sábado, 30 de octubre de 2010

LECCIÓN DE CRISTO 28_10_2010


Somos familiares de Dios
Efesios 2, 19-22. “…ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios…” Jesús es la piedra angular que sostiene el edificio, el templo vivo que somos, es la base, el cimiento de toda persona, y somos familia porque somos hermanos e iguales en Jesús. Se acaban las diferencias, porque todos somos movidos por el Espíritu Santo, que es la forma como Dios vive en nosotros.
San Pablo nos está mostrando una comunidad, donde conviven gentiles y judíos. Judíos que son grecoparlantes, además.  Y en esto la eclesialidad es la forma de vida de las gentes que viven alrededor de San Pablo, donde su ejemplo, su forma de vida, es lo que atrae a los paganos. En el año 60 D.C., más que la predicación de San Pablo, es el ejemplo de vida lo que atrae, ya que entonces ya no vivía Cristo, sino en el alma de los cristianos.
Es el estilo de vida lo que cuenta. Ser familia de Dios, es vivir como hermanos. Ya no somos extranjeros, advenedizos, expatriados, discriminados… ¡No!, todos somos iguales, y vivimos unidos por un sentimiento de respeto y unidad. Lo que cuenta es vivir bien, sin problemas de relación con el otro, porque se respeta la diferencia.
Y el cristiano verdadero vive para servir al otro, para ayudarlo, para hacerlo sentir bien, en su contexto, en su ancestro, en su cultura. Todo ser humano es especial y único. Y forma parte de la comunidad como un integrante presente, vivo. Todos somos tomados en cuenta. Somos alguien en el medio. Contamos para todos.
La principal necesidad humana es compartir la vida en comunidad. Compartir con los demás con una espiritualidad social.
La individualización es por eso la peor cualidad del ser humano. Lo aísla del resto. Lo llena de prejuicios. Lo lleva a juzgar al otro. Lo hace imaginar lo que supone que es el otro. No reconoce que los otros son diferentes a él, sino que congrega a todos, en su real parecer y entender.
Tampoco podemos concentrar la eclesialidad, (forma de vida religiosa), en el templo. Jesús llevó una vida pública, no privada, o reducida a un templo. No, Él siempre estuvo con la comunidad. Allí donde hay gente, está Jesús. Donde está la comunidad, está la familia de Dios. Eso es lo maravilloso.
La teodicea es  la metafísica del conocimiento de Dios, y eso nos lleva a ver su existencia dentro de la comunidad, como parte fundamental de la familia. Luego no lo podemos reducir a los templos. Él está dentro de nosotros, en el contexto social. Actuando siempre, cuando lo dejamos actuar. Vivimos con Él en medio de lo cotidiano, cuando somos conscientes de su amor divino, misericordioso, de su actitud siempre presente cuando lo llamamos y de esa gratuidad infinita, que no tenemos como pagarle o devolverle, sino con nuestro amor. Eso es lo que quiere de nosotros, y le basta.    

   

