sábado, 29 de enero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 97


La Convivencia Social
Frente a la violencia, que es nuestro tema central, es necesario para combatirla con éxito la convivencia social, que se logra educando para hacer posible la vida y la felicidad. Para todos los días y para toda la vida, para construir un orden donde todos podamos ser felices. Aprender a no agredir al otro es la base de todo modelo de convivencia social y de todo modelo de convivencia social. Discuta y defienda su punto de vista sin herir al otro. Sea fuerte sin perder la ternura y la compasión por el otro. Reconozca que los demás son diferentes y pueden ser su complemento o su opositor, pero no su enemigo.
Aprender a comunicarse es también la base de la autoafirmación personal y grupal. Exprese sus puntos de vista, pero también escuche el de los otros, así habrá reconocimiento mutuo. El medio básico del  reconocimiento es la conversación. Recuerde que una sociedad que aprende a comunicarse aprende a convivir. Aprender a interactuar es la base de los modelos de relación social. Todos somos extraños hasta que aprendemos a interactuar. Aprender a interactuar supone varios aprendizajes: Acérquese a los otros. Comuníquese con los otros, reconociendo los sentimientos y los mensajes de ellos, logrando que se reconozcan los suyos. Comparta con los otros aceptando que ellos están con usted en el mundo, buscando y deseando ser felices y aprendiendo también a ponerse de acuerdo y a disentir, sin romper la convivencia. Disfrute la intimidad y ame a los otros. Sobre todo aprenda a percibirse y a percibir a los otros como personas que evolucionan y cambian en sus relaciones guiados siempre por los Derechos Humanos.
Base de la política y de la economía es aprender a decidir en grupo, es muy importante. Logre la decisión en grupo a través de la concertación. La concertación es la selección de un interés compartido que al ubicarlo, fuera de cada uno de nosotros, hacemos que nos oriente y nos obligue a todos los que lo seleccionamos, a buscar la participación directa o indirecta de todos a los que va a comprometer la decisión. La concertación genera obligación y sirve de orientación para el comportamiento. El grado de convivencia de una sociedad depende de su capacidad de concertar intereses de una forma participativa a todo nivel.
Aprender a cuidarse es la base de la autoestima y el respeto. Cuide, proteja y respete su vida y la de sus semejantes. Preocúpese por cuidar el bienestar físico y psicológico de sí mismo y de los otros. Rechace los actos violentos contra si mismo y los demás. No haga justicia por mano propia.
Aprender a cuidar el entorno es el fundamento de la supervivencia. Acepte que todos somos parte de la naturaleza y el universo, pero que, en ningún momento, somos superiores a ellos. No somos los «amos de la naturaleza». Preserve y haga buen uso de los recursos naturales. Cuide los lugares donde vive, trabaja y se divierte. La convivencia social implica también aprender que para nosotros no es posible sobrevivir si el planeta muere, y el planeta tierra no puede sobrevivir como «nuestra casa» sin nuestro cuidado.
Aprender a valorar el saber cultural, es la base de la evolución social y cultural. Valore sus costumbres, tradiciones y su historia. Entienda que el ser humano no solo evoluciona biológicamente, sino que también cambia a medida que su cultura se transforma. Comprenda que sus saberes y conocimientos son tan válidos e importantes como los de otros.

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 96


LA VISUALIZACIÓN CREATIVA
El embrollo de manejar problemas tan complejos generados por la agresividad, y en general, la violencia, nos ha llevado a desarrollar métodos para llegar a nuestro interior, y mirar como estamos, pues a decir verdad, de ello depende mucho nuestro estado de normalidad interior. Algo que tenemos que cuidar necesariamente para vivir bien, cada minuto de nuestra vida. Minutos que no podemos perder, porque no podemos regresar al pasado. Vivimos en el ahora, ¡y ya!.
No sé por qué, pero lo más sencillo es lo más difícil de hacer. Veamos: ponte cómodo. Deja a un lado los pensamientos negativos y las cosas malas que rodean tu vida. Deja atrás los miedos y las dudas. Deja de lado los pensamientos negativos y las cosas malas que rodean tu vida. Enfócate y haz una lista de las cosas pequeñas y simples que Dios y la vida te han dado, agradeciendo por ellas. Enfócate especialmente en tus cualidades y dones. Busca cualquier cosa que te pueda hacer sentir bien o te de tranquilidad en este momento.
Usa toda tu imaginación y creatividad para hacer una imagen vívida, colorida y descriptiva de lo que quieres lograr. Trata de ver y experimentar la imagen con todos tus sentidos: huélela, pálpala, siéntela, obsérvala. Pinta la imagen que estás imaginando o recorta de una revista alguna imagen que lo represente. Carga esa imagen contigo o déjala en un sitio fijo donde puedas verla continuamente.
Estoy seguro que muchos de nosotros no podemos hacer estas indicaciones, con la voluntad y la perseverancia necesaria para conseguir el  resultado positivo que buscamos. Es como pedirle a un niño que se esté quieto. A las señoras del costurero que se callen, o que no hablen al tiempo.
Lograr meditar 10 minutos, con los ojos cerrados, la respiración toráxica consciente, encerrados en un cuarto a oscuras, con el celular, el computador, el teléfono y el Blackberry apagados, es lo que llamamos un posible imposible.

Pero tenemos que saber que la visualización creativa nos ayuda a comprender y a apreciar mejor los principios y las leyes naturales que  rigen la acción de nuestro universo, y nos ayuda a usar estos principios de la manera más consciente, imaginativa y creativa, atrayendo abundancia a nuestras vidas.
No puedes usar esta técnica para controlar el comportamiento de los demás, o lo que vaya en contra de la voluntad de ellos o de su libre albedrío. El regalo que la visualización nos da es poder destruir nuestras barreras internas, nuestros miedos y dudas que se hallan en oposición al estado de consciencia natural de nuestro ser, que es el amor, y así poder realizarnos como personas libres y manifestar nuestros aspectos más positivos a los demás.
Cierra los ojos, y lleva esa imagen al entrecejo. Trata de fijar todos los detalles del dibujo en tu memoria. Abre los ojos y compara los detalles con el dibujo que has realizado. Pídele con toda tu fe esto que deseas materializar a ese ser superior, a la energía o a aquello en lo que crees.
Desplázate en el tiempo. Ve al futuro y siente, con toda tu pasión y con toda tu fuerza, que eso que quieres ya lo conseguiste. Imagina el momento cuando lo estás consiguiendo. Imagina cómo es el sitio, con qué personas estás, cómo es el clima, etc. Vuelve a tu presente, alegre, contento y feliz. Deja que las cosas fluyan. No te aferres a aquello que pediste, porque sufrirás. Si te aferras a eso, no le darás la oportunidad al universo de que te lo entregue. Continúa disfrutando lo que tienes en tu presente. Siempre existen cosas bellas que puedes disfrutar mientras obtienes otras mejores.
Tienes que estar totalmente abierto y receptivo, y utilizar tu intuición para reconocer las señales que el universo te está mandando. Cuando sientas que ellas se están manifestando en tu vida, no dudes en actuar con toda tu convicción. Tienes que estar totalmente seguro de que eso te va a llegar.
Lo más importante dentro de este proceso es tu forma de sentir, ya que de acuerdo a esos sentimientos podrás comprender y dirigir tus pensamientos. Todo este proceso debes realizarlo diariamente, cada vez más consciente. Cuantas veces puedas, mejor. Este es un proceso que tomará algún tiempo; por tanto, debes convertirlo en un hábito. Lo importante de este proceso es el disfrute de cada paso que das en la consecución de tu sueño. Es sentir la magia de la vida mientras estés en el proceso.
No puedes pedir nada que vaya en contra de la voluntad de otras personas ni de su libre albedrío. Por eso  al aplicar esta visualización, el éxito radica en que siempre te enfoques en lo positivo que quieres atraer a tu vida. Tienes que ser congruente y estar en la misma frecuencia con lo que quieres materializar. Cuando lo que estás pensando, lo que estás sintiendo y lo que quieres atraer a tu vida vibran en una misma frecuencia, lograrás atraerlo. Si piensas de manera positiva, si te sientes feliz y la imagen que quieres de tu vida está llena de pasión, amor y agradecimiento, te sentirás maravilloso, y eso será lo que obtendrás. Cuando te llegue algo negativo, inmediatamente debes reemplazarlo por esta imagen positiva que has creado.
La visualización creativa puede ser manejada para hacer una transformación interna y profunda de tu mundo, para que tu espíritu pueda crecer y expandir la consciencia.





ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 95


LA AGRESIVIDAD

La agresividad es un fenómeno complejo. Unos dicen que es innato y otros que es adquirido. La agresividad en psicoanálisis es una PULSIÓN, que definida por el diccionario es energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo, produciendo un ofendido, un herido o un muerto a bordo.
La agresión activa se divide en física y verbal. La física que se traduce en golpes y heridas, y en golpes a un sustituto de la víctima, como cuando el victimario no mata al agredido, sino a su mamá, para que le duela más. Y la agresión activa verbal en insultos directos, con el famoso HP, indio sarrapastroso, viejo hijuemadre, etc.; y en murmuración indirecta, como cuando nos referimos al agredido como un hijo de la gran casualidad, cuando hablamos de él a las otras personas.
La agresión pasiva física directa se produce al impedir un comportamiento normal de resperto al otro, como debe ser normalmente. Y la pasiva física indirecta en un rechazo a participar en un comportamiento de homenaje al agredido, como cuando nos negamos a ofrecer un homenaje al HP ese, ¡de marras!
La agresión pasiva verbal  directa se produce cuando hay negativa a hablar, diciendo a los otros que estamos con pajita en boca: y la indirecta en negativa a conformarse con el perdón que nos pide el ofendido o el agresor en potencia.
Como podemos ver, el enredo que mantenemos en el interior es tremendo. Lo único que sabemos cierto es que se presenta y de qué manera, para cogernos al menor descuido y meternos en el enredo madre de la vida. Pero en esas nos la pasamos sin meditar.
Somos como un gusano de seda… realizamos un complejo proceso con el hilo de seda para formar el capullo o crisálida, para dejar de ser gusano y transformarnos en mariposa… Esto es correcto en las larvas de seda. Pero en los humanos, quedamos envueltos en el hilo de nuestras creencias, que hemos formado con antipatías, malos humores, odios, resquemores, envidias, en fin, con la agresividad innata que tenemos consciente o inconsiente; de tal maneras que no podemos romper la crisálida para llegar a ser mariposa, y librarnos de tanta plaga de impedimentos que nos impiden volar.
Por eso es clave que miremos nuestra agresividad. Es bien difícil. Complejo… El gusano de seda teje su crisálida con un hilo que puede llegar a medir 1500 metros de largo. El capullo de los seres humanos no tiene medida ni tiempo. Siempre está presente a lo largo de toda la vida.
LAS PERSONAS DE AVANZADAS EDAD

Podemos traer el ejemplo de la agresividad en los viejos, para ver otro aspecto más, con frecuencia bien visible. Al envejecer, las personas viejas se acercan a lo que han construido durante su vida. Si la agresividad fue lo que caracterizó los rasgos de su personalidad, puede costarle mucho trabajo cambiar. O también puede corresponder su estado al causa­do por una afección. Es lo que sucede en el caso del anciano que, habitualmente dulce y afectuoso, se vuelve desagradable, irritable, hostil e, incluso, verbal y físicamente agresivo. En cam­bio, cuando el anciano, conocido por su mal carácter, manifies­ta una agresividad cada vez menos pronunciada que aquella a la que todo el mundo se había acostumbrado, encontramos un cambio positivo, que va a mejorar su calidad de vida.

Pero la agresividad en el anciano puede acompañar otras afecciones. Los episodios agresivos no son raros en la de­mencia de Alzheimer. La agresividad es susceptible de apare­cer en un contexto de desorientación y trastornos importan­tes de la memoria. Un cáncer, a través de sus localizaciones cerebrales secundarias (metástasis), puede comportar tras­tornos del comportamiento con agresividad. El sujeto de edad avanzada, habitualmente sosegado, que encuentra difi­cultades para expresar lo que siente, puede manifestar acce­sos bruscos de agresividad en caso de dolores intensos.

Así, el enfoque médico de las personas de edad avanzada constituye una especialidad de pleno derecho en el mismo grado en que lo es la psiquiatría infantil y de la adolescencia. La agresividad ocupa en ella un lugar particular y debe ser explorada para poder apaciguarla.

Hemos visto que la agresividad puede presentar también consecuencias positivas, y eso merece ser subrayado. Un mundo sin agresividad es ilusorio, porque forma parte de la vida. Simplemente, siempre se puede intentar volver más fa­vorables sus consecuencias. Las soluciones propuestas  pueden parecer insignificantes comparadas con la extensión de las manifestaciones de la agresividad, pero la emergencia de consecuencias positivas comienza ante todo a nivel individual. Si, después de haber leído este texto, tu mirada sobre la agresividad que te rodea y habita en ti ha cambiado, habrá cumplido su misión. Sentirás, quizá, tanta empatía hacia tu prójimo, como hacia ti mismo, y todos los días te sor­prenderás encontrar en ti la agresividad que debes controlar... Es pues un ejercicio de carácter, una experiencia que forma la personalidad humana, cuando es consciente y es dominada totalmente. Es cuando no ladramos como los perros, o gruñimos como los tigres.

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 94


LA ACTITUD

     Es probable que la violencia se pueda mitigar, y hasta desaparecer, si las naciones estudian la actitud  de sus pueblos, y logran una conversión racional, basada en la democracia, que nace al pasar la persona humana de súbdito a hombre libre. ¿Pero qué es hombre libre? Un sujeto con derechos y también con obligaciones. Gandhi dice: el cumplimiento de nuestras obligaciones, es lo que genera nuestros derechos. Y esas obligaciones, lo vamos a ver, se cumplen cuando los seres humanos trabajan, producen, no son burócratas, producen, generan la riquezas de sus países.
       Investigaciones demuestran que la diferencia entre los países pobres y los ricos no es su edad… o su antigüedad. Esto puede ser demostrado por países como India y  Egipto, que tienen más de  3000 años y aún son muy pobres. Por otro lado, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, que hace 150 años eran  desconocidos, hoy son países desarrollados y ricos.  La diferencia entre países pobres y ricos tampoco reside en los recursos naturales disponibles. Por ejemplo Japón posee un territorio limitado, 80%  montañoso, inadecuado para la agricultura y la cría de ganado, pero es de las economías más grandes del mundo.  Este  país es como una inmensa fábrica flotante, importando materia prima de todo el mundo y exportando productos manufacturados.
     Otro ejemplo es Suiza, que no produce cacao, pero  tiene el mejor chocolate del mundo. En su pequeño territorio cría animales y cultiva el suelo durante apenas cuatro meses al año. No obstante, produce lácteos de la mejor calidad.  Es un país pequeño que ofrece una imagen de seguridad, orden y trabajo, que lo transformó en la caja fuerte del mundo. Ejecutivos de países ricos que se relacionan con sus pares de países pobres evidencian que no hay diferencia intelectual realmente significativa. La raza o el color de la piel tampoco son importantes: inmigrantes calificados como perezosos en sus países de origen son la fuerza productiva de países europeos ricos.
CUESTIONARIO
Hay una serie de preguntas que debemos hacernos, como por ejemplo estas: ¿Qué opina usted de la actitud? ¿Cree que el país mejoraría si la gente produjera más? ¿En su entender qué hay que cambiar de la actitud de los colombianos? ¿Cuáles son las virtudes que se requieren para tener una buena actitud? ¿Ser violento es tener una buena actitud? ¿Usted cree que tener adicciones es tener buena actitud? ¿Para ser feliz hay que tener buena o mala actitud?
Las respuestas pueden ser las siguientes, pero claro que valen más las que tenga cada persona a su manera. ¿En dónde está entonces la diferencia entre tener buena o mala actitud? ¿Entre escoger la adicción como medio de felicidad y tener una actitud sana? ¿Entre vivir en paz y en guerra? ¿Entre pedir limosna y trabajar?
  La diferencia es la actitud de las personas, moldeada a lo largo de los años por la educación y por la cultura.  Al analizar la conducta de las personas en los países ricos y desarrollados, constatamos que la gran mayoría sigue los siguientes principios de vida para tener una buena actitud frente a vivir feliz: La ética, como principio básico. La integridad. La responsabilidad. El respeto a las leyes. El respeto por los derechos de los demás ciudadanos. El amor por el trabajo. El esfuerzo por el ahorro y la inversión. El deseo de superación. La puntualidad.
En los países pobres apenas una minoría sigue esos principios básicos en su vida diaria.  No somos pobres porque nos falten recursos naturales o porque la naturaleza fue cruel con nosotros. Yo sugiero a quien tenga la voluntad de querer cambiar a nuestra patria, que nos agrupemos por este medio (Internet) y empecemos a hacer «COLOMBIA NUEVA ACTITUD».
POR EJEMPLO: Buscar a QUIENES están en condiciones de ayudarnos a cambiar LA ACTITUD.  Llegar a QUIENES influyen con mayor incidencia en esa ACTITUD que observamos es la causa de todos los problemas. Apoyarnos en quienes pueden influir en el mayor número de colombianos para propagar la NECESIDAD URGENTE de cambiar la ACTITUD del colombiano común. Buscar que el Gobierno, las religiones, los políticos, las universidades, colegios, escuelas,  empresas, banca, comercio, medios de publicidad, prensa, etc., etc. orienten su misión, visión y objetivos hacia MEJORAR LA ACTITUD DE LOS COLOMBIANOS en una forma franca y abierta;  considerando nuestra situación presente como una verdadera DEBILIDAD y causa de nuestro SUBDESARROLLO.
¿Recuerdan la GRAN CAMPAÑA DEL JAPON POR «LA CALIDAD»?  Iniciemos TODOS, la mejor campaña colombiana por «LA ACTITUD», y  pronto seremos mejores que cualquier país del mundo, porque tenemos todo cuanto les falta a los demás. ¿COMO LOGRARIAMOS LO ANTERIOR?  Enviando positivos mensajes a todos, hablando permanentemente de la necesidad de cambiar y hacer cambiar la ACTITUD en los demás, SIN INTERES PERSONAL.  Solicitando permanente e insistentemente a quienes pueden, que emprendan el cambio.
     Esforzándonos por que este propósito no sea individual ni únicamente de una colectividad, sino de TODOS LOS COLOMBIANOS.  No escatimar esfuerzo para DEMOSTRAR a todos que el MEJORAMENTO DE LA ACTITUD ES PRIORITARