jueves, 24 de noviembre de 2011

CUENTOS CORTOS # 25


LA VIDA

¿Quién es capaz de definir qué es la vida?, dijo Petrov, escondido detrás de una gran bocanada de cigarrillo. El grupo se pasó una mirada inquisitoria sin respuesta. La universidad tiene momentos que se viven con una intensidad peculiar. Me refiero a la formación de los grupos de estudio que se inician en la clase, pero que acaban de formarse en la cafetería. Allí, tomando tinto, surge el conocimien­to propio de cada uno de sus integran­tes, y cada cual se destapa o se esconde tras la costra que le permite conservar la inti­midad.
A mi me apodaban Cascajo, porque era un poco duro y poco sociable. En clase de derecho el profe me llamó la atención sobre el cuerpo del delito, y de allí salió una gran controversia, porque él se sonrió con lo que le dije en secreto, y todo el grupo quedó intrigado. Nada se supo. Y mi salida fue hablar de epistemología para confundirlos. Porque la epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas del conocimiento y los criterios por los cuales se le justifica o invalida, y esto era una trampa para ocultar ese conocimiento, del que hablamos con el profe, y la razón de su risa.
La epistemología, por ejemplo, puede utilizar métodos y fundamen­tos que tienen que ver más con el corazón que con la cabeza, y en casos extremos, con la Virgen Santí­sima, ¡imagínense!. La mayoría inmensa coincide en hacer una poesía, para explicar la vida. Esa misma pregunta de Petrov, dicha en Alemania, no sabría explicar si se haría o no se haría; si se respondería o no. A lo mejor sería absuelta con una respuesta evidente, obvia. Naturalmente que aquí, imposible quedarse callado, esgrimiendo más imaginación que razón. La tertulia de las diez a.m., después de iniciar clase a las siete de la mañana, era la más agitada. El hecho de haber estado sentados rígidamente en un pupi­tre duro, durante horas, nos hacía estirar los miembros, frotarnos las manos y toda clase de movimientos de calenta­miento de los músculos entumidos y enca­lambrados por el frío y la quie­tud. A Petrov lo teníamos para hacer las preguntas, por su condición de inquisi­dor. Sus ojos negros eran los precisos para mirar, claro, inquisitivamente. Utilizaba un sobretodo gris, que era una  especie de cama ambulante, con una bu­fanda enrollada al pescuezo. Sus padres polacos habían llegado en la década de los cuarenta, con la Segunda Guerra Mundial, vendiendo telas, puerta a puerta. Tenía una singular palidez, que causaba en la primera impresión el susto de estar frente a un anémico.
Yo, era la patada como miembro del grupo. Tenía un mutismo tenaz, con tendencia a la antipatía, y a la actitud autosufi­ciente. No tenía jamás un apunte intere­sante. Cara amorfa, sin gestos; mirada perdida; labios en "u" boca abajo. Me llamaban también Savonarola por mi oratoria estúpida y cínica. Pero la verdad, la sorpresa que causaba ella, era más producto de mis estrategias de permanecer callado todo el año y sólo hablar una o dos veces. ¡Miércoles, este habló!, decían.
Pedro en cambio resaltaba por ser el hombre comunicativo, audaz, simpático e interesante. Una de sus metas con el grupo era jugarse el todo por el todo, siempre que el resultado fuera construc­tivo, pues no resistía el pesimismo. 
Pedro como siempre inició su cháchara que al comienzo por lo impro­visada, adolecía casi siempre de carác­ter acadé­mico. Era siempre como un disparo de tanteo. Antes de responder a Petrov, dijo: Se me ha ocurrido que podríamos comparar la vida vegetal y la animal.  Por ejemplo: los árboles dan fruto. No todo el reino vegetal da frutos. Y hablo de fruto, porque considero que es una muestra del árbol como ser vivo, un elemento que nos per­mita llegar a saber para qué es la vida, por medio del fruto. Pedro hizo un extenso análisis de ambos reinos. Las tres mesas que el grupo unía para contenerlos a todos, miraban hacia  Pedro con un interés diverso. Se oían toda clase de comenta­rios en pro y en contra de uno u otro reino. Hasta llegar a la hilaridad. Qué tipo de árbol podría compararse con Petrov. ¿Un eucalipto, un ciprés, un samán? Habría que ir a la biblioteca, para saber las característi­cas botánicas de cada cual, pero antes una buena risa envolvía las opiniones, más locas que cuerdas.
A mi, por ser Cascajo, me ubicaron en el reino mine­ral. Eres una gran piedra. Eres una roca en la playa. Una piedrita de un río. Una laja para una fosa. Eres cascajo puro. Naturalmente a todos los miré por encima del hombro, y lo más que consiguieron fué desfruncirme el ceño y en los casos extremos, hacerme sonreír. En todo caso, el consenso fue sobre la característica del mutismo de las pie­dras y la distancia que mantienen entre si, lo que les impide todo carácter social, con excepción del conocido uso que hacen de ella los estudiantes de la Universidad Nacional, cuando las vuelven socialistas impenitentes.
Petrov habló para decir que la cosa hasta ahora era lamentable: "Parecen niños de colegio ustedes". Hizo una alusión al carácter moderno que tiene el concepto vida. Antiguamente se confundía el signi­ficado de ser con el de existen­cia. Kierkegaard habla por eso del "existente humano", para encontrar que el ser que conforma ese "existente humano", está conectado con la subjeti­vidad de ese ser. ¿Me explico? Las tres mesas quedaron en silen­cio. Se acabó el humor y entraron todos como en un suspenso tenso. Nos hizo ver  que la comparación entre los tres reinos era válida, menos en cuanto al reino animal racional, es decir, el de los humanos, por tener estos, subjetividad. Luego se dirigió a Pedro, que era el más poeta del grupo para que opinara al respecto. Pedro, que había estado tomando notas en todo este tiempo, respondió: La vida se parece al maullido de un gato en una tapia sin sol. La vida aspira frío y exhala vapor, pero logra superarse cuando es niebla suspendida. Es el humo azul de un cigarrillo pálido y consumi­do. Y cuando se le cae el techo y esta sin zaquizamí, evoca un escenario y un paya­so. La vida es una bomba atómica en bicicleta. La vida se tras­torna y deja de ser vida, cuando los manzanillos se paran y votan. Casi nadie comprende que la vida nunca se pone botas militares; es, en cambio, eternamente des­calza, vestida de trapos o de gris, como los burros.
Una gritería ininteligible acompañó el final de la exposición de Pedro. Los conceptos mayoritarios se enfocaban a que no había que confundir poesía con filoso­fía. Pero fué Petrov nuevamente, terminó haciendo un análisis breve de la exposi­ción de Pedro, y conociendo de antemano las posibilidades racionales del grupo, dijo: Lo que ha dicho Pedro, corresponde a algo muy importante y muy cierto que le ocurre al hombre, desde tiempo inme­moriales, conocidos desde la Grecia Clásica. Pues por medio de la lírica griega el hombre expresa los sentimientos personales e íntimos del autor. Es decir, en otros términos, expresa su subjetivismo. El estar vivo, se conectaba con el subjetivismo para producir ese fenómeno que llamamos existencia. Es la unión de lo objetivo con el ser, y con  lo subjetivo, para hacer la existen­cia del alma. 
¿Entonces? preguntaron las tres mesas al tiempo. Sí, dijo Petrov, es cierto, los conceptos subjetivos de Pedro son cier­tos. Que no correspondan con la realidad; que la vida no sea el humo azul de un cigarri­llo, pálido y consumido, es otra cues­tión. Lo evidente, es que Pedro siente que su vida es así, y eso quiere decir, que es cierta la expresión como manifestación de la exis­tencia de Pedro. No es más.
Alguien refiriéndose a mí, dijo: Cascajo, tenía que salirse con sus burradas. Dizque ha dicho que la vida son los tintos que nos trajo la mesera. ¿Dizque la vida, unos tintos? ¡Que bergajo tan estúpido! Nada de eso, dijo Pedro, tomán­dome del hombro, la vida es el maullido de un gato, en una tapia sin sol.
  No  estoy de acuerdo con eso, Pedro, le respondí. Y me acordé de un verso. Era de la Gruta simbólica que se formó a finales del siglo XIX, y recoge lo mejor del ingenio bogotano. La vida, entonces, es mucho mejor como la sentían antes, y para el caso tomé estos versos de Soto Borda, para explicarlo, haciéndoles ver que lo pusieron preso por un romance, a propósito de nuestra clase de penal que vamos a tener ahora, y donde es imposible que la vida la miremos con amor, a no ser que lo hagamos como lo dice este poeta:
 Amor, por ti estoy preso
¡Como un caco en la Central!
Fue un pecado original
Que principió con un beso…
Ruede la bola, el proceso
Seguirá hasta lo infinito;
Pero no … no estoy contrito,
Porque, alegre en este coso,
¡Sólo pienso en lo sabroso!
¡Que es el cuerpo del delito!
Al entrar a clase el profe nos tenía entre otras cosas, unas palabras en el tablero: El cuerpo del delito. Petrov dio en el clavo, diciendo que ahora sabíamos todos, por qué la risa del profe con el cuento de Cascajo. La risa terminó en Bavia, al revelarse que el famoso cuerpo del delito es nada menos que la vida… Aquella a la que aludió Petrov y Pedro convirtió en el humo azul de un cigarrillo y Cascajo en el amor. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA VIOLENCIA 105