jueves, 28 de octubre de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 78


La estupidez del odio
Ahora vamos a tener en Venezuela un reactor nuclear, y además como hay países nuestros que son amigos del Islam, ¡estamos hechos! Para Irán, uno de los países islamitas, los gringos son Satán, y a Satán hay que matarlo. Una muestra de ello ocurrió un 11 de Septiembre, a comienzos de esta década primera del año 2000, y esto quiere decir que estamos expuestos a ser eliminados, ya que los países que tienen la bomba atómica, saben que hay que disparar primero para eliminar el peligro.
UNASUR ha permanecido callado ante esto. A los países de UNASUR, les parece terrible, en cambio, las bases militares colombianas, (no gringas), que combaten el terrorismo y el narcotráfico; un mal que afecta no solo a los adictos, sino también genera la ayuda para todos los grupos terroristas en el mundo, y que en Colombia, en particular, produce la muerte y la tragedia de muchas familias colombianas, en diversas formas de delitos de lesa humanidad.
La xenofobia contra los gringos nos debe hacer pensar que ya tenemos un motivo a la vista, para que el mundo desaparezca, cuando matemos a Satán. No cabe la menor duda que el odio nos conduce a eso. La gente lo sabe. Pero no reflexiona al respecto. La idea queda dormida, como ocurre con los odios que el mundo vivió, por ejemplo, en el Siglo XX.
No sabemos ¡por qué diablos!, (ahí sí), no aprendemos. Seguimos en lo mismo, cometiendo las mismas estupideces. Y no tenemos presente que el odio no nos permite vivir la vida pasajera como se debe: en busca diaria de la felicidad de uno mismo y de los demás. No podemos ser felices, cuando sabemos cuántos africanos mueren de hambre, mientras compramos reactores atómicos, para poner uno solo ejemplo de los miles que habría, para hacernos reaccionar como cristianos.
Es más, el mal del narcotráfico, no lo vamos a arreglar con reactores atómicos. Y curiosamente, aunque aquí no juega la xenofobia contra los gringos, juega la idea de que es imposible legalizar la droga, porque sería aumentar el consumo.
¿Pero se habrán preguntado los seres humanos racionales, quienes forman el consumo? Parecería que el consumo lo forman animales irracionales. Inclusive sería una calumnia grave, porque no sabemos que los elefantes fumen, y las jirafas consuman alcohol.
Lo propio entonces sería acabar con los reactores nucleares, por el peligro que representan, y legalizar la droga, para que los seres humanos podamos vivir en paz. A los adictos hay que hacerlos entrar en razón, (son seres racionales), antes de que mueran sin neuronas, y puedan pensar sobre el enorme mal que le producen los consumidores adictos del mundo a los países productores, para no referirnos al mal que ellos mismos se hacen, a sí mismos, a sus familias, y a la sociedad en general. ¿Será que decir esto es una estupidez? Probablemente lo es para los que viven del enorme negocio que genera el narcotráfico, cuya lucha contra este mal, para lo que sirve, es para mantener altos los precios de la droga, y justificar los enormes costos de esta guerra inútil, que gasta los recursos que se merecen los seres racionales, para vivir una vida digna, sin los odios que genera la estupidez del odio y las xenofobias.    
  

viernes, 22 de octubre de 2010

LECCIÓN DE CRISTO 14_10_2010

Judíos y gentiles reconciliados entre sí y con Dios

Efesios 2, 11-13. Son tres versículos con mucho contenido, en cuanto a la historia de la salvación. Y decimos históricamente porque hasta San Pablo, el apóstol de los gentiles, era necesario ser circuncidado y ser judío, para salvarse. Ahora no, como vemos en el versículo 11: ”Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados incircuncisos, estabais a la sazón lejos de Cristo.” Y San Pablo afirma que ahora por su pasión y muerte estaban en igualdad, como lo está todo el mundo. Por gracia de la sangre de Jesús, todos los humanos estamos salvados. Sólo falta creer y tener la vivencia con sus palabras, cuando dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” Ahora todos somos iguales. Inclusive, 2000 años después, en el Vaticano Primero, se decía: “Fuera de la iglesia no hay salvación.” En el Vaticano Segundo, se corrigió. Basta que la persona crea en Jesús, y por los mérito de su sangre, puede salvarse.
La sangre tiene el significado de la pasión y muerte de Jesús, cuyo objetivo fundamental, fue salvar a la humanidad del pecado. Fue la misión encomendada a Jesús por Dios, siendo la Virgen María la corredentora, y el Espíritu Santo, el paráclito que está en el corazón del verdadero cristiano, sin distingos de raza, nacionalidad y religión.
El pacto con Dios que figura en el Antiguo Testamento, cambió con Jesús. Y se reduce a la misión que cumplió Él por la humanidad, y no sólo con el pueblo judío. Es la alianza que se repite en la Eucaristía, cuando Jesús está en las especies del vino y el pan, y habita en el ser humano que lo recibe, sin importar si está circuncidado o si es del pueblo judío o sometido a la ley del Torah.
Entonces la salvación de un ser humano, depende exclusivamente de él. Es un pacto con Jesús, quién nos enseñó, quién es nuestro Dios Creador, el que nos hizo, y con quién solamente debemos tratar nuestra salvación. Y esto ocurre en forma comunitaria, porque el ser humano tiene una relación personal con sus hermanos de vida. Con ellos realiza, a través del ejemplo, el pueblo de Dios.
Con el amor fraterno todo se logra. El individuo crece y la comunidad crece al ritmo de sus integrantes. ¡Cómo es de maravilloso estar con los hermanos así! Todos aprenden. Todos viven la fe en Jesús. Todos crecen día a día, como la semilla de la mostaza. Se crea así un estilo de vida común, se tiene una raíz en la naturaleza, y un amor divino que permanece siempre en todos, sin distingos. Una unión donde se convive con el Paráclito. Así es el pueblo de Dios, donde todos somos iguales, porque todos somos hermanos.
En el Antiguo Testamento Dios le prometió a Abraham y a Moisés tierra. Después les promete descendencia. Luego libertad. Fueron un pueblo libre. No son esclavos de nadie. Se someten a la ley y a las instituciones. Se forman así las tribus judías. En el año 587 A.C. tienen el problema de la invasión de Nabucodonosor que destruye todo. Las tribus quedan dispersas por los babilonios. Se acabó todo.
Pero los judíos se reinventan. Yo no es por la tierra, como originalmente, sino por la gente que forman las diásporas a los largo del Asia Menos y del Mediterráneo. Gente que comienza a vivir en lo que cree, y vuelve la ley, y se reúnen en las sinagogas a volver a ser judíos. Se ganan nuevamente la identidad. Aunque muchos se casan en Babilonia con extranjeras… pasa el tiempo, y queda la misión de los profetas que le recuerdan a los judíos… su identidad.
Porque el Asía Menor fue un lugar de paso para los imperios de Babilonia, Egipto, Grecia y Roma. Por eso cuando aparece San Pablo, hay que tener presente que él se educó, y tenía conciencia de todo lo que había pasado en su pueblo, y en los otros pueblos gentiles o paganos que convivían juntos.
Sufrir las invasiones, y no obstante conservar su identidad, entre judíos y paganos,  aquella verdad que dejó el crucificado sin distingos, para todos igual. Porque el amor de Cristo no sólo permanece, sino que invade los corazones, con su dulzura, con su ternura, lejos de la violencia. Les llega lo que mejor le ha pasado al ser humano: conocer y vivir el amor de Dios, en uno, y estar unido con Él a todos.
     
 
 

LECCIÓN DE CRISTO 14_10_2010


Judíos y gentiles reconciliados entre sí y con Dios

Efesios 2, 11-13. Son tres versículos con mucho contenido, en cuanto a la historia de la salvación. Y decimos históricamente porque hasta San Pablo, el apóstol de los gentiles, era necesario ser circuncidado y ser judío, para salvarse. Ahora no, como vemos en el versículo 11: ”Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados incircuncisos, estabais a la sazón lejos de Cristo.” Y San Pablo afirma que ahora por su pasión y muerte estaban en igualdad, como lo está todo el mundo. Por gracia de la sangre de Jesús, todos los humanos estamos salvados. Sólo falta creer y tener la vivencia con sus palabras, cuando dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” Ahora todos somos iguales. Inclusive, 2000 años después, en el Vaticano Primero, se decía: “Fuera de la iglesia no hay salvación.” En el Vaticano Segundo, se corrigió. Basta que la persona crea en Jesús, y por los mérito de su sangre, puede salvarse.
La sangre tiene el significado de la pasión y muerte de Jesús, cuyo objetivo fundamental, fue salvar a la humanidad del pecado. Fue la misión encomendada a Jesús por Dios, siendo la Virgen María la corredentora, y el Espíritu Santo, el paráclito que está en el corazón del verdadero cristiano, sin distingos de raza, nacionalidad y religión.
El pacto con Dios que figura en el Antiguo Testamento, cambió con Jesús. Y se reduce a la misión que cumplió Él por la humanidad, y no sólo con el pueblo judío. Es la alianza que se repite en la Eucaristía, cuando Jesús está en las especies del vino y el pan, y habita en el ser humano que lo recibe, sin importar si está circuncidado o si es del pueblo judío o sometido a la ley del Torah.
Entonces la salvación de un ser humano, depende exclusivamente de él. Es un pacto con Jesús, quién nos enseñó, quién es nuestro Dios Creador, el que nos hizo, y con quién solamente debemos tratar nuestra salvación. Y esto ocurre en forma comunitaria, porque el ser humano tiene una relación personal con sus hermanos de vida. Con ellos realiza, a través del ejemplo, el pueblo de Dios.
Con el amor fraterno todo se logra. El individuo crece y la comunidad crece al ritmo de sus integrantes. ¡Cómo es de maravilloso estar con los hermanos así! Todos aprenden. Todos viven la fe en Jesús. Todos crecen día a día, como la semilla de la mostaza. Se crea así un estilo de vida común, se tiene una raíz en la naturaleza, y un amor divino que permanece siempre en todos, sin distingos. Una unión donde se convive con el Paráclito. Así es el pueblo de Dios, donde todos somos iguales, porque todos somos hermanos.
En el Antiguo Testamento Dios le prometió a Abraham y a Moisés tierra. Después les promete descendencia. Luego libertad. Fueron un pueblo libre. No son esclavos de nadie. Se someten a la ley y a las instituciones. Se forman así las tribus judías. En el año 587 A.C. tienen el problema de la invasión de Nabucodonosor que destruye todo. Las tribus quedan dispersas por los babilonios. Se acabó todo.
Pero los judíos se reinventan. Yo no es por la tierra, como originalmente, sino por la gente que forman las diásporas a los largo del Asia Menos y del Mediterráneo. Gente que comienza a vivir en lo que cree, y vuelve la ley, y se reúnen en las sinagogas a volver a ser judíos. Se ganan nuevamente la identidad. Aunque muchos se casan en Babilonia con extranjeras… pasa el tiempo, y queda la misión de los profetas que le recuerdan a los judíos… su identidad.
Porque el Asía Menor fue un lugar de paso para los imperios de Babilonia, Egipto, Grecia y Roma. Por eso cuando aparece San Pablo, hay que tener presente que él se educó, y tenía conciencia de todo lo que había pasado en su pueblo, y en los otros pueblos gentiles o paganos que convivían juntos.
Sufrir las invasiones, y no obstante conservar su identidad, entre judíos y paganos,  aquella verdad que dejó el crucificado sin distingos, para todos igual. Porque el amor de Cristo no sólo permanece, sino que invade los corazones, con su dulzura, con su ternura, lejos de la violencia. Les llega lo que mejor le ha pasado al ser humano: conocer y vivir el amor de Dios, en uno, y estar unido con Él a todos.
     
 
 

lunes, 18 de octubre de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 77


El hombre de las leyes
En cuestión de violencia, la forma como opera la ley, es precisamente en su esencia para evitarla. Se apela a la ley para resolver los conflictos interpersonales, y evitar ir en contra de la vida que es sagrada, pasajera, única e irrepetible. Cuando se pierde, todos perdemos. Recordemos a Jaime Garzón, y veremos cómo es imposible su reemplazo, por otro humorista como él. El que lo reemplace jamás podrá ser igual. Simplemente sería otra cosa. Lo perdimos, y es verdad, no podemos esperar que otra persona lo suplante.
Entonces la ley tiene una importancia capital para conservar la vida, para solucionar todo, sin apelar a perderla. Nadie tendrá la justificación de quitarla a su antojo. Tanto el individuo como la comunidad no pueden establecer como medio de lucha el homicidio. Ningún ser humano con ética, puede admitir el derecho a quitar la vida; ETA, IRA, FARC, ELN, tienen esa falla. Sabemos que son luchas perdidas, y que jamás van a llegar a tener una aceptación en un estado de derecho.
Ahora que Colombia celebra el bicentenario de la independencia, 2010, volvemos los ojos a nuestra raíz, cuando luego de tres siglos de ser súbditos, llegamos a ser hombres libres, con derechos y obligaciones. ¿Pero cómo nacimos a ser libres? Vale la pena ser conscientes del hecho, porque es necesario fundamentar nuestra vida con la verdad.
Y hay que destacar, en nuestro tema, la figura del Hombre de las Leyes, el general Francisco de Paula Santander. Que junto con Bolívar y Sucre, nos liberaron del yugo español. A través de la historia hemos sentido su influencia en la vida cotidiana actual. No siempre conscientes de ver en la ley el origen de nuestra manera de ser, formados en lo que Bolívar llamó: el hombre de las leyes. Bien podemos estudiar a Laureano García Ortiz, y traer a cuento cómo fue eso. Cómo nació la frase: “Si las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad.” ¿Y quién dijo tal cosa? SANTANDER, naturalmente, el hombre de las leyes, como lo llamó Bolívar.
    

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 76


LOS LÍDERES IGNORAN LA VIOLENCIA
Ciertos líderes no aprenden de lo que dejan las guerras, y continúan cometiendo los mismos errores que en el siglo XX condujeron a las guerras mundiales, con un saldo de millones de muertos. No tienen el cuidado de ver que a eso conducen las xenofobias, que son productos de una falta de visión sobre la vida pasajera, que se mueve sin mirar al interior, en medio de odios y resquemores destructivos.
Un ejemplo claro lo vemos en Chávez, (Venezuela, 2010), quién sindica a los gringos como coautores del atentado contra Correa (Ecuador, septiembre 2010). Se trata de impulsar con esto la xenofobia contra los gringos. Y es que de una época para acá, ya la América comienza a desunirse, porque americanos del sur o del norte, somos todos. Y esto, con la unión de Venezuela con Irán, ya pinta en un futuro la guerra mundial, ya no con millones, sino con miles de millones de muertos.
El periodismo como no ve esto cerca, piensa que no es noticia. Y por eso ahora publican a Fidel (Cuba, 2010), quién habla del homicidio de Jojoy, cometido en forma aleve por las fuerzas armadas de Colombia, un país aliado de los gringos. Y aunque todo el mundo sabe que al morir Castro seguirá Cuba sin libertad, con los cubanos libres viviendo en Miami, no se concibe con qué autoridad moral habla un líder, buen exponente de la xenofobia a que aludimos, como motor de la violencia irracional que separa con odio a los cubanos.
Porque si bien a un colombiano de cepa, que no es gringo, sino muisca, o Arauco, o indígena, o criollo, o mestizo, o mulato, o negro,  que ama su tierra, y que sabe que todos ser humano que pisa el mundo, es diferente a otro cualquiera, tiene la noción educativa de que la libertad reside precisamente en el respeto por otro, porque si no, se producen las xenofobias, como las de Hitler con los judíos.   
Es igual… todo el mundo sabe que estas comparaciones son una enseñanza, y por ello la misión de todo ser humano es evitarlas. Uno ejemplo, vale la pena traer a cuento, para demostrar este aserto: en Colombia, para no hablar sino de una sola masacre, se produjo en un pueblito de la Costa Atlántica, tomado por la guerrilla. Las FARC fueron derrotadas por los paras, y estos en el año 2000 entraron, y mataron a 60 aldeanos, de un corregimiento que apenas tenía 7000 habitantes.
La prensa y la justicia guardaron silencio durante 10 años. Hablaron del tema en el 2010. Y que se sepa, la impunidad continúa vigente. Sólo se ha tratado de indemnizar a las víctimas.
Este ejemplo, no lo ven ni Chávez ni Castro, y son consecuencia de un tipo de violencia que se va formando con los que dirigen la política, en los estratos bajos de los Estados. Los paras justifican haber derrotado a la guerrilla. Y esta continúa ejerciendo la violencia como forma de lucha, ante la indiferencia no sólo de Chávez y Castro, sino del mundo. Se basa en la creación de odios, producto del amor del hombre por lo material, (el narcotráfico), y por una ideología falsa, fundada en la violencia.
Entonces el origen de esta la encontramos no sólo en personajes como Hitler, Napoleón, Chávez y Castro, sino en cualquier hecho humano que le niegue la vida a un ser.
La ideología, como la que formó Jesús, se fundamenta en el amor divino. Sin violencia. Aunque a Él lo crucificaron, no pasó por su mente sino el perdón. Su sacrificio salvó a una porción del mundo que cree en Él, y por desgracia, desde hace 2000 años, espera que todos entremos en el mismo cuento del amor divino.
El budismo tibetano, por ejemplo, habla del Tonglen, que es una experiencia interior que propone que uno asuma los problemas de los demás y se olvide de los propios. Bien difícil, pero ese día que todos hiciéramos Tonglen, acabaríamos con la pobreza, seríamos felices todos, al ver que se acabaron los problemas.
Podríamos hablar de Gandhi que sacó a los ingleses de la India, sin disparar un tiro. Podríamos hablar de todas la religiones que luchan contra toda fuerza espuria, que no respete el derecho a la vida.
El ser humano es pasajero, intemporal, llega con una misión y desarrolla lo que recibe de la familia y la sociedad. Allí reside por eso la civilización, que consiste en vivir feliz, consigo mismo y con los demás. ¡No es más!          
 


LECCIÓN DE CRISTO 14_10_2010


El misterio de la salvación y de la iglesia

Efesios 1, 3-6. El plan divino de la salvación. San Pablo recorre el Mediterráneo, visitando las diásporas judías que viven en comunidad con los paganos. El judío lleva su mentalidad, pero no hablan hebreo, sino en la sinagoga. Son grecoparlantes. Ruah (espíritu) es parte de la persona en hebreo. En griego tiene otro término, y no hace parte de la persona, sino que es un componente externo, no más. Estas diferencias son las que le presentan dificultad a la predicación que ocurre en el año 60 D.C.; era muy difícil la traducción entonces de la Torah. A nosotros nos tocó en Latín, luego no vivimos eso tan difícil de pasar de hebreo a griego.
El evangelio llegaba a las culturas de aquella  época más que por la palabra, por el estilo de vida de los cristianos, que los distingue en el entorno social concreto. Entonces las personas se convertían por la predicación de San Pablo, y por la forma de vida que llevaba. Resumiendo, el evangelio más allá de la predicación es más bien vivencia, lo fundamental, la base, el cimiento. Vivencia cristiana en Cristo en medio de cristianos y paganos.
San Pablo parte de Corinto hacia Roma, donde encuentra su muerte (ejecutado en Roma), pero antes desde allí envía sus cartas al Asia Menor. Desde la presión les escribía. Porque el evangelio se metió en todos los sectores, y era por lo tanto peligroso para el Imperio Romano dominante a todo lo largo del Mediterráneo y el Asia Menor.
Se vive un ambiente cultual a través de himnos que se llaman cristológicos, para asegurar la absorción de la palabra de Jesús en el alma de la comunidad judía y pagana. La gente canta y entiende el misterio de Cristo. A lo largo de las cartas de San Pablo, encontramos los himnos, que van consolidando las tradiciones cristianas.
La comunidades primero viven y después celebran, y no lo contrario. Precisamente lo hacen porque sienten la influencia de las palabras de Cristo en la vida cotidiana. La celebración es pues posterior a la vivencia… Los ritos y los himnos llevan a las personas a celebrar la vida que llevan en la cotidianidad. Es diferente a las personas que van a misa, o se confiesan, sin sentir en su vida ordinaria el sentir del Espíritu Santo que permanece siempre en las personas cristianas de verdad, que están siempre con Jesús y María.
Por ahí es que nos llegan las bendiciones, y la posibilidad de expandir el camino de la palabra de Jesús, que es un gran trabajo de campo social. No es en el templo, solamente. Más que todo aparece en la vida común, donde tiene el mérito para los que practican la palabra sin remilgos y francamente, especialmente a través del ejemplo. Esto es lo que significa ser cristiano.
Todo se fundamenta en el amor. Dios nos ama. A todos, sin excepción, sin medida, siempre. Es misericordia infinita y en gratuidad total. Y es principalmente por medio de la familia. Por eso decimos de Dios, que tiene amor de padre, y nosotros con Él, amor de hijos. Para Él todos somos iguales, sin distinción de raza, estrato, o religión. Además el amor de Dios pasa por nosotros, individualmente, personalmente, sin intervención de terceros. Soy yo y Dios. Es Jesús y yo. Es María y yo. Es el Espíritu Santo y yo. Es cuando Dios nos sale hasta por los poros.
Por eso San Pablo nos dice en Efesios, 1, 3-4: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo.”
 
 
         

domingo, 17 de octubre de 2010

LECCIÓN DE CRISTO 14_10_2010


El misterio de la salvación y de la iglesia

Efesios 1, 3-6. El plan divino de la salvación. San Pablo recorre el Mediterráneo, visitando las diásporas judías que viven en comunidad con los paganos. El judío lleva su mentalidad, pero no hablan hebreo, sino en la sinagoga. Son grecoparlantes. Ruah (espíritu) es parte de la persona en hebreo. En griego tiene otro término, y no hace parte de la persona, sino que es un componente externo, no más. Estas diferencias son las que le presentan dificultad a la predicación que ocurre en el año 60 A.C.; era muy difícil la traducción entonces de la Torah. A nosotros nos tocó en Latín, luego no vivimos eso tan difícil de pasar de hebreo a griego.
El evangelio llegaba a las culturas de aquella  época más que por la palabra, por el estilo de vida de los cristianos, que los distingue en el entorno social concreto. Entonces las personas se convertían por la predicación de San Pablo, y por la forma de vida que llevaba. Resumiendo, el evangelio más allá de la predicación es más bien vivencia, lo fundamental, la base, el cimiento. Vivencia cristiana en Cristo en medio de cristianos y paganos.
San Pablo parte de Corinto hacia Roma, donde encuentra su muerte (ejecutado en Roma), pero antes desde allí envía sus cartas al Asia Menor. Desde la presión les escribía. Porque el evangelio se metió en todos los sectores, y era por lo tanto peligroso para el Imperio Romano dominante a todo lo largo del Mediterráneo y el Asia Menor.
Se vive un ambiente cultual a través de himnos que se llaman cristológicos, para asegurar la absorción de la palabra de Jesús en el alma de la comunidad judía y pagana. La gente canta y entiende el misterio de Cristo. A lo largo de las cartas de San Pablo, encontramos los himnos, que van consolidando las tradiciones cristianas.
La comunidades primero viven y después celebran, y no lo contrario. Precisamente lo hacen porque sienten la influencia de las palabras de Cristo en la vida cotidiana. La celebración es pues posterior a la vivencia… Los ritos y los himnos llevan a las personas a celebrar la vida que llevan en la cotidianidad. Es diferente a las personas que van a misa, o se confiesan, sin sentir en su vida ordinaria el sentir del Espíritu Santo que permanece siempre en las personas cristianas de verdad, que están siempre con Jesús y María.
Por ahí es que nos llegan las bendiciones, y la posibilidad de expandir el camino de la palabra de Jesús, que es un gran trabajo de campo social. No es en el templo, solamente. Más que todo aparece en la vida común, donde tiene el mérito para los que practican la palabra sin remilgos y francamente, especialmente a través del ejemplo. Esto es lo que significa ser cristiano.
Todo se fundamenta en el amor. Dios nos ama. A todos, sin excepción, sin medida, siempre. Es misericordia infinita y en gratuidad total. Y es principalmente por medio de la familia. Por eso decimos de Dios, que tiene amor de padre, y nosotros con Él, amor de hijos. Para Él todos somos iguales, sin distinción de raza, estrato, o religión. Además el amor de Dios pasa por nosotros, individualmente, personalmente, sin intervención de terceros. Soy yo y Dios. Es Jesús y yo. Es María y yo. Es el Espíritu Santo y yo. Es cuando Dios nos sale hasta por los poros.
Por eso San Pablo nos dice en Efesios, 1, 3-4: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo.”

sábado, 9 de octubre de 2010

LA VIOLENCIA 72


SIEMPRE LA VIOLENCIA Y LA ADICCIÓN
Acaban de unirse las FARC y el ELN. Y el resto de los colombianos nos preguntamos: ¿Hasta cuándo? Completamos de 1964 al 2010, 46 años de una guerra que sólo le trae al pueblo destrucción y muerte. Es doloroso ver morir los guerrilleros terroristas, los narcos, los paras, y los soldados y policías. Es casi imposible medir el daño que ocasiona una guerra sin sentido. ¡Ojala tuviera sentido! Y que nos trajera a todos, sin excepciones y distingos, no tanto el progreso material, como el progreso espiritual que necesitamos para aprender a tenernos compasión, fundada en el amor puro por el otro, y un arraigo profundo por nuestra tierra.
Un arraigo como el que tuvo Policarpa Salavarrieta, Antonio Nariño, Santander, y tantos otros, fincados en la naturaleza que heredamos, y que no hemos mirado con el cuidado y amor que debemos tener por lo nuestro. Cómo seríamos de ricos si supiéramos lo que tenemos, empezando por nosotros mismos. La unión que hemos logrado de etnias y culturas. El progreso que hemos conseguido y lo que nos espera si dejamos la violencia para unirnos, no sólo para nosotros, sino para América Latina.
Nuestras costumbres políticas han logrado un desarrollo que puede ser el modelo institucional para llegar a un Estado, con el funcionamiento de sus tres poderes democráticos, respetándose unos y otros. Porque somos, a pesar de nuestros problemas, un buen ejemplo para nuestros hermanos vecinos, más cerca al manejo dictatorial que produce burradas de un tamaño enorme: una fue el bloqueo comercial en perjuicio de los habitantes hermanos de nuestras fronteras. Otro, considerar una violación a la soberanía, el ataque a un campo terrorista ubicado fuera de Colombia. Uno y otro caso, miradas las cosas a nivel de una inteligencia racional, sin los perendengues del poder de figuras, que llegan allí a ejercerlo personalmente, cuando su manejo debe ser institucional, sin personalismo, representando el sentir de los pueblos, y no de las personas en particular.
Lo obvio en un caso, no hacer un bloqueo que perjudica a los habitantes hermanos que viven en unas fronteras, a veces de llanos inmensos y a veces de selvas feraces, imposibles de vigilar. Y en el otro caso, el agradecimiento de las autoridades, tanto ejecutivas como judiciales, de librar su territorio de un campo de terroristas, de los más grandes de América, lo que representa un peligro enorme para el país anfitrión.
Pero ahí no termina la ignorancia de los países hermanos que rodean a Colombia, (y a México), que tienen la misma mirada de los países ricos: el consumo de la droga es legal, y la producción ilegal. ¿Será posible que no veamos la verdad de semejante paradoja? ¿Se nos olvidó lo que pasó con el alcohol a comienzo del siglo XX? Esta indiferencia frente a la verdad, ha convertido al terrorismo en narcotraficante. Ambos agentes ilegales, actúan ahora de consuno, y todos en el mundo actúan como sepulcros blanqueados, o bien, como personajes irresponsables e indiferentes. Nadie se ha preguntado por qué los adictos se destruyen a sí mismos, y de paso a los países productores. La adicción genera tal grado de riqueza, que los bancos serían los primeros que saltarían, cuando se habla de legalizar. ¡Qué horror! ¡Eso nunca! ¿Dándoselas de puritanos?
Seamos claros, el problema de las drogas está regido, no por la ética, sino por los dólares que produce. Seamos claros, porque da grima ver la falta de un criterio ético y racional, al respecto de un tema tan grave para el mundo. Ahora lo vimos, en septiembre del 2010,  cuando la señora Clinton comparó a México con Colombia. Claro, que los hermanos somos diferentes, obvio, pero el problema del narcotráfico, al que se refería la señora Clinton, es igual, y produce  los mismos adictos, y los mismos carteles de la droga, y deja los mismos muertos y la misma corrupción administrativa. Hasta el Presidente Obama estuvo lejos de la verdad. No se trataba de comparar dos pueblos, sino un problema común, a nivel mundial. Los seres humanos no han sabido domeñar las adicciones. Simplemente porque se plantean los placeres de la vida como adicción, y dentro de la libertad, o como ocurre en Colombia en la Constitución del 91, dentro del libre desarrollo de la personalidad, que está por encima de semejante tragedia que generan las adicciones. Cuando la verdadera felicidad de hombre es vivir la vida plena, sin la esclavitud de la adicción, y sin los horrores de los vicios que lo llevan a su propia degeneración, y a la muerte de las neuronas de su cerebro. ¿Será que no está claro?
         Sí, está claro. Pero no hay nadie que se le mida a hacer una revolución que le quite el alcohol, la droga, la prostitución, y las adicciones en general, a un ser dado a desperdiciar su vida pasajera en placeres materiales, que lo hacen infeliz a él, y a los demás. ¡Hablemos claro! ¡No más indiferencia