Y esta brutalidad que sentimos al morir un niño por una bala perdida, nos debería plantear la necesidad de recapacitar sobre las armas de fuego. Ya lo vimos en artículos pasados: las armas no tienen sentido de existir. Si existen, entonces tenemos que ver lo que pasa con los homicidios, porque siempre los habrá. ¿Y entonces de qué nos quejamos? Y vemos que es algo que nos atrasa a los tiempos de “bárbaras naciones”, cuando matar, es igual a hoy. Es un tema casi legalizado, si miramos a la subversión, a los paramilitares y a los grupos delictivos, y a los súper egos varoniles, en fin, hay la disculpa del libre desarrollo de la personalidad, que no se funda en valores, sino en el ego del ser humano, en su carisma para la adicción, para el goce prohibido, y en su necesidad de volver al amor prepago, enredado con el alcohol y la droga maldita. Ego, que lo vemos en los dictadores, y en los súper egos en general, pero también en muchas de las actividades mundanas. El toreo, por ejemplo. Las riñas de gallos. El boxeo. En fin, el ser humano justifica el arte de quitar la vida, como una diversión. De manera que lo que pasó fue que un hombre, (y no una mujer), disparó un arma al aire, cuando tenía enfrente una multitud que contenía niños inclusive. Y se armó el problema en estos días, porque el homicidio con dolo, es uno, y el otro, el llamado homicidio preterintencional, es conflictivo. No había dolo porque no fue la intención matar, pero mató. El carro pasó por encima de la señora sin intención y mató sin culpa. El revólver del súper ego lo mismo. Total, en conclusión: felicitaciones. El actor del homicidio sale libre. El asunto es bien complejo, dice al respecto un código penal: “El que preterintencionalmente matare a otro, incurrirá en la pena imponible de acuerdo con los dos artículos anteriores, disminuida la pena de una tercera parte a la mitad.” Los dos artículos anteriores los damos por vistos… sólo están ahí para demostrar el embrollo que se forma con los textos del código, y la conclusión de que lo más seguro es que los homicidas vayan a casa, y se convierta el asunto en plata, y claro, la cosa sigue los mismo, y los homicidios preterintencionales continúan su marcha olímpica, impecables… Sigamos en los mismo pues… Lo mejor será que los niños en Navidad se escondan.
ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 86
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El homicidio preterintencional
En estos tiempos de disparos al aire, seguimos siendo ingenuos. Los tragos y la hombría disculpan el horror. Los hombres se sienten los berracos, los que pueden disparar las armas para sentirse bien. En esto las mujeres ganan. Ellas no disparan armas al aire. Y no porque tengan miedo de hacerlo, sino porque de hecho es una estupidez para ellas.
Ahora, en estos tiempo del final del 2010 y comienzos del 2011, nos encontramos pues con un tema en el que los seres humanos no avanzamos una pizca. Y esta brutalidad que sentimos al morir un niño por una bala perdida, nos debería plantear la necesidad de recapacitar sobre las armas de fuego. Ya lo vimos en artículos pasados: las armas no tienen sentido de existir. Si existen, entonces tenemos que ver lo que pasa con los homicidios, porque siempre los habrá. ¿Y entonces de qué nos quejamos?
Y vemos que es algo que nos atrasa a los tiempos de “bárbaras naciones”, cuando matar, es igual a hoy. Es un tema casi legalizado, si miramos a la subversión, a los paramilitares y a los grupos delictivos, y a los súper egos varoniles, en fin, hay la disculpa del libre desarrollo de la personalidad, que no se funda en valores, sino en el ego del ser humano, en su carisma para la adicción, para el goce prohibido, y en su necesidad de volver al amor prepago, enredado con el alcohol y la droga maldita.
Ego, que lo vemos en los dictadores, y en los súper egos en general, pero también en muchas de las actividades mundanas. El toreo, por ejemplo. Las riñas de gallos. El boxeo. En fin, el ser humano justifica el arte de quitar la vida, como una diversión. De manera que lo que pasó fue que un hombre, (y no una mujer), disparó un arma al aire, cuando tenía enfrente una multitud que contenía niños inclusive.
Y se armó el problema en estos días, porque el homicidio con dolo, es uno, y el otro, el llamado homicidio preterintencional, es conflictivo. No había dolo porque no fue la intención matar, pero mató. El carro pasó por encima de la señora sin intención y mató sin culpa. El revólver del súper ego lo mismo. Total, en conclusión: felicitaciones. El actor del homicidio sale libre.
El asunto es bien complejo, dice al respecto un código penal: “El que preterintencionalmente matare a otro, incurrirá en la pena imponible de acuerdo con los dos artículos anteriores, disminuida la pena de una tercera parte a la mitad.” Los dos artículos anteriores los damos por vistos… sólo están ahí para demostrar el embrollo que se forma con los textos del código, y la conclusión de que lo más seguro es que los homicidas vayan a casa, y se convierta el asunto en plata, y claro, la cosa sigue los mismo, y los homicidios preterintencionales continúan su marcha olímpica, impecables… Sigamos en los mismo pues… Lo mejor será que los niños en Navidad se escondan.