La legalización de la droga

Aunque Al Capone nació en Brooklyn, Nueva York, su vida es muy semejante a la de los narcos actuales MEXICANOS Y COLOMBIANOS. Asesinó a mucha gente para consolidar su poder, y luego de deshacerse de sus rivales más peligrosos, Al Capone siguió enriqueciéndose gracias al tráfico ilegal de bebidas alcohólicas ocasionado por la Ley Seca. Se calcula que en 1927 la fortuna de Al Capone ascendía a millones de dólares. Aunque siempre hacía sus negocios con mafiosos, no en la selva como en Colombia, sino en las ciudades, no había registros que lo relacionasen con sus ganancias, y por eso las nuevas leyes promulgadas en 1927, permitieron al gobierno federal perseguir a Al Capone por evasión de impuestos, para encarcelarlo al fin. El proceso y acusación contra él ocurrió en 1931. Al Capone fue encontrado culpable, el 17 de octubre, en cinco de los 23 cargos y sentenciado a 11 años en una prisión federal. En un principio fue enviado a una prisión de Atlanta en 1932. Sin embargo, el gánster aún era capaz de controlar la mayoría de sus negocios desde este centro, (como ocurre ahora con los narcos en Colombia), se ordenó su traslado a la prisión de la isla de Alcatraz en agosto de 1934. (Recordemos “La Catedral” como se llamó la prisión que construyó para él, Pablo Escobar para hacer lo mismo). Al Capone era vigilado estrictamente y tenía prohibido cualquier contacto con el exterior. Al revocarse la ley seca, (mucho ojo aquí), y con su líder bajo confinamiento, el imperio de Al Capone pronto comenzó a debilitarse. (¿Ocurriría los mismo con la legalización de la droga?)

A mediados de los años 1930, estando en Alcatraz, era una de las personas más famosas que integraron la cárcel, con un cuerpo privilegiado y conocedor de técnicas de lucha, ya que había sido luchador callejero en sus inicios. Al Capone, ya de mayor edad comenzó a mostrar signos de demencia, probablemente a causa de una sífilis sin tratar, que le contagió una prostituta siendo joven. Pasó gran parte de sus últimos años de reclusión en el hospital de la prisión y finalmente fue liberado el 16 de noviembre de 1939. Estaba arruinado, físicamente débil y con la mente deteriorada. Se retiró a su propiedad en Miami Beach, Florida, donde se recluyó del mundo exterior. El 21 de enero de 1947, Al Capone sufrió un derrame cerebral, y murió cuatro días después de neumonía.

Uno se pregunta mirando la vida de este personaje, por qué el hombre, la sociedad, el mundo en general, sigue repitiendo la misma tragedia que concluye siempre en los mismos delitos que Al Capone hacía, y la misma lucha ilegal como ocurre actualmente con el narcotráfico. ¿Quiere decir esto que llegaremos a legalizar la droga? Es difícil pensarlo. Se le daña el negocio a mucha gente importante. Y los  sepulcros blanqueados van a decir que hay que proteger a los adictos con la prohibición del negocio. Y es especialmente difícil que el mundo cambie la manera de mirar a los adictos. Se piensa que la legalización haría un incremento de estos, pero no se ha llegado a comprender que es más importante hacer un programa de divulgación sobre el problema de la droga, en el sentido de que acaba con las neuronas del adicto, quién pasa de la adicción a la enfermedad. Que también acaba con sus familias, y perjudica especialmente a sus hijos menores. Que produce en otros países, (como México y Colombia), el mantenimiento de la guerrilla, los grupos subversivos y el narcotráfico. La carga que cae sobre los dirigentes del mundo al respecto, es grande, porque aunque todos saben que con la prohibición nunca van a acabar con el problema, prima en la mente el dinero que produce la droga por una lado, y la falsa creencia de que la prohibición terminará con el problema como pasó con el alcohol. La gente sensata sabe, que por el contrario la prohibición mundial de la droga mantiene el problema, o lo aumenta. ¿Será que las sociedades y los Estados del mundo seguirán en lo mismo? Sí, mientras haya ignorancia, miedo, falta de carácter y mediocridad, y sobre todo amor a los dólares, como si estos valieran más que la vida.   

sábado, 19 de noviembre de 2011

LA VIOLENCIA 104


EL TERRORISMO

Creo que los colombianos nos extrañamos al oír al señor Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, cuando dice: “Condeno en los más enérgicos términos estos actos de cobardía, (se refiere a lo ocurrido en Noruega en estos días de julio de 2011), para los que no hay ninguna justificación”. La extrañeza se funda frente a lo que hace el terrorismo en Colombia recientemente en Toribío y Corinto en Julio del 2011, actos que pasan desconocidos a los europeos en general.
Estos hechos en Noruega y en estos pequeños municipios de Colombia, tienen exactamente la misma gravedad e importancia, frente a la barbarie del terrorismo. Y es grave aún, cuando estos se representan en el continente, que piensa que el Eurocentrismo es la solución y ejemplo para el mundo.
Los europeos tienen que saber que el eurocentrismo hizo crisis en el siglo XIX en América del Sur, y en el siglo XX en África, porque no se han mirado a sí mismos frente a los guerras mundiales del siglo pasado, y menos aún, a los desastres que dejaron sus conquistas en América y África, en los siglos anteriores, basados todos en la violencia.
Ya es hora de que un acto de terrorismo en Colombia y en Europa tenga la misma condena ética y humana. El mundo está en crisis por eso. La violencia no resuelve nada. La violencia, más que el calentamiento global, está a punto de acabar con el mundo. Las profecías a puntan a eso…
Mientras tanto seguimos con el cuento de Descartes, de pienso cuando existo, cuando la verdad es que debió decir: PIENSO, LUEGO EXISTEN LOS DEMÁS.  
 

viernes, 18 de noviembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 18_11_2011


DE LA CARNE AL ESPÍRITU

Filosóficamente, el ser humano es cuerpo y alma, pero a la luz de la Palabra de Dios el hombre es cuerpo, alma y espíritu (1 Tesalonicenses 5, 23).  Es importante que reconozcamos nuestra consistencia, para saber a qué respondemos y hacia donde debemos conducirnos.
El confundir estos roles, puede hacer que desviemos nuestra atención de lo primordial, que es nuestra vida espiritual.  Es importante y preciso conocer y experimentar esta división, para poder servir a Dios en el espíritu.
El cuerpo es la carne, el alma son las emociones, la mente y la voluntad, mientras que el espíritu es la consciencia, la intuición y la comunión con Dios.  Para los que no llevan una vida de fe, solo tienen en funcionamiento el cuerpo y el alma, y su espíritu esta adormecido, no obstante, para los creyentes, el espíritu es el principal motor que guía su vida.
Siempre habrá una disputa entre el alma (las emociones) y el espíritu (la conciencia de lo bueno y lo malo), para controlar nuestro cuerpo (la carne), es por eso que el Apóstol Pablo sentenciaba que trataba de hacer el bien y quedaba haciendo el mal: “…cuando quiero hacer el bien, el mal se me adelanta” (Romanos 7, 21)
La carne, se deja llevar por sus sentimientos y emociones, se deja conducir por su mente y su propia voluntad, que la lleva a la muerte; mientras que el espíritu propone vida plena y paz.
Pablo nos sigue diciendo: “Los proyectos de la carne están en contra de Dios, pues la carne no se somete a la ley de Dios, y ni siquiera puede someterse. Por eso los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. (Romanos 8, 7-8)
La carne siempre se rebela contra Dios, nunca está conforme, por más que tengamos, por más que nos esforcemos, siempre somos inconformes en la carne. El casado se quiere divorciar, el divorciado se quiere casar, el que trabaja se cansa de su labor, el que no trabaja, quisiera laborar.  Somos inconformes y contradictorios en la carne.
Los que estén bajo el dominio de la carne nunca podrán agradar a Dios, porque su alma, ó sea sus emociones y sentimientos siempre estarán confundidos, como insaciables; por eso es importante pasar de la carne al espíritu.
“Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: libertad sexual, impurezas y desvergüenzas; culto de los ídolos y magia; odios, ira y violencias; celos, furores, ambiciones, divisiones, sectarismo y envidias; borracheras, orgías y cosas semejantes. Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo…” (Gálatas 5, 19-23)
¿Podrías pasar de la carne al espíritu?  ¿Tu espiritualidad es la que domina tu vida, o es tu carne la que tiene el control?
Hoy el Señor, te pide que pases de la carne al espíritu, ¿podrás hacerlo?





martes, 15 de noviembre de 2011

CUENTOS CORTOS # 24


LA MARIPOSA BLANCA

María: me parece que llegar con unas flores a tu casa es digno de ser escri­to, porque trasciende los límites de lo íntimo para pasar a lo puramente dramá­tico. En primer lugar, la sospecha de que yo no te quiero, sino de que hago estas cosas por educación, le dan a tu aspecto un dejo de displicencia y a tus movimien­tos una cierta cosa rígida que produce en tus labios una sonrisa forzada, y en tu brazo derecho un ímpetu y una precisión para botar las flores en el canapé, en donde caen un poco deshojadas. Para qué te molestaste, me dices con los ojos, ¿no sabes que estoy prometida en matrimonio?
En segundo lugar, y es lo más importante, yo no sé actuar, pues aunque te vas a casar, no obstante, me pasa lo de Juan Valera en "Pepita Jiménez":
Soy un vil gusano, y no un hombre; soy el oprobio y la abyección de la humanidad; soy un hipócrita.
Tú, María, cuando te cuento estas cosas ya no ríes. Yo mucho menos. Antes lo hacías porque no nos importaba desci­frar cada uno de los sentimientos que me embargaban, sacándolos del pensamiento a las palabras, para ver qué efecto produ­cían en tus ojos y en tus labios. Y reías, me llamabas candoroso, porque como alguien ha dicho, nada se parece más al candor que la imprudencia.
Cuando supe que te ibas a casar y que ya no tendría posibilidad de tener más charlas de estas conmigo, creí que me iba a dedicar totalmente a la litera­tura, y me puse a leer a don Miguel de Unamuno. Te confieso que no encontré forma alguna de conformarme, a pesar de que hallé frases como esta: “No hay mayor esperanza creadora que en la mente de los desespe­rados”. Pero he leído cosas peores toda­vía. Dizque: “No hay mayor consuelo que el desconsuelo”. Tú odias a don Miguel de Unamuno, ¿no es cierto? Yo defini­tivamen­te, sí. Pero sin razón. Ahora, solo como estoy, te lo compruebo, me ha hecho acordar de vos.
Aquellos juegos cuando la pobre se le escapaba y la perseguía él por la casa toda, fingiendo un triunfo para cobrar como botín besos largos y apreta­dos, boca a boca…
Yo no pienso que todo esto sea puro romanticismo. Ello fuera, si en reali­dad nunca hubiera acaecido nada. Hablo de besos, retozos y cogidas de mano. Ahora, que cuando estoy solo y dormido, acostado del lado iz­quierdo y siento las palpitaciones mías, y veo que no son las tuyas, me horrori­zo. Y pienso también, dolorosamente, que yo te hablo siempre en términos ambiguos, haciendo toda la fuerza para evitar el motivo de no verte, y hablo y hablo y tú no estás. Y me imagino que tú ríes y por dentro lloras, cuando hago chanzas sobre esto, y yo sufro también porque no es traba­joso imaginar contigo esta otra escena que he leído de Unamu­no: Y le decía mostrándole dos dedos de la mano: "¡Otra vez! ¡Dos!. Y ella: "No, no, ya no más, ¡uno y no más!" Y se reía. Y él: "¡Dos!, ¡dos! Me ha entrado el capri­cho de que tengamos mellizos, una pare­jita, ¡niño y niña!"
Bonito, ¿no es cierto?  ¿No te parece que debo estar de acuerdo con los auto­res españoles? Sobre todo, gozo mucho, cuando veo con cuánto acierto ellos relacionan tu corazón con el mío. Los he escogido viejos, porque he querido hacer un amor del siglo pasado contigo.
La gente se debe reir de mí. Y tiene razón. Pero a mí no me importa. Tú tam­bién lo haces un poquito: no saben que tú eres lo menos romántico del mundo. Eres de las mujeres que conozco que se confie­san feas, pragmáticas y prácticas. ¿No crees que sea esto lo que está haciendo este tominejo contigo? ¿Por qué yo soy tu tominejo, no es cierto? ¡Sí!, dices con una sonrisa irónica.
Estoy en desacuerdo con la gente y conti­go, en lo de fea. Yo te he dicho como Wilde mira a las mujeres americanas (del norte), por boca de uno de sus personajes de teatro: "Ellas, dice, jamás hacen como si fueran feas: siempre hacen como si fueran bonitas. Ahí está el secreto de su éxito." Pero a tí esas cosas no te impor­tan a pesar de la seria discusión que tuvimos sobre este respec­to. Te sabes esconder muy bien tras ese bultico rojo palpitante que tienes tras todas tus cosas. Entonces no te importa ser fea, si esas cosas son bonitas, y se vive, como ante un crepúsculo de muchos colores, o como entre las flores; y úno, sobrecogido por ese sentimiento, más hermoso que la belleza física, te dice: tú eres el crepús­culo y también las flores.
Pero para entrar a ese mundo, agacha la cerviz ¡cincabro valiente! ¡Ay! María, cuántas veces te dije, o traté de demos­trar que yo era un tominejo, que necesi­taba de tu consentimiento para dejar de serlo, para tener otra vez dignidad y orgullo. Pero no quisiste, porque no necesitabas de mí.
Dice Ortega y Gasset: "Comparada con el hombre, toda mujer es un poco princesa: vive de sí misma, y por ello vive para sí misma." Yo en cambio, era un mecanismo descompuesto, a quién tú gustabas ver convertido en un animal grande, y allí, encerrada en tí misma, ufana y presuntuo­sa, te reías y me envolvías en tus  ojos amarillos y con destellos fulminantes me asolabas, quebrabas mi persona, y poco a poco ibas recogiendo los destrozos de aquella destrucción, hasta formar con ellos un hombre que yo mismo desconocía. ¡Huy! cómo te divertías con eso! Era un verda­dero drama. Por algo, Ortega y Gasset ha dicho: "La mujer va al teatro: el hombre lo lleva adentro y es el empre­sario de su propia vida. Por eso, de aquella tragedia, uno como empresario, debe decidir si muere o sobrevive."
Sin embargo, yo morí muchas veces en tí. Fuiste tú la que quisiste que sobrevivie­ra. Pero logré mi propósito: te conocí a fondo, tanto como te quise y experimenté, como dice Ortega y Gasset: “...ese patético instante en que la larva se hace, en honor de un  hom­bre, mariposa.”
Bueno María, ha llegado el doloroso momento de relatar finalmente la cara tan triste que pusiste, cuando me dijis­te adiós. Pero, además de eso, te casas­te con Pacho a los quince días, y me dejaste totalmente dedicado a la litera­tura.
Mírala, Platero. Ha dado, como el caba­llito del circo por la pista, tres vuel­tas en redondo por todo el jardín, blanca como la leve ola única de un dulce mar de luz, y ha vuelto a pasar la tapia. Me la figuro en el rosal silves­tre que hay del otro lado y casi la veo a través de la cal. Mírala. Ya esta aquí otra vez. En realidad, son dos maripo­sas: una blanca, ella; otra negra, su sombra.
Y así han pasado los años, con estas frases de Juan Ramón Jiménez. Ahora, ambos viejos como estamos, deberíamos volver a ese jardín a buscar esa mariposa blanca y su sombra. Sé que tú no eres de las que cree que debemos clavarla con un alfiler en la pared, ¿verdad? Que ambos, me parece, la lleva­mos todavía clavada adentro, bien aden­tro, en el alma.

sábado, 12 de noviembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 12_11_2011


EL ENDEMONIADO DE GERASA

Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.» Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.» Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.» Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.» Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.» El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
NOTAS

Gerasa era una ciudad de la Decápolis, reconstruida en tiempos del NT por los romanos. Se encuentra entre el Mar Muerto y el Mar de Galilea.
Decápolis se llamaba el territorio de diez ciudades griegas fundado por Alejandro Magno y sus sucesores al este del Mar de Galilea.
Endemoniado: Se aplica a la persona que está poseída por endemonio. A través de ella actúa el demonio. El endemoniado del cuento estaba viviendo entre los sepulcros en un cementerio. Estaba loco. O mejor, los demonios estaban locos.
Hijo del Altísimo: Jesús hijo de Dios.
Legión: Legión es el nombre que han tomado diferentes cuerpos militares a lo largo de la historia. Legión romana. Legión Española. Legión extranjera. Legión Extranjera Francesa.
Piara: Manada de cerdos.
Espíritu inmundo sal de este hombre. Jesús parece decir: Buscamos solucionar los problemas donde no están, porque es en el hombre donde se encuentra el mal de este mundo. Nos puede parecer ridículo que una piara de cerdos, unos dos mil, se pierdan precipitados al mar por salvar y librar a un endemoniado del espíritu inmundo que lo atormenta, pero es la manera como Jesús restaura el alma del endemoniado, y lo vuelve lo que es en realidad: un hombre con alma, con espíritu. Y lo manda a donde los suyos, a su familia, para que lo reconozcan, porque antes era un demonio, y ya no lo es.
Envíanos a los puercos: La legión de demonios le pide a Jesús que los pase del alma del endemoniado de Gerasa, a el alma irracional de los puercos. Los demonios viven en el alma.
La locura está en la legión: el texto de Marcos 5,1-20, señala que el endemoniado está loco, pero realmente los que están locos, son los demonios de la legión, porque una vez lo abandonan, los porqueros y la gente de la región: “Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio.”

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 9_11_2011


EL HIJO DEL HOMBRE

¿Qué significado tiene para Jesús este título? Veamos qué dicen los evangelistas al respecto:
Marcos 10,45: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Mateo 8,20 y Lucas 9,58: “Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza”.
Mateo 9,6: Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, entonces dijo al paralítico: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."
Marcos 2,10: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): “Levántate, toma tu camilla y anda?”
Lucas 5,24: “ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
Mateo 12,8: “"Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado."
Marcos 2,28: “De suerte que el Hijo del Hombre también es señor del sábado.”
Lucas 6,5: “El Hijo del Hombre es señor del sábado.”
Mateo 16,27: “"Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y ENTONCES PAGARÁ A CADA UNO SEGUN SU CONDUCTA.
Mateo 25,31: “«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
Al respecto dice César Vidal, en su libro “Jesús, el Judío”: “… para entender el contenido que Jesús daba al título de Hijo del Hombre, este servía para designar al Mesías, pero no a cualquier Mesías sino a un Mesías descrito según los cánones isaianos (de Isaías), referente al Siervo, y que concluiría la historia atrayendo hacia sí no sólo a los judíos sino también a los gentiles.
En el libro de Isaías hay varios cantos al Siervo de Yahvé. En el capítulo 42, canto primero del Siervo, dice: “He aquí mi Siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quién se complace mi alma.”
En el capítulo 49, segundo canto del Siervo, Yahvé le dice: “Tú eres mi siervo (Israel), en quién me gloriaré.”
En el capítulo 50, tercer canto del Siervo, dice: “El Señor Yahvé me ha dado lengua dócil, que sabe decir al cansado palabras de aliento…”
En el capítulo 52, cuarto canto del Siervo, dice: “He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobre manera…”

domingo, 6 de noviembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 3_11_2011


¿Qué son las parábolas?

Las parábolas son relatos, historias escuetas, claras, sencillas, y su finalidad es transmitir una enseñanza del modo más comprensible y fácil de recordar. Jesús predica utilizando parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles contenidos ricos y amplios.
Jesús habla del Reino de Dios con tacto y utiliza parábolas en las que, sin ocultar que está diciendo cosas nuevas incita a los oyentes a interesarse y les advierte: "!quién tenga oídos para oír, que oiga". Entenderán los que tengan un corazón dispuesto a la conversión a Dios con el rechazo del pecado.
Todas las parábolas tienen un mensaje sencillo y claro. Y como todas las cosas simples, hay que llevarlas al interior para poderlas examinar y encontrarles su sentido, su enseñanza. Esta relación de parábolas que sigue, es para hacer una tarea de interpretación individual. Ahora la tarea es que cada cual haga el estudio para encontrarle el mensaje profundo que contienen, y grabarlo para ponerlo en práctica. Le hemos puesto un ejemplo, pero cada cual debe hacer la reflexión propia y sacar en firme su contenido.
 
La parábola del sembrador. (Sembrar en buena tierra).
La parábola de la cizaña. (Hay que cuidar la mata para que pueda crecer).
La parábola del grano de mostaza. (Hay que crecer siempre en el día a día).
Parábola de la levadura. (El amor es lo que da sabor al pan).
Las parábolas del tesoro escondido y la perla. (Lo valioso está en nuestro interior).
Parábola de la red barredera. (La limpieza vale más que el mugre).
Parábola de la oveja perdida. (Dejar todo para buscarla).
Parábola de la dragma perdida. (Con paciencia la encontraré).
Parábola del hijo pródigo. (Nos muestra cómo es Papá Lindo).
Parábola de los obreros a la hora undécima. (Dios es quién da el salario a su libre arbitrio. Nosotros respondemos como administradores no más).
Parábola de los invitados a las bodas. (Hay que ir a la boda).
La cuestión de la herencia. (Es un don de Dios lo que recibimos y no una propiedad nuestra).
La parábola del administrador. (La mayor riqueza la tenemos en la imagen que mostremos a los demás).
La higuera estéril. (Lo que no sirve bótalo).
La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro. (El pobre es más que el rico).
Parábola del buen samaritano. (Servir al otro vale más que ser de dedito parado).
La parábola del fariseo y el publicano. (La humildad enaltece más).
Parábola de los dos hijos. (No es el que tiene más plata, sino el que es más en espíritu).
Parábola de las vírgenes necias y prudentes. (La muerte no avisa, hay que estar preparados).
Parábola de los talentos. (No son los talentos los que valen).
Parábola del juicio final. (Todos estamos llamados a él).
Parábola del juez injusto. (La justicia no está en la ley humana, sino en la ley de Dios).
Parábola de los viñadores homicidas. (La mala fe cunde de maldad y no gana, sino pierde).

martes, 1 de noviembre de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 27_10_2011


Resumen de MARCOS: CAPÍTULOS 3 Y 4
Curación del hombre de la mano paralizada: Jesús cura al hombre porque la ley objetiva, creada por el hombre, está por debajo de la ley subjetiva, o moral interior, no escrita, creada por Dios que establece que el hombre está por encima de la ley objetiva.
La muchedumbre sigue a Jesús: porque ve en Él a un ser superior que cura la enfermedad y que domina a los demonios.
Institución de los doce: nombra a sus discípulos para que estuvieran con él y aprendan de él, y queden capacitados para ser apóstoles de la palabra de Dios.
Sus parientes lo buscan: Jesús hace ver que sus parientes somos todos los seres humanos, sin distingos.
Calumnias de los escribas: Es falso que Jesús esté poseído por Satanás, como dicen ellos, por eso puede expulsar a los demonios. Y cura por el poder del Espíritu Santo, que es Dios.
Por qué habla en parábolas:  es la manera de enseñar su doctrina. Hay que penetrar en el interior del ser humano para que pueda entender lo que habla Jesús.
Explicación de la palabra del sembrador: Para sembrar una semilla hay que tener el cuidado de hacerlo en tierra buena.
Cómo recibir y transmitir la enseñanza de Jesús: Hay poner la verdad en un sitio para que la vea todo el mundo. Y en la medida que uno lo haga, de esa manera será medido.
La semilla que crece por si sola: La tierra da el fruto por si sola. Y cuando está madura, viene la siega.
Parábola del grano de mostaza: El Reino de Dios es como un grano de mostaza, que al ser sembrado crece.
Conclusión de las parábolas: Su significado, lo explicaba en privado a sus discípulos.
La tempestad calmada: Jesús domina la tempestad. El Hijo de Dios tiene estos poderes para que todos entendieran quién era Él.
  

CUENTOS CORTOS # 23


APOLINARIA

La dama de los cabellos rojos me inquietó cuando venía, con ese caminado con música de salsa. Descubrió que yo la miraba, y me entró una inquietud desconcertante, porque no hay peor mal que las mujeres descubran nuestros sentimientos, pues enseguida se aprovechan de ellos.
- ¿Qué haces ahí?
Me preguntó y me vió rascándome la cabeza sin saber qué hacer. Alcé los hombros, hundí el pecho, y dando un profundo suspiro respondí: No sé. Ella siguió su camino, en un ademán que invitaba a continuar con ella. Se le veía alegre, como si estuviera estrenando moda, y le intrigaba la actitud mía. A mí me parecía que era de aquellas que se levantan un tipo en cada esquina.
- ¿Y? Dijo, insinuando que la intrigaba mi mutismo, mi comportamiento tímido, hasta tembloroso. Le respondí cualquier cosa. Creo que entonces no le dije mi nombre. Como soy casado escondí disimuladamente el anillo de mi mano.
-Acompáñame hasta el paradero. ¡Es tan aburrido caminar sola! La seguí como un humilde cordero. Le decía al mismo tiempo cosas entrecortadas, porque soy un imbécil, cuando trato de expresar lo que siento. Hasta opté por no mirarla en detalle, me parecía de mal gusto. Ni siquiera le eché una mirada a sus piernas. Y mucho menos a su trasero.
-¿Es que sientes algo por mí? Bueno, me sentí cogido in fraganti. Subí los hombros. Movía los ojos y pestañeaba, de una manera tan desarmónica, que hasta tropecé con una piedra y caí cuando largo soy. Bastó un segundo para que me parara sacudiéndome el vestido. -¿Estás bien? Sí, claro. No se preocupe, le respondí. Y seguí dándome palmadas en la cola y en las mangas. Y cuando se dio cuenta que no me había pasado nada, sonrió con una sonrisa dulce y una expresión de conmiseración, como diciendo para sí: ¡Pobre tipo! -Siento lo que le ha pasado. Me parece que dijo, y yo le expliqué que cuando la vi, sentí algo extraño dentro de mí. Que me atrevía a pensar en el amor, sólo porque cuando este aparece, es algo que no controlamos, no sabemos si para bien o para mal. Nos domina, nos lleva de la nariz, por más que estemos convencidos racionalmente de nuestra locura. De manera que me atrevía a pensar que estaba pasando  algo serio.
-¿Qué es lo que le pasa? ¿Hay algo en mí que lo intranquiliza?
-¡Sí! Tal vez son sus ojos! Esos ojos suyos que me parecen haber visto toda mi vida.
-¡Vaya! Esas son palabras mayores.
Le expliqué que sí, que el mayor problema que seguía, es cómo expresar ese sentimiento. Cómo concretarlo, cómo llegar a la completa realización. Ella rió sin pereza. La divertía muchísimo verme hacer un enorme esfuerzo con mi discurso. Sabía muy bien que con palabras resulta imposible lograr en unos minutos, la proeza de sacar el oscuro corazón humano a la luz.
-¡Pero, no me ha dicho qué es lo que tengo en mis ojos! Me volví a encoger de hombros. Era demasiado atrevida su pregunta para mí. Creo que entonces me cubrí el rostro con ambas manos en señal de impotencia. Estábamos en esto cuando oí el resoplido de los frenos del bus y el golpe de la puerta que se abre, accionada por el aire.
-¿Parece que eres casado?
Se subió al bus en medio de una sonora carcajada. Mi miró, con “aquellos ojos verdes” del bolero, que hacían un contraste formidable con su cabello rojo. La tomé del brazo para ayudarla a subir. Y ella seguía riendo. Arrancó el bus y entonces, con mucha sorpresa, reconocí que era mi mujer. Era Apolinaria que se había pintado el pelo de rojo. Por la ventanilla movía la cabeza, como diciendo: ¡Qué loco! Claro, que en la reconciliación me juró que jamás volvería a pintarse el pelo sin decirme primero. Y que, por otro lado, me llevaría de colado a todos los desfiles de moda para ilustrarme con las últimas novedades de la moda de manera que no me volviera a pasar tamaño desplante.