viernes, 9 de noviembre de 2012

COLOMBIA SOLITARIA ENFRENTA A LAS BANDAS CRIMINALES Y TERRORISTAS. Felicitaciones por este artículo tan hermoso escrito por un columnista español, hablando sobre nuestra Patria. Esto es periodismo, porque ningún periodista colombiano lo hace. Este artículo escrito por este español, nos hace reflexionar de verdad en lo solos que estamos los colombianos en la lucha contra el narcotráfico en sus 2 variantes: Bacrim y Guerrillas COLOMBIA DESDE SU SOLEDAD Por: ALONSO USSIA COLUMNISTA DEL PERIÓDICO “OPINIÓN”-ESPAÑA Me confieso un enamorado de Colombia. No se habla mejor español en el mundo. Y no es preciso acudir a un colombiano de la clase alta y mejor cultivada para oír la belleza de su lenguaje. El dominio y el donaire de la palabra están en todos sus habitantes. Colombia es una nación grande y rica, con dos tragedias que nunca terminan, el narcotráfico y sus dos (2) variantes o expresiones armadas: las Bacrim (bandas criminales), secuelas de las antiguas AUC (grupos paramilitares o de "autodefensa) y los grupos guerrilleros (FARC y ELN). Quizás la tragedia sea sólo una con dos caras diferentes de muerte y ruina.. Sin la guerrilla no existirían otras bandas y fuerzas paramilitares que enredan aún más el drama. Colombia es una nación injustamente desprestigiada. Cierto es que la inmensa red del narcotráfico usa a decenas de miles de inmigrantes naturales para extender el terrible negocio de la droga. Pero otras decenas de miles de colombianos, que nada tienen que ver con las grandes empresas de la muerte, son tratados y recibidos como si fueran delincuentes. Colombia, que es una de las naciones más acogedoras, hospitalarias y cultas de América, es un país que ha asumido su soledad. Me pregunto –y me respondo- si todo el esfuerzo económico y humano que se ha empleado en Irak no hubiese tenido más justificación en Colombia, Colombia no se merece sufrir lo que está padeciendo. La guerrilla que así misma se autodenomina "revolucionaria" (?), las llamadas FARC, ese ejército comandado por "virtuosos asesinos", ocupa una buena parte de su territorio. El gobierno del Presidente Juan Manuel Santos le ha asestado golpes muy fuertes a estos facinerosos, que a nombre de la "revolución" cada día agreden al pueblo colombiano, que no ha contado con el apoyo ni la solidaridad de los gobiernos de otras naciones, que observan impávidos como se masacra a la población impunemente. Pero nadie en el mundo occidental ha reaccionado! Colombia no es tratada como una democracia más, sino como un sistema distinto. Está sola y hemos dejado solos a millones de colombianos pacíficos, honestos, y trabajadores. ¿Por qué contra Sadam Husein y no contra Cano y su ejército de criminales? Una considerable proporción de los llamados “guerrilleros” no saben ni para qué luchan. Un sistema perverso y estalinista los ha hecho presas de su crueldad y ha logrado desprestigiar una patria noble y ansiosa de llegar a la paz. Cierto es que el nuevo mandatario de los colombianos, Juan Manuel Santos, ha querido abrir la puerta para un eventual diálogo con estos asesinos crueles, en aras de encontrar un cese a este conflicto interminable, pero la realidad es no hay diálogo posible con la arrogancia que deriva del fusil, el coche-bomba y el dinero de la cocaína. Los terroristas tienen que sentir que el Estado los va a derrotar, América Latina y el mundo deberían unir sus voces de rechazo a estos astutos y desalmados criminales que desangran a un país que ha resisitido con valentía y dignidad el embate del terrorismo más infame y cruel. Son muchos los años que han transcurrido y el Estado colombiano no parece capacitado para terminar con el terrorismo, que allí no es grupo sino ejército, con un potencial extraordinario y el apoyo constante del gran negocio por el cual Colombia se ve desprestigiada, los países consumidores agachan la cabeza y señalan, cuando son ellos los culpables por ser quienes ponen los capitales y los consumidores. ¿Cuántos colombianos tienen que morir, además de las decenas de miles de ellos asesinados o caídos en la selva luchando contra los terroristas, para que el mundo occidental reaccione? ¿Acaso la existencia de esos ejércitos asesinos favorece intereses ocultos en los países más poderosos de la tierra? Las armas que se les vende a escondidas a estos desetabilizadores terroristas? ¿será ese uno de los motivos? Colombia se muere porque se siente sola. Colombia emigra porque las circunstancias han hecho que allí la vida no se incluya en la relación de los derechos fundamentales. Por mucho que haga el Estado y por admirable que sea el coraje cívico de sus dirigentes, el camino para alcanzar la paz y la rendición del terrorismo se adivina largo y penoso. A uno, personalmente le duele mucho más la tragedia de Colombia que la de Irak. Los colombianos son los nuestros, o mejor escrito, aún mejores que los nuestros. Si hay que actuar con la fuerza en algún lugar para lograr la paz, allí está Colombia, enhiesta y digna. La bellísima nación de gente buena que nos da día tras día, una lección de valentía desde su soledad. Un país desprestigiado como el que más, pero hermoso, culto acogedor y valiente que no se merece la suerte que corre ni la mala fama que lleva en sus espaldas. Son muchas más las cosas lindas con que cuenta este bello país que por tener males tan endémicos sufre, esperamos verla levantando la cabeza y saliendo adelante. !!!ADELANTE COLOMBIA LEVÁNTATE Y SURGE COMO EL AVE FENIX PARA QUE LOS QUE NO SOMOS TUS HIJOS, PERO QUIENES TE AMAMOS Y TE RESPETAMOS, PODAMOS VERTE COMO LA GRAN PATRIA VALIENTE Y HERMOSA QUE ERES. ALONSO USSIA. Enviado desde mi iPad

domingo, 16 de septiembre de 2012

PAZ MATA JUSTICIA

Por: Fabio Lozano Uribe En Colombia hay paz y hay guerra, lo que no hay es Justicia; y no la hay porque nuestros gobernantes siguen contando con los votos de la subversión para fortalecer su caudal político. Los diálogos son eso: la negociación del paquete de leyes que se debe expedir para que los alzados en armas tengan plena libertad de inclinar la balanza de la única justicia que conocemos: la electoral. No importa que traficantes de droga, asesinos y secuestradores queden amnistiados y su reinserción a la vida civil dependa de sumarse a los anillos de pobreza urbanos sin otra opción que dedicarse a la misma criminalidad. No importa que Timochenko recobre el estatus político de las Farc y sus esbirros sean elegidos alcaldes. Importa menos aun que siga habiendo colombianos dejados a su suerte desprovista de ley y de Estado, porque siempre habrá a quien echarle la culpa de la “guerra”. Siempre habrá con quien negociar una siguiente “paz” y, así, a quien echarle la culpa de la “guerra” venidera, la de despuesito y así sucesivamente en un ping pong sin maya, sin mesa y sin raquetas porque normatividad que garantice una misma Justicia para todos es lo que no hay. Podemos vivir en tiempos de paz y en tiempos de guerra, de acuerdo a los titulares de El Tiempo, lo que no podemos es vivir sin Justicia; y eso es lo que nos está asfixiando. El gobierno de Uribe es un buen ejemplo de tal patología. Poner uniformados en las carretas fue una manera de vendernos la ilusión del despeje de nuestras vías respiratorias, hasta que caímos en la cuenta de que eso se logró diseñando una justicia abundante para los paramilitares y otra precaria para la guerrilla. ¡Qué sorpresa! ¿Nos preguntamos de dónde viene el asma crónica que padecemos? Todos los colombianos quieren paz, pero no todos quieren Justicia y menos los que tienen la suya propia de acuerdo a apellidos, capacidad adquisitiva, capacidad criminal, patrimonio o nexos con el poder. Una es la justicia para los Rastrojos y otra para los Uniandinos; una para Inocencio Meléndez y otra para Emilio Tapia; una para Sabas Pretelt y otra para Yidis Medina; una para Nicolás Castro y otra para Jerónimo Uribe; una para el pederasta con las uñas sucias y otra para el violador con el cuello blanco. A la paz le damos aire y a la guerra le damos fuego, mientras la justicia recibe palmaditas en la espalda. Tengo una amiga que se llama Paz Guerra, prima hermana de Vida Guerra la modelo cubana. Pendenciera pero suave y relajada en los momentos del amor. Cuando la llaman por su nombre se abre de piernas con facilidad, como si no hubiera derrotero distinto a la necesidad de lograr un estado de prolongado paroxismo. Cuando saca a relucir el apellido se descompone, se vuelve obstinada en resolver los conflictos que la afligen y en señalar a los culpables de sus falencias o desvirtudes; o sea, en una tarde puede pasar de entregar el goce de sus dadivosos muslos a empuñar la espada del rencor y desatar las rencillas más inútiles. Sin embargo, es justa. Sus principios rigen su vida, no los sacrifica por ganar una pelea o por mantener un ardoroso romance. Están ahí, hacen parte de su estructura como ser humano. Nuestra amiga Colombia, en cambio, es injusta. Se comporta distinto según el marrano. Se acuesta con unos por una poca plata y a otros les pasa la cuenta como si engendrara en ella el Jardín de las Delicias. Deja que los más encumbrados le levanten la falda y se acomoden en sus bajos fondos, mientras se pone retrechera con los menos favorecidos o con menos recursos para negociar caricias o comodidades adicionales. Su proxeneta de turno conoce tales comportamientos y los alienta al extremo de tratar, de tú a tú, a sus más acérrimos enemigos y de congraciarse con quienes la han vejado y utilizado con desconsideración. ¡Cómo será! Que proxenetas anteriores le coquetean todavía, no se acostumbran a la nostalgia de haberla perdido, de no haberla podido usufructuar por más tiempo. Nuestra pobre amiga, entonces, acoge la paz y alimenta la guerra -es su modus vivendi, no sabe otra cosa- pero sin parámetros de Justicia porque quienes se la gozan están más prostituidos que ella y se acostumbraron al río revuelto de su pesca milagrosa. Con los nuevos diálogos de paz y sus buenos augurios por parte de los sapos y de los ingenuos, empieza también la campaña por la reelección del actual Presidente de la República. Un proceso de paz en curso, con buena prensa, es su boleto al próximo cuatrenio. Para prometer la paz sólo se necesita estar en guerra y eso, en Colombia, se puede hacer en cualquier momento porque velamos por que sigan ahí los culpables de siempre. Prometer Justicia, en cambio, es prometer un ajuste de cuentas interno que enfrentaría los poderes públicos, que socavaría la tranquilidad política mínima para garantizar la gobernabilidad y que pondría en la picota pública a protagonistas y antagonistas que así no sean cercanos, o ni siquiera indispensables, coadyuvan en la obtención, mantenimiento y cuidado de lo que verdaderamente está en juego: el poder. Incontables escritos de gente muy seria y comprometida con la crítica constructiva en este país señalaron el fracaso de la Reforma a la Justicia como “una crisis sin precedentes en Colombia.” ¡Por supuesto, no es para menos! Nos trataron de engañar a todos, absolutamente a todos; además pelaron el cobre, se dejaron ver la mezquindad de lo que mascullan y la sin vergüenza con la que actúan. Es increíble ver como muestran sus desacuerdos, e invocan palabras de tratadistas cuyos nombres apenas saben pronunciar, en cosas de poca monta pero en lo “fundamental”, en lo que afecta su investidura y fuero se tapan el rabo alunísono con cariñitos en las nalgas y sacando del mismo tubo el ungüento para las hemorroides que, dicho sea de paso, son incurables. La paz en Colombia es una panacea ilusoria. Un sofisma de distracción que sigue poniendo votos por eso su bandera es recogida del suelo y lavada cuantas veces sea necesario, como mecanismo para soslayar las verdaderas dolencias y evitar los dolorosos tratamientos y curas que necesita nuestro país. Dan risa los columnistas que dicen que con los diálogos de paz Juan Manuel Santos de manera valerosa se está jugando su imagen, sobre todo porque dicha expresión es doblemente falsa: primero porque no se está jugando nada; jugarse su imagen sería exigirle una Justicia igual a quienes la fundamentan y la aplican, por lo pronto, así hagan parte de su caudal reelectoral; y, segundo porque parte de la percepción errónea, pero cada vez más arraigada, de que si la imagen del Presidente permanece inalterable -en el caso de los presentes diálogos, por ejemplo- es que las cosas van bien, de que la paz está cerca y como eso es lo que queremos oír los colombianos pues seguiremos votando por la continuidad de esa ilusión porque lo verdaderamente lamentable en este país es que: Paz mata Justicia. Conviene terminar este artículo con la frase preferida de María Isabel Rueda y que la excusa de cualquier exabrupto o negativismo: “Ojalá me equivoque” y Juan Manuel Santos resulte -digo yo- ser el redentor que necesita Colombia y, como Andrés Pastrana, suene también para el premio Nobel de la Paz que, vaya coincidencia, se decide y se entrega en Oslo.

PAZ MATA JUSTICIA

Por: Fabio Lozano Uribe En Colombia hay paz y hay guerra, lo que no hay es Justicia; y no la hay porque nuestros gobernantes siguen contando con los votos de la subversión para fortalecer su caudal político. Los diálogos son eso: la negociación del paquete de leyes que se debe expedir para que los alzados en armas tengan plena libertad de inclinar la balanza de la única justicia que conocemos: la electoral. No importa que traficantes de droga, asesinos y secuestradores queden amnistiados y su reinserción a la vida civil dependa de sumarse a los anillos de pobreza urbanos sin otra opción que dedicarse a la misma criminalidad. No importa que Timochenko recobre el estatus político de las Farc y sus esbirros sean elegidos alcaldes. Importa menos aun que siga habiendo colombianos dejados a su suerte desprovista de ley y de Estado, porque siempre habrá a quien echarle la culpa de la “guerra”. Siempre habrá con quien negociar una siguiente “paz” y, así, a quien echarle la culpa de la “guerra” venidera, la de despuesito y así sucesivamente en un ping pong sin maya, sin mesa y sin raquetas porque normatividad que garantice una misma Justicia para todos es lo que no hay. Podemos vivir en tiempos de paz y en tiempos de guerra, de acuerdo a los titulares de El Tiempo, lo que no podemos es vivir sin Justicia; y eso es lo que nos está asfixiando. El gobierno de Uribe es un buen ejemplo de tal patología. Poner uniformados en las carretas fue una manera de vendernos la ilusión del despeje de nuestras vías respiratorias, hasta que caímos en la cuenta de que eso se logró diseñando una justicia abundante para los paramilitares y otra precaria para la guerrilla. ¡Qué sorpresa! ¿Nos preguntamos de dónde viene el asma crónica que padecemos? Todos los colombianos quieren paz, pero no todos quieren Justicia y menos los que tienen la suya propia de acuerdo a apellidos, capacidad adquisitiva, capacidad criminal, patrimonio o nexos con el poder. Una es la justicia para los Rastrojos y otra para los Uniandinos; una para Inocencio Meléndez y otra para Emilio Tapia; una para Sabas Pretelt y otra para Yidis Medina; una para Nicolás Castro y otra para Jerónimo Uribe; una para el pederasta con las uñas sucias y otra para el violador con el cuello blanco. A la paz le damos aire y a la guerra le damos fuego, mientras la justicia recibe palmaditas en la espalda. Tengo una amiga que se llama Paz Guerra, prima hermana de Vida Guerra la modelo cubana. Pendenciera pero suave y relajada en los momentos del amor. Cuando la llaman por su nombre se abre de piernas con facilidad, como si no hubiera derrotero distinto a la necesidad de lograr un estado de prolongado paroxismo. Cuando saca a relucir el apellido se descompone, se vuelve obstinada en resolver los conflictos que la afligen y en señalar a los culpables de sus falencias o desvirtudes; o sea, en una tarde puede pasar de entregar el goce de sus dadivosos muslos a empuñar la espada del rencor y desatar las rencillas más inútiles. Sin embargo, es justa. Sus principios rigen su vida, no los sacrifica por ganar una pelea o por mantener un ardoroso romance. Están ahí, hacen parte de su estructura como ser humano. Nuestra amiga Colombia, en cambio, es injusta. Se comporta distinto según el marrano. Se acuesta con unos por una poca plata y a otros les pasa la cuenta como si engendrara en ella el Jardín de las Delicias. Deja que los más encumbrados le levanten la falda y se acomoden en sus bajos fondos, mientras se pone retrechera con los menos favorecidos o con menos recursos para negociar caricias o comodidades adicionales. Su proxeneta de turno conoce tales comportamientos y los alienta al extremo de tratar, de tú a tú, a sus más acérrimos enemigos y de congraciarse con quienes la han vejado y utilizado con desconsideración. ¡Cómo será! Que proxenetas anteriores le coquetean todavía, no se acostumbran a la nostalgia de haberla perdido, de no haberla podido usufructuar por más tiempo. Nuestra pobre amiga, entonces, acoge la paz y alimenta la guerra -es su modus vivendi, no sabe otra cosa- pero sin parámetros de Justicia porque quienes se la gozan están más prostituidos que ella y se acostumbraron al río revuelto de su pesca milagrosa. Con los nuevos diálogos de paz y sus buenos augurios por parte de los sapos y de los ingenuos, empieza también la campaña por la reelección del actual Presidente de la República. Un proceso de paz en curso, con buena prensa, es su boleto al próximo cuatrenio. Para prometer la paz sólo se necesita estar en guerra y eso, en Colombia, se puede hacer en cualquier momento porque velamos por que sigan ahí los culpables de siempre. Prometer Justicia, en cambio, es prometer un ajuste de cuentas interno que enfrentaría los poderes públicos, que socavaría la tranquilidad política mínima para garantizar la gobernabilidad y que pondría en la picota pública a protagonistas y antagonistas que así no sean cercanos, o ni siquiera indispensables, coadyuvan en la obtención, mantenimiento y cuidado de lo que verdaderamente está en juego: el poder. Incontables escritos de gente muy seria y comprometida con la crítica constructiva en este país señalaron el fracaso de la Reforma a la Justicia como “una crisis sin precedentes en Colombia.” ¡Por supuesto, no es para menos! Nos trataron de engañar a todos, absolutamente a todos; además pelaron el cobre, se dejaron ver la mezquindad de lo que mascullan y la sin vergüenza con la que actúan. Es increíble ver como muestran sus desacuerdos, e invocan palabras de tratadistas cuyos nombres apenas saben pronunciar, en cosas de poca monta pero en lo “fundamental”, en lo que afecta su investidura y fuero se tapan el rabo alunísono con cariñitos en las nalgas y sacando del mismo tubo el ungüento para las hemorroides que, dicho sea de paso, son incurables. La paz en Colombia es una panacea ilusoria. Un sofisma de distracción que sigue poniendo votos por eso su bandera es recogida del suelo y lavada cuantas veces sea necesario, como mecanismo para soslayar las verdaderas dolencias y evitar los dolorosos tratamientos y curas que necesita nuestro país. Dan risa los columnistas que dicen que con los diálogos de paz Juan Manuel Santos de manera valerosa se está jugando su imagen, sobre todo porque dicha expresión es doblemente falsa: primero porque no se está jugando nada; jugarse su imagen sería exigirle una Justicia igual a quienes la fundamentan y la aplican, por lo pronto, así hagan parte de su caudal reelectoral; y, segundo porque parte de la percepción errónea, pero cada vez más arraigada, de que si la imagen del Presidente permanece inalterable -en el caso de los presentes diálogos, por ejemplo- es que las cosas van bien, de que la paz está cerca y como eso es lo que queremos oír los colombianos pues seguiremos votando por la continuidad de esa ilusión porque lo verdaderamente lamentable en este país es que: Paz mata Justicia. Conviene terminar este artículo con la frase preferida de María Isabel Rueda y que la excusa de cualquier exabrupto o negativismo: “Ojalá me equivoque” y Juan Manuel Santos resulte -digo yo- ser el redentor que necesita Colombia y, como Andrés Pastrana, suene también para el premio Nobel de la Paz que, vaya coincidencia, se decide y se entrega en Oslo.

PAZ MATA JUSTICIA

  Quico,   como te prometí.   Graciela Kien bloguea Paz mata Justicia Por: Fabio Lozano Uribe En Colombia hay paz y hay guerra, lo que no hay es Justicia; y no la hay porque nuestros gobernantes siguen contando con los votos de la subversión para fortalecer su caudal político. Los diálogos son eso: la negociación del paquete de leyes que se debe expedir para que los alzados en armas tengan plena libertad de inclinar la balanza de la única justicia que conocemos: la electoral. No importa que traficantes de droga, asesinos y secuestradores queden amnistiados y su reinserción a la vida civil dependa de sumarse a los anillos de pobreza urbanos sin otra opción que dedicarse a la misma criminalidad. No importa que Timochenko recobre el estatus político de las Farc y sus esbirros sean elegidos alcaldes. Importa menos aun que siga habiendo colombianos dejados a su suerte desprovista de ley y de Estado, porque siempre habrá a quien echarle la culpa de la “guerra”. Siempre habrá con quien negociar una siguiente “paz” y, así, a quien echarle la culpa de la “guerra” venidera, la de despuesito y así sucesivamente en un ping pong sin maya, sin mesa y sin raquetas porque normatividad que garantice una misma Justicia para todos es lo que no hay. Podemos vivir en tiempos de paz y en tiempos de guerra, de acuerdo a los titulares de El Tiempo, lo que no podemos es vivir sin Justicia; y eso es lo que nos está asfixiando. El gobierno de Uribe es un buen ejemplo de tal patología. Poner uniformados en las carretas fue una manera de vendernos la ilusión del despeje de nuestras vías respiratorias, hasta que caímos en la cuenta de que eso se logró diseñando una justicia abundante para los paramilitares y otra precaria para la guerrilla. ¡Qué sorpresa! ¿Nos preguntamos de dónde viene el asma crónica que padecemos? Todos los colombianos quieren paz, pero no todos quieren Justicia y menos los que tienen la suya propia de acuerdo a apellidos, capacidad adquisitiva, capacidad criminal, patrimonio o nexos con el poder. Una es la justicia para los Rastrojos y otra para los Uniandinos; una para Inocencio Meléndez y otra para Emilio Tapia; una para Sabas Pretelt y otra para Yidis Medina; una para Nicolás Castro y otra para Jerónimo Uribe; una para el pederasta con las uñas sucias y otra para el violador con el cuello blanco. A la paz le damos aire y a la guerra le damos fuego, mientras la justicia recibe palmaditas en la espalda. Tengo una amiga que se llama Paz Guerra, prima hermana de Vida Guerra la modelo cubana. Pendenciera pero suave y relajada en los momentos del amor. Cuando la llaman por su nombre se abre de piernas con facilidad, como si no hubiera derrotero distinto a la necesidad de lograr un estado de prolongado paroxismo. Cuando saca a relucir el apellido se descompone, se vuelve obstinada en resolver los conflictos que la afligen y en señalar a los culpables de sus falencias o desvirtudes; o sea, en una tarde puede pasar de entregar el goce de sus dadivosos muslos a empuñar la espada del rencor y desatar las rencillas más inútiles. Sin embargo, es justa. Sus principios rigen su vida, no los sacrifica por ganar una pelea o por mantener un ardoroso romance. Están ahí, hacen parte de su estructura como ser humano. Nuestra amiga Colombia, en cambio, es injusta. Se comporta distinto según el marrano. Se acuesta con unos por una poca plata y a otros les pasa la cuenta como si engendrara en ella el Jardín de las Delicias. Deja que los más encumbrados le levanten la falda y se acomoden en sus bajos fondos, mientras se pone retrechera con los menos favorecidos o con menos recursos para negociar caricias o comodidades adicionales. Su proxeneta de turno conoce tales comportamientos y los alienta al extremo de tratar, de tú a tú, a sus más acérrimos enemigos y de congraciarse con quienes la han vejado y utilizado con desconsideración. ¡Cómo será! Que proxenetas anteriores le coquetean todavía, no se acostumbran a la nostalgia de haberla perdido, de no haberla podido usufructuar por más tiempo. Nuestra pobre amiga, entonces, acoge la paz y alimenta la guerra -es su modus vivendi, no sabe otra cosa- pero sin parámetros de Justicia porque quienes se la gozan están más prostituidos que ella y se acostumbraron al río revuelto de su pesca milagrosa. Con los nuevos diálogos de paz y sus buenos augurios por parte de los sapos y de los ingenuos, empieza también la campaña por la reelección del actual Presidente de la República. Un proceso de paz en curso, con buena prensa, es su boleto al próximo cuatrenio. Para prometer la paz sólo se necesita estar en guerra y eso, en Colombia, se puede hacer en cualquier momento porque velamos por que sigan ahí los culpables de siempre. Prometer Justicia, en cambio, es prometer un ajuste de cuentas interno que enfrentaría los poderes públicos, que socavaría la tranquilidad política mínima para garantizar la gobernabilidad y que pondría en la picota pública a protagonistas y antagonistas que así no sean cercanos, o ni siquiera indispensables, coadyuvan en la obtención, mantenimiento y cuidado de lo que verdaderamente está en juego: el poder. Incontables escritos de gente muy seria y comprometida con la crítica constructiva en este país señalaron el fracaso de la Reforma a la Justicia como “una crisis sin precedentes en Colombia.” ¡Por supuesto, no es para menos! Nos trataron de engañar a todos, absolutamente a todos; además pelaron el cobre, se dejaron ver la mezquindad de lo que mascullan y la sin vergüenza con la que actúan. Es increíble ver como muestran sus desacuerdos, e invocan palabras de tratadistas cuyos nombres apenas saben pronunciar, en cosas de poca monta pero en lo “fundamental”, en lo que afecta su investidura y fuero se tapan el rabo alunísono con cariñitos en las nalgas y sacando del mismo tubo el ungüento para las hemorroides que, dicho sea de paso, son incurables. La paz en Colombia es una panacea ilusoria. Un sofisma de distracción que sigue poniendo votos por eso su bandera es recogida del suelo y lavada cuantas veces sea necesario, como mecanismo para soslayar las verdaderas dolencias y evitar los dolorosos tratamientos y curas que necesita nuestro país. Dan risa los columnistas que dicen que con los diálogos de paz Juan Manuel Santos de manera valerosa se está jugando su imagen, sobre todo porque dicha expresión es doblemente falsa: primero porque no se está jugando nada; jugarse su imagen sería exigirle una Justicia igual a quienes la fundamentan y la aplican, por lo pronto, así hagan parte de su caudal reelectoral; y, segundo porque parte de la percepción errónea, pero cada vez más arraigada, de que si la imagen del Presidente permanece inalterable -en el caso de los presentes diálogos, por ejemplo- es que las cosas van bien, de que la paz está cerca y como eso es lo que queremos oír los colombianos pues seguiremos votando por la continuidad de esa ilusión porque lo verdaderamente lamentable en este país es que: Paz mata Justicia. Conviene terminar este artículo con la frase preferida de María Isabel Rueda y que la excusa de cualquier exabrupto o negativismo: “Ojalá me equivoque” y Juan Manuel Santos resulte -digo yo- ser el redentor que necesita Colombia y, como Andrés Pastrana, suene también para el premio Nobel de la Paz que, vaya coincidencia, se decide y se entrega en Oslo.

domingo, 2 de septiembre de 2012

LECCIÓN 30-8-2012 El libro del Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento. Se cree (no es seguro), que lo escribió Juan, el evangelista, el discípulo amado. Pero el que lo escribió  toma este nombre para guiar a los discípulos hacia Jesús, porque el libro es totalmente cristrocéntrico, y siempre con el mensaje de la salvación. El genero apocalíptico es el libro de la esperanza cristiana y de la consolación.  La primera parte habla de las Siete Cartas a las  Siete Iglesias. Siete  significa perfección, plenitud, y en un término más filosófico, una totalidad. Es lo que es Cristo. Las siete Iglesias se encuentran en Asia Menor, y nos ubicamos en el Siglo Segundo después de Cristo. Pablo fundó estas Iglesias´cuando comenzaba la persecución contra los cristianos, y es aquí donde entra el mensaje de Jesús, en  los capítulos dos y tres del Ap.    El contexto nos ubica en la revelación que Dios confió a Jesucristo, revelado por intermedio de Juan en el Ap. Por eso él les dice que son dichosos los que escuchan la palabra de Jesús, porque el momento definitivo esta cerca. Yo soy el alfa y el omega, escribe Juan, aludiendo al libro del Éxodo, donde habla Dios diciendo "Yo soy". La simbología utiliza formas del lenguaje para referirse al pueblo y a Dios. Contiene un mensaje de paz y de salvación. La esperanza cristiana fundada en la palabra de Jesús.  La Biblia tiene unos géneros  literarios, formas de hablar. Se intenta a través del genero apocalíptico llevar una mensaje. Esto se  llama hermenéutica: arte de interpretar textos y especialmente los textos sagrados.  Allí vamos a encontrar a Cristo Jesús que es el testigo fiel de Dios, quien nos lleva a comprender el mensaje de las Siete Iglesias, que se encuentran bajo el imperio de la Bestia, como el Ap. se refiere al Imperio Romano, para consolar a las Siete Iglesias. La Bestia tenía esclavizado al pueblo judío. Juan tiene un visión de Dios que se llama teofanía, que es la aparición o revelación de Dios en el AT. Siempre se representa a través de visiones o  signos, de lo que el Señor quiere revelar. Esa es una visión o un signo antropológicos que caracterizan al ser humano.  El AP. 1, 9–20, encontramos varios símbolos: Siete Candelabros de Oro que representan a las Iglesias, y en medio de ellas hay un hijo de hombre que representa a Jesús. Tomar en cuenta que el número siete representa la plenitud, la totalidad. Es decir, toda la Iglesia. Y viene una serie de significados para representar antropológicamente todo lo que representa lo cristológico, que es el fundamento de las Iglesias.  Y dentro de ello está el amor. Dios crea por amor, y esto se ve a lo largo de todos los símbolos que utiliza lo que Juan escribe. Lo que mueve a Dios es el amor puro, y nos ama a través de su hijo. En Ap 1, 17 podemos ver toda la simbiología para describir lo eclesial para llegar a Dios, a la gloria de Dios Padre. Es decir a la salvación. En Efeso, (Ap. 2,1–7), habla Jesús de lo positivo y de lo negativo, y al final hace una advertencia y una promesa al vencedor, a quién le da´de comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios. Los títulos que identifican a Jesús son varios, uno de ellos es el que tiene en la derecha los siete candeleros de oro. Leer y analizar cada palabra, para poder entender la simbología. Amén.    

martes, 28 de agosto de 2012

LECCIÓN DE CRISTO 23/8/2012

Vaticano Primero se diferencia del Vaticano Segundo, porque fue dogmático, y se ceñía a señalar anatemas. El Vaticano Segundo en cambio, luego de las dos guerras mundiales del Siglo XX, se abrió a los cambios, y dejó los anatemas. El anatema se configura por la acción y el efecto de excomulgar, todo  lo que estaba anatematizado conducía a eso.
El Vaticano Segundo fue una puesta al día, un aggionamiento. Puede esto significar ponerte al día con algo.  En lo moral: que te acomodes a los tiempos contemporáneos en algunas conductas. Tiene que ver con la capacidad de adaptación que se tiene que tener ante los cambios que ocurren en algún ámbito determinado.
La Iglesia en general, tiene una cantidad de líneas, y en el concilio se movieron para intentar llegar a acuerdos o formulaciones para su nuevo funcionamiento. Se conservaron unas líneas y se cambiaron otras. En resumen, fuera de la Iglesia hay salvación, pero la plenitud la encontramos en la Iglesia Católica. Antes del Vaticano Segundo, no era así. Funcionaba el anatema con la excomunión.
En esto, como en toda la Biblia, juega la revelación, para conocer como poder llegar a la plenitud. La revelación es una toma de conciencia. El centro de la Apocalipsis, por ejemplo, es la revelación de Jesucristo que se va revelando para que lo entiendan, o la revelación que Él da para estudiarla, analizarla. Se conoce esto como su palabra. Y los que creen en Él, dicen Jesús, yo te sigo y que se haga en mí tu palabra.  
El texto del Apocalipsis es cristológico, y lo que nos interesa es saber  que efectos tienen sus palabras en la historia, tanto lo que dice Él, como lo que dicen de Él. Dios se revela a sí mismo, sabiendo que Él está por fuera del tiempo y el espacio, limitación que tenemos  los seres humanos.
Por eso Jesús se encarnó y vivió con ese limitación, mientras estuvo vivo Lo que pasa es que Dios se reveló, a través de la palabra de Jesús. El verbo se hizo carne... significa que la palabra de Dios se hizo carne en Jesús.
Jesús es sacramento del padre, y la Iglesia es sacramento de Jesús. Sacramento es derivada de una palabra latina que significa juramento, y la aplicaban los romanos cuando se enrolaban en su ejercito. También los romanos la tomaron de una palabra griega que se traduce como misterio. De manera que también puede interpretarse como la imposibilidad para el ser humano de conocer directamente a Dios. Y eso fue lo que hizo Jesús con su reencarnación, como Hijo de Dios, y como mensajero para revelar el misterio.
Dichosos los que escuchemos el Ap, con fe en Jesús. Felices lo que vivamos entendiendo como testigos la revelación de Jesús. Un testigo es un mártir. Tal cual lo es Jesús. 
En el Apocalipsis encontramos cantidad de referencias a Jesús y a Dios.  Veamos algunas:  "Aquel que es, que era y que va a venir". "El testigo fiel". "El primogénito entre  los muertos". "El príncipe de los reyes de la tierra". "Yo soy el Alfa y el Omega". "El Todopoderoso". "El Hijo del hombre". "El Primero y el Último". "El Espíritu que dice a las Iglesias". "El Hijo de Dios". "El que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas". "El que tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar. Si él cierra, nadie puede abrir". Estos son algunos de  los nombres que se encuentran en el primer capítulo del Apocalipsis:  Las Cartas a las Iglesias de Asia.

viernes, 24 de agosto de 2012

CUENTO RELIGIOSO

CUENTO RELIGIOSO
Estudiando el Apocalipsis en la parroquia, en lo referente al simbolismo y a la revelación que trae todo el tema, surgió la vivencia con la vida personal de cada quién, que demostró lo difícil que era por las limitaciones de tiempo y espacio, conocer a Dios y en particular a Jesús, pues su muerte demuestra la incomprensión con relación al simbolismo y especialmente con la revelación para el ser humano carente de fe, o bien dudoso, como casi todos omisos a meditar y entrar  en su interior a conocer la verdad. 
Pongo como ejemplo la época de 1940 del siglo pasado, cuando se vivía el sectarismo  proveniente de la guerra de los Mil Días, que concluyó en 1903, y siguió con el tal sectarismo extremo hasta la estupidez. El ser humano es bastante complejo. Por ejemplo, entonces, mis padres no iban a misa porque los curas eran godos y ellos liberales. Sus últimos años los vivieron en Sopó, entonces un pueblito en donde todo el mundo se conocía. Eran los únicos liberales, junto con el Diablo, el único campesino liberal. Cuando venían las elecciones, el partido conservador llegaba a la Casa Cural. El cura por el parlante instalado en el campanario de la iglesia, hablaba de los liberales comunistas, dignos del fuego del infierno, que eran devotos de la Virgen del Carmen, para aludir a mi madre, a quién todo el pueblo conocía, porque tenía en su cuarto una estatua de María de tamaño casi natural. Cuando llegaban las elecciones y llegaba el Diablo a hacerlo, lo invitaban a tomar cerveza y el Diablo votaba por Laureano Gómez.
El ejemplo es para mostrar como cambian los tiempos, pues de lo relatado ya no queda nada. Un 90% de lo colombianos no tiene partido, y los que lo tienen no se parecen a los partidos del sectarismo.
Este cambio, (cada día cambiamos), demuestra lo pasajero que es el hoy, el ahora. Se va y no vuelve. Lo único que queda vivo es el Apocalipsis, con 2000 años de existencia y Jesús, a quién siempre le decimos que lo amamos y que se haga en nosotros su palabra. Palabra siempre nueva y vigente, simbólica, que nos revela la verdad, el verdadero caminoy la vida.         

miércoles, 22 de agosto de 2012

EL SIMBOLISMO


Tanto el Antiguo Testamento, como el Nuevo Testamento y el Apocalipsis, utilizan este medio para mostrar y explicar los temas bíblicos, cuando se basan, en algunos casos, en revelaciones hacia el futuro, o bien, para mostrar lo que no se ve, ni se podrá ver, cuando estamos limitados por las categorías de tiempo y espacio. El Diccionario de la Biblia de W.R.F. Browning, dice que los  símbolos proliferan en la Biblia, y hace una extensa narración al respecto.  Para simplificar se me ocurre pensar en el Espíritu Santo simbolizado en una paloma, o en Cristo simbolizado en una cruz. Es más simbólica la paloma para llegar a entender que es Dios el que habita en el alma del ser humano, que es una explicación sustentada en la fe, para conocer lo que no se ve. Dios va con uno´y habita en el templo interior del ser humano, simbolizado también por el Espíritu Santo, pero todo conduce a la necesidad de vivir siempre con Dios, en un mundo material lleno de obstáculos que nos impiden ver a Dios a simple vista.
Con la Cruz podemos ver la imagen de Jesús, pero muchos sólo tenemos el símbolo de la cruz para recordar su pasión. La Cruz es más fácil de ver que la paloma, pero en el fondo se ha convertido en un símbolo que nos acompaña siempre, en las buenas y en las malas, aunque muchas veces no nos pasa por la cabeza su Pasión. Podemos estar de fiesta con la Cruz, llevarla de paseo en el avión, y generalmente es el símbolo que ponen las personas para defenderse del pecado. Es más la Cruz, como símbolo nos trae este significado: el triunfo del amor sobre el pecado, o la manifestación del amor de Dios por el ser humano, amor infinito y en gratuidad.
Pero no es fácil entenderlo. El diccionario de la Biblia, citado, nos muestra su complejidad, cuando dice: "Los investigadores modernos están divididos acerca de lo que en el NT es estrictamente fáctico, (los hechos), y lo que es principalmente simbólico".  Seguramente se produce porque la persona al leer, puede imaginarse a su manera lo fáctico. Entonces habría varias interpretaciones, que sólo son superadas cuando el amor puro y el corazón puro, buscan solamente el amor infinito de Dios. Eso lo explica todo.

domingo, 19 de agosto de 2012


´APOCALIPSIS # 1
El libro del Apocalipsis procede del griego, que significa revelación. Es una obra semejante al libro de Daniel del AT. Desde principios del siglo II se atribuyó  Juan, considerado también el autor del cuarto evangelio.
El libro de Daniel del AT, trae varios temas que explican en parte el mensaje del Apocalipsis en unos sentidos específicos. Por ejemplo: se refiere a  a la invasión de Nabucodonosor a Jerusalén, y el envío a Babilonia de judíos educados a la corte del rey, (entre ellos Daniel). El rey conversó con ellos, y los encontró más competentes  que los que había en su corte. 
El rey tuvo un sueño y quiso saber su interpretación, pero los sabios de su corte no fueron capaces de interpretarlo. El rey no les reveló el contenido de este. Y mandó matarlos a todos porque ninguno había sido capaz de revelarle el significado de su sueño, inclusive a los judíos que estaban en su corte. Fue Daniel el que salvó a todos con su interpretación sobre el fin del mundo, que fascinó a Nabucodonosor, quién cayó postrado en tierra, y le dijo a Daniel: "Verdaderamente vuestro Dios es el Dios de los dioses".
 Daniel le dijo al rey que no hay sabios en la tierra capaces de interpretar el sueño que el rey había tenido. El que revela los sueños es Dios. Nadie más puede.
Y la revelación que encontramos en el libro de Daniel, tiene entonces  las  mismas cosas que el Apocalipsis. No sólo el fin de los tiempos, sino las profecías que se sucederán antes de que venga este.

viernes, 10 de agosto de 2012


EL APOCALIPSIS

Viene de un término  griego que significa revelación. Como la revelación es hacia el futuro, representa lo que nos hace saber Dios. Lo escribe Juan en la isla de Patmos... Una isla griega del Mar Egeo, en el Dodecaneso. Los es euros hablan de la Parusía de Cristo. Fue escrito. Durante el reinado de Domiciano, en el año 95 DC. 

La persecución de los cristianos en esos tiempos fue terrible, y el Apocalipsis, era la esperanza, el nuevo pueblo, que ha venido al mundo con Emanuel, (Dios con nosotros), a salvarnos de las manos de Demonio.

Dice 

La Biblia de Jerusalén: El Apocalipsis es la gran epopeya de la esperanza cristiana, el canto de triunfo de la Iglesia perseguida.
Tiene 22 capítulos, las Cartas a las Iglesias de Asia,  el ángel de la iglesia de Efeso, el ángel de la iglesia de Sardes, de Tiara,  de Filadelfia, de Laodicea. Luego vienen las visiones proféticas , el castigo de Babilonia,  el exterminio de las naciones paganas, y finalmente la Jerusalén futura.
EL APOCALIPSIS
Viene de un término  griego que significa revelación. Como la revelación es hacia el futuro, representa lo que nos hace saber Dios. Lo escribe Juan en la isla de Patmos... Una isla griega del Mar Egeo, en el Dodecaneso. Los es euros hablan de la Parusía de Cristo. Fue escrito. Durante el reinado de Domiciano, en el año 95 DC. 
La persecución de los cristianos en esos tiempos fue terrible, y el Apocalipsis, era la esperanza, el nuevo pueblo, que ha venido al mundo con Emanuel, (Dios con nosotros), a salvarnos de las manos de Demonio.
Dice 
La Biblia de Jerusalén: El Apocalipsis es la gran epopeya de la esperanza cristiana, el canto de triunfo de la Iglesia perseguida.
Tiene 22 capítulos, las Cartas a las Iglesias de Asia,  el ángel de la iglesia de Efeso, el ángel de la iglesia de Sardes, de Tiara,  de Filadelfia, de Laodicea. Luego vienen las visiones proféticas , el castigo de Babilonia,  el exterminio de las naciones paganas, y finalmente la Jerusalén futura.

jueves, 2 de agosto de 2012


BOGOTÁ EN 1867
No se trata de una historia, sino de un breve recuento, basado en una vieja guía de 1867, que muestra como cambian tanto las cosas, cuando nos parece mentira ver a Bogotá con 40 mil habitantes ayer, frente al de ahora de siete millones. La descripción de este libro que nos vislumbra  esa arcadia de antes, rebosante de ingenuidad, de costumbres sanas, de sano ingenio, y de todas aquellas cosas que hicieron posible no obstante formar la ciudad de hoy, basado en su ancestro anterior, del que algo queda en su alma. La guía se titulaba: Almanaque de Bogotá. Costaba apenas 80 centavos y se vendía en la imprenta de un señor Gaitán, junto con otros libros muy conocidos, como la gramática de Andrés Bello a 50 centavos, la ortografía de Marroquín a 80 centavos, el manual de la urbanidad de Carreño a 40 centavos, y el catecismo de la doctrina, reformado por el señor arzobispo, a 10 centavos.
Contiene un prólogo de José María Vergara y José Benito Gaitán, y un tratado de historia con el título de Cronología de soberanos y magistrados. Tiene también un almanaque para 1867, arreglado para el meridiano de Bogotá, capital de los Estados Unidos de Colombia, por el doctor Benito Domínguez y aprobado por el ilustrísimo Señor Arzobispo.
Hay una lista de los próceres y mártires de la Independencia para eterna memoria y honra para los que con su sangre sellaron nuestra independencia de España. La nomenclatura de la ciudad de Bogotá era por nombres. Había 26 carreras hacia el oriente, 25 al occidente, 22 al norte y 15 al sur. Los distritos parroquiales eran 4, el de la catedral, con 18.455 habitantes, el de las Nieves con 9.333, el de Santa Bárbara con 6.502 y el de San Victorino con 5.717. En total 40.000 habitantes.
Desde entonces Bogotá era ya una ciudad que tendía a alargarse con 88 carreras y 690 calles. Escasa en zonas verdes con 6 plazas y 9 plazuelas, y como cosa curiosa tenía más almacenes y tiendas que casas de habitación: 2720 de estas últimas y 3127 de almacenes y tiendas. Había 32 quintas y sólo 6 baños públicos. Un observatorio astronómico, un telégrafo, 30 templos católicos y uno protestante, 25 edificios públicos, 50 establecimientos de instrucción elemental, 3 logias, 3 cementerios, dos católicos y uno protestante.
Trae una lista de todos los empleados públicos con su sueldo anual y la dirección de su casa de habitación. En 1867 ya era presidente el general Tomás Cipriano de Mosquera, con un sueldo anual de 9.600 pesos. El menor sueldo corresponde al cartero ordenanza de la Secretaría del Interior y Relaciones Exteriores, con un sueldo anual de 120 pesos, es decir 10 pesos mensuales. Había 4 embajadores y 6 cónsules.
El cuerpo de serenos (porque no había policía como la de ahora), lo componían 20 hombres con un sueldo anual de 109 pesos con 50 centavos. Jacobo Amaya era el encargado del alumbrado público con un sueldo anual de 255 pesos con 50 centavos. Los serenos también contaban con 4 suplentes.
Tenía Bogotá dos prisiones para hombres y una para mujeres. Había 154 penados en total: con 62 detenidos y sumariados, 92 presos de trabajos forzados, 30 de los cuales componían el camino que conduce a Villeta. En cuanto a las mujeres: 11 reclusas y 17 encausadas o detenidas.
Finalmente la guía termina con una lista de abogados, médicos, agencias públicas y comerciales, entre los cuales destacamos unas profesiones y unos negocios que hoy nos suenan extraños: “…armerías, albeiterías, fabricantes de carruajes, casas de tresillo, fabricantes de molduras crespas, fundidores de estribos, hulerías, y composición de sombreros de paja, iluminación de retratos fotográficos, pendolistas, pesebreras, tenerías y muchos otros”.
Todo parece haber cambiado, pero es bueno recordar el pasado en que crecimos, y naturalmente, recordar los valores que se hayan perdido, pero también los defectos que hemos superado. Creo que los mejores valores que se conservan son la buena disposición para el diálogo, y el respeto por la leyes que nos legó el Hombre de las Leyes, el General Santander.


viernes, 27 de julio de 2012




LECCIÓN DE CRISTO 26_7_2012

SAN JUAN EVANGELISTA
Juan, llamado el Evangelista, fue un escritor místico del cristianismo primitivo, al que la tradición considera autor del Evangelio según San Juan, y de otros escritos afines, (joánicos), como el Apocalipsis y de tres cartas, 1 Juan, 2 Juan y 3 Juan. Hay que señalar que el Evangelio de San Juan era anónimo en su origen, y la tradición cristiana más antigua le asigna ese nombre desde casi el primer momento. El autor del evangelio escribe para personas que no conocen las costumbres judías. Según la tradición, para las iglesias de Asia.
Juan es, de los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento, el más poético y conceptual. Juan el Evangelista suele asimilarse a la figura del discípulo amado a través del pasaje conclusivo dado en Jn 21,24. Dicho discípulo, del que sólo se tiene constancia a través del Evangelio de Juan es más conocido por estar recostado sobre el pecho de Jesús durante la última cena (Jn 13,23).
Ireneo de Lyon cuenta que Juan, después del martirio de Pedro y Pablo, se estableció en Éfeso. La tradición nos dice que fue llevado a Roma, y el emperador Domiciano ordenó quemarlo con aceite caliente. No se le considera como un apóstol mártir según la tradición. Se salvó del martirio y fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis. Fue maestro de Policarpo de Esmirna. Después de morir Domiciano asumió Nerva como emperador. Juan pudo entonces volver a Éfeso, donde escribió el resto de sus escritos y murió. Su fiesta, el 27 de diciembre, se celebra con el color litúrgico blanco.
En la introducción a Juan en la Biblia de Jerusalén, se dice que corresponde a la más antigua predicación de la Iglesia: una proclamación de la medianidad y divina filiación de Jesús, partiendo de los “signos”, para desarrollar la fe en Cristo y obtener así la vida.
El evangelio de Juan se presenta mostrando el testimonio de Juan el Bautista sobre Jesús. Refiere a continuación una serie de episodios relativos a la vida de Jesús, muchos de los cuales coinciden con los de la tradición sinóptica. Y termina con los relatos de la Pasión y Resurrección.
Se distingue de los otros evangelios por numerosos rasgos: milagros que los sinópticos ignoran, largos discursos y cristología mucha más desarrollada, insistiendo especialmente en la divinidad de Cristo.

NOTA: el próximo 9 de agosto se reanuda la Lectio Divina, todos los jueves a las 7 p.m., en la Iglesia de Santa Bárbara, en la Plaza de Usaquén, al lado de la entrada del despacho cural.



lunes, 23 de julio de 2012


CUENTOS CORTOS # 39

EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL
No es fácil hacer el discernimiento espiritual, aunque parezca lo más sencillo. Hice un texto con 45 temas de vida para hacer el ejercicio, en 135 páginas tamaño carta, como una experiencia que  tuve en años pasados. El texto comienza así: El hombre se ha olvidado de ver la naturaleza por ver el cemento y el asfalto de las ciudades. Un copetón y sus amigos, me acompañaron a lo largo de esta obra. Se paraban en mi ventana a comer arroz. Me recordaron que uno debe ser sencillo, práctico y ágil para el vuelo. Algo a veces difícil de encontrar en los humanos.
Y recorrí los 45 temas en dos años, luego de hacer meditación ZEN, diez minutos antes para hacer el discernimiento, y terminé el primer tema diciendo quiero volver a ser niño. Quiero jugar. Quiero ver en toda la existencia el milagro de sentirla, como la vi la primera vez. Quiero amar sin complejos a todo el mundo, y andar por el planeta Tierra recibiendo las ondas del Espíritu Santo. Finalmente, hay en la mesa de noche de todo ser humano, un libro que nos regaló Dios, cuando creó el cuerpo y el alma que nos prestó para que hiciéramos uso de ellos. Cuerpo y alma que son prestados, óigase bien, pues no son hechos por nosotros. Este libro tiene una sola hoja y una sola palabra, que le resuelve al hombre todos los problemas. Dios nos lo da, para que cuando estemos cerca de esa mesa, se encuentre su alma sola, porque el cuerpo, como todas las cosas materiales, lo debemos transformar en cenizas más tarde; ese libro, que casi nadie lee, le recuerda lo único que se necesita para ser feliz como un niño: fe.
(Si quiere un ejemplar de 45 TEMAS DE VIDA, llámeme al teléfono en Bogotá 0571- 620-0220, y con mucho gusto le envío un ejemplar).

jueves, 19 de julio de 2012




LECCIÓN DE CRISTO 19_7_2012

LUCAS
El Evangelio de Lucas es el tercero y más extenso de los cuatro evangelios canónicos del Nuevo Testamento bíblico. Relata la vida de Jesús de Nazaret, centrándose especialmente en su nacimiento, ministerio público, muerte y resurrección. Y termina con un relato de su ascensión al Cielo.
Su evangelio tiene una finalidad pastoral: su intención es la profundización de la fe, mostrando a Cristo como el Salvador de hombres y mujeres, resaltando su espíritu de misericordia.
Aunque el evangelio se considera en sí un género literario, la obra de Lucas puede también enmarcarse, dentro de la historiografía helenística. Lo que lleva a pensar así, es la presentación que el autor hace en el prólogo.
Dice en el prólogo (1, 1-2): “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra…) Hoy en día, aunque con muchas excepciones, más estudiosos suelen admitir que hubiese una tradición primitiva básicamente histórica, que afirmase que Lucas, un sirio de Antioquía, influenciado por Pablo, fue el autor; también formaría parte de esta tradición que escribió su obra en Acaya y que murió en Beocia o en Tebas, ciudades de Grecia. Esta tradición básica se habría desarrollado posteriormente basándose en lo que el propio autor afirma en su prólogo y Pablo en sus cartas: que no conoció personalmente a Jesús, pues, según su propio testimonio, fue escrito tras haber «investigado diligentemente todo desde sus orígenes», consultando con «testigos oculares y servidores de la palabra». Que viajó un tiempo con Pablo (pues en los Hechos hay una sección cuando habla de "nosotros"). Que Fue médico, (como dice Pablo en la carta a los Colosenses). El hecho de que sus conocimientos sobre la geografía de Palestina y sobre las costumbres judías sea muy genérico, refuerza la opinión de que no procedía de esa región.
La mayoría de los autores sitúan la composición de este evangelio en la década de los 80 d.C., debido a que suponen que Lucas 21, donde se describe la destrucción del Templo de Jerusalén, acontecida el año 70, es una narración que Lucas pone en boca de Jesús. Él dice: «…llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida» y, respondiendo a la pregunta de cuándo sucedería responde: «Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato», y «Se levantará nación contra nación y reino contra reino».
La conclusión abrupta de los Hechos de los Apóstoles, (escrito por Lucas), contrariamente a lo que se esperaría, no se narra la muerte de Pablo. Parecería indicar que Pablo no habría muerto aún cuando se compuso. Pablo murió bajo Nerón hacia el año 64. Para Lucas el Evangelio llegó hasta los confines de la tierra, y esto lo logra cuando Pablo llega a Roma. De modo que, aunque Pablo hubiese muerto, Lucas habría escrito este final.
Que termina en Lucas 24,51, con la ascensión de Jesús: “… y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo…”

viernes, 13 de julio de 2012


ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 106

EL INTERIOR DE LA VIOLENCIA

Es un libro que trata el tema. Nadie estudia este mal. Nadie quiere leer al respecto. Pero algún día Colombia lo hará, porque de lo contrario el país desaparecerá del mapa. Anunciamos aquí la segunda edición, de Julio de 2012. Dice en uno de sus apartes introductores:

"Pienso que todo lo que podamos hacer para que la sociedad comprenda el mal que nos hacemos con la indiferencia, es la causa que este mal no termine. Con la violencia podemos y en parte estamos destruyendo el país. No lo hemos hecho totalmente, pero si no nos cuidamos, puede que este hermoso país que tenemos se acabe. No son entendibles los ataques de la guerrilla, los narcos, el paramilitarismo, y sobre todas las cosas, la corrupción administrativa, que ha acabado casi con el Estado. El Congreso de la República se ha convertido en un centro comercial, al que puede llegar cualquiera con una inversión en dinero, no importa su condición moral, y muchos menos su condición profesional y ética como legislador.
Bien vale la pena que ataquemos el tema con todas las de la ley, para que llegue este conocimiento, si es posible, al mayor número de colombianos. Es una necesidad básica. 
Tenemos que estudiar una bitácora para marear, (verbo utilizado para cuando un barco sale a la mar), de manera que estemos estudiando el tema hasta la saciedad, si es posible… Bien vale la pena lograrlo… para no hundirnos en el mar.
El libro tiene 200 páginas, en formato tamaño carta, empastado en rústica, y vale $ 50.000.oo. Teléfono 620-0220, Bogotá, Colombia.

 

Copyright: Ernesto Iregui
ISBN:978-958-96675-4-6
Segunda Edición
Bogotá, Colombia
Julio, 2012

 


CUENTOS CORTOS 37

Yesca: el inventor de Chía
hace millones de años

Íbamos andando por la llanura, solos, sin nada a la vista, teníamos hambre y buscábamos agua, y un animal para comer. Habíamos andado sin rumbo fijo siguiendo la rivera del río. Pero no sabíamos donde estábamos. Como siempre seguíamos al Sol. Ya sabíamos que se iba, pero volvía pasado un tiempo. Era difícil comunicarnos porque apenas estábamos aprendiendo a hablar. Por la boca nos salían sonidos raros, gritos y murmullos, pero era difícil entendernos. Había algo que si nos unía:  cuando alguien cazaba un animal, y lo compartía. Si no lo hacía teníamos el precedente de peleas que terminaban mal. Ese día cazamos un animal y lo comimos en paz. Fue difícil prepararlo, pero lo logramos, porque uno de nosotros había descubierto el fuego frotando dos piedras.
Terminamos llenos. Luego seguimos en busca de un sitio para dormir. Donde el viento no molestara. ¿Una cueva? Era lo mejor, pero los cerros no tenían sino lomas pequeñas de suaves inclinaciones.  No sabíamos que hacer,  hasta que uno de nosotros hizo una carpa de cuero, coleccionado de todas las veces que habíamos cocinado con yesca... porque se le quitaba el cuero al animal y se guardaba. El yesquero, como lo llamábamos, fue el que inventó el aparato y la llama que quema. Cuando salió la llama nos admiramos todos. Por eso él era considerado un ser brillante. Lo descubrió trabajando la piedra, cuando hacíamos hogueras para cocinar. Pero el término yesca no se de donde nos vino. Alguien con una seña, puso el dedo en la boca, y reprodujo el sonido que salió de la boca de Yesca… Fue el primero de nosotros que tuvo nombre propio. Siempre que había que cocinar todos lo llamábamos: ¡Yesca! Y el venía y cumplía su misión. Ninguno tenía la habilidad de hacerlo. Fue mucho más tarde que aprendimos. Hacerlo era de vida o muerte.
Una noche, llena de puntos blancos, a Yesca se le ocurrió hacer una representación que ninguno de nosotros entendió, sino hasta después de muchos días cuando apareció con los puntos blancos la Luna, a quién Yesca llamó Chía. Otros compañeros habían llevado la cuenta de los Soles que habían salido cada vez que volvía la Luna. Fue un caso patético porque nos dimos cuenta que Yesca había inventado los números para poder llevar esa cuenta.
Y esa noche nos reunió para contarnos que había descubierto el poder de la Luna, con relación a la vida. La Luna o Chía, nos trae cosas cada tanto. Las matas y las frutas que nos gustan tienen que ver con eso. Y luego se arrodilló e inclinando el dorso comenzó a cantar, lo que luego llamó, la Canción de Dios, el creador de todo.
A Yesca comenzamos todos a quererlo, por todas las cosas que nos había traído. Una de ellas, la canción que entonó esa noche, se convirtió en un himno que repetíamos cada tanto que salía Chía.
Nos había dado a conocer la llama, con la yesca. La palabra Yesca para llamarlo, la Luna a quién llamó Chía, la música que compuso para el himno, y finalmente la necesidad de que al orar todos reunidos por Chía, aprendiéramos a adorarla como diosa. Y a partir de ahí, acordamos construir un código que nos diera las normas para vivir juntos, sin guerras, desarrollando nuestra vida en miles de cosas que surgían al amparo de Chía. Ella nos daba todo. ¡Qué cosa!
Al pasar muchos Soles, algunos nos volvimos viejos y otros murieron. Ya Yesca, una noche de punticos blancos, no dijo que teníamos que regresar a la tierra, a la madre tierra, la que nos da todo. Ella está en tratos con la Luna, para los cultivos. No sabemos cómo, pero entre la Tierra y Chía se ponen de acuerdo para alimentarnos, sobre todo cuando no comemos carne de los animales.
Decía Yesca, que habíamos crecido en cuerpo y alma. Los muertos, que volvieron a la tierra, nos daban la medida para ver crecer las matas que comíamos, convencidos que nuestros ascendientes nos estaban alimentando.
Algunos no quisieron volver a mirar la Luna y se fueron. Otros, permanecimos y Yesca descubrió que había que sembrar en una de las etapas de Luna, para tener un crecimiento pronto de las matas, para calmar el hambre.
Cuando murió Yesca, todo el pueblo se reunió para regresarlo a la tierra. Su recuerdo no lo volvimos a olvidar nunca. Uno de nosotros comenzó a construir símbolos para recordarlo, para hablar de él, cuando entonábamos la canción que nos hizo para las noches con Luna. Un símbolo para la yesca o llama, otro para la música, otro más para la Luna, cuando había que sembrar, y finalmente, otro para reconocerlo como creador de nuestro grupo.
Nos llamamos los yesqueros, y fue un poco tiempo después que perecimos todos, cuando la Tierra se puso furiosa, porque muchos de nosotros no creíamos en Chía, ni hacíamos el homenaje que creó Yesca para darle nuestro amor cada vez que salía al finalizar la tarde, la luz blanca. La Tierra se secó. No hubo matas, ni animales. El viento sopló con fuerza, llevándose todo lo que había.
No se volvió a escuchar ruido. En el despoblado se oyó finalmente el canto de las golondrinas. Pasaron con algarabía y se fueron al no ver nada…


LECCIÓN DE CRISTO 12_7_2012

Mateo
Hacemos un resumen del evangelio según San Mateo según la introducción a los sinópticos que hace la Biblia de Jerusalén. Mateo reproduce de una manera más completa que Marcos la enseñanza de Jesús, (que en gran parte tiene en común con Lucas), e insiste en el tema del Reino de los Cielos.
Su evangelio puede caracterizarse como instrucción narrativa sobre la venida del Reino de los Cielos. Este Reino de los Cielos, representa a Dios, como Rey finalmente reconocido, servido, amado, y había sido preparado y anunciado por la antigua alianza.
Por eso Mateo que escribe para una comunidad de cristianos, venidos del judaísmo, se ciñe particularmente a mostrar en la persona y en la obra de Jesús, el cumplimiento de las Escrituras.
Es cierto que los otros Sinópticos utilizan también este argumento escriturístico; pero Mateo lo intensifica notablemente, hasta el punto de hacer de él, un rasgo característico de su evangelio.
Para Mateo Jesús es el Hijo de Dios y Emmanuel, Dios con nosotros desde el principio. Al final de evangelio, Jesús en cuanto Hijo del hombre, recibe toda autoridad divina sobre el Reino de Dios, en los Cielos y en la Tierra.
El anuncio de la venida del reino, comporta una conducta humana, que en Mateo se expresa sobre todo por la búsqueda de la justicia y la obediencia a la Ley.
Entre los evangelistas distingue también a Mateo su interés explícito por la Iglesia. Es comprensible que este evangelio tan completo y tan bien estructurado, fuera recibido y utilizado con predilección por la Iglesia naciente.

domingo, 24 de junio de 2012




LECCIÓN DE CRISTO 21_6_2012

Marcos 16. El sepulcro vacío. Marcos no habla de las apariciones de Jesús a los Discípulos, como los otros evangelistas. Solamente sabe que las mujeres fueron al sepulcro y un joven, (Marcos 16,5), les dijo que había resucitado. Ellas se asustaron y no dijeron nada a nadie. De manera que termina todo con unas mujeres, a las que un joven, que Marcos solamente lo describe con una túnica blanca, están aterradas. Deja la sensación de que él pensó que todo terminaba así, porque para Marcos lo importante de Jesús, eran los 15 capítulos que mostraban a un Mesías que hacía todo lo que podía para que sus Discípulos entendieran la Buena Nueva, en el sentido que Jesús sí resucita, pero es en el interior del ser humano.
Es allí donde encontramos el milagro de su Pasión. Es en sus palabras que sólo son válidas cuando nacen en el corazón del hombre, y no sólo eso, sino cuando el Discípulo, además, obra como si tuviera al Resucitado dentro de sí. Esa es la verdadera Resurrección del Señor. Somos Jesuses que obramos como Él. Cuando vamos a misa salimos con Jesús Eucaristía dentro, y siempre estamos con Él, durante el día y la noche. En lo cotidiano resolvemos todos nuestros problemas como lo haría Él. Somos cristianos entonces. Debemos resistirnos a que ese nombre no lo roben los protestantes.
Y para Marcos son las mujeres las que llevaron primero la Buena Nueva. Se trata de un nuevo discipulado, iniciado por las mujeres, que acompañaron a Jesús en la Cruz, (Marcos 16,40-41). Más adelante, para Marcos se inicia este nuevo discipulado, (Marcos 16,1-8), cuando las mujeres… muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol… van a buscar a Jesús en el sepulcro. Se trata de un nuevo comienzo, de una nueva era. El Mesías del Antiguo Testamento ha dejado de existir para esta nueva visión. Nace el Mesías del Cristianismo.
Luego en Marcos 16,9-20, que es el final de su evangelio dice la Biblia de Jerusalén: Este final “…forma parte de las escrituras inspiradas; es considerado como canónico. Esto no significa necesariamente que haya sido redactado por Marcos. De hecho se pone en duda su pertenencia a la redacción del segundo evangelio…” En esta parte aparece María Magdalena quién comunicó la noticia a los que habían vivido con Jesús, quienes no creen lo que cuenta la mujer. Hasta que se aparece a los Once Discípulos, y Jesús les echa en cara su incredulidad, y les manda a proclamar la Buena Nueva.
 Hay una película colombiana que muestra muy bien en qué consiste la critica sobre que la gente va a misa, reza el rosario, pero no lleva a Jesús o a María por dentro. Es la gente que necesita que Jesús o María, se aparezcan de verdad y nos inviten a un capuchino en Juan Valdez. En la película no lo hacen con Jesús, sino con María, que creo que tiene más apariciones que Él. Son unas familias que viven en un inquilinato en el Barrio de La Candelaria en Bogotá, y el dueño les pide la casa. Ellos reaccionan y tratan de llevarse partes de la casa para otro sitio, donde se van a alojar. De pronto en una pared aparece un rostro de María, (según ellos), y todos gritan: ¡milagro!, y caen de rodillas, y rezan… ¿Qué significa esto? Que creemos en milagros externos. Eso lo muestra “La Estrategia del Caracol”, como se llama la película, basada en nuestro gente. Por eso es importante que el milagro sea interno. Lo mismo  pasó con La Cruz del Gólgota, como lo mostraron en el programa “Séptimo Día”, de Caracol, donde cuentan como le sacaron a un ciudadano 60 millones de pesos, y el milagro no se produjo, lo que ocasionó la protesta del personaje, que se sintió robado por Jesús. ¡No! Hay que ser precisos, los ladrones fueron otros. Ni Jesús ni María se parecen a los colombianos que dicen que no hay que dar papaya. ¿Qué es esto? Según lo encontré en Wikipedia: Significa dejarle algo muy fácil a otra persona.. por ejemplo dejar la puerta abierta de tu casa, cuando sales, es dar papaya. ¿Cuándo será que los colombianos entendemos que lo ajeno es ajeno? ¿Cuándo sentiremos respeto por el prójimo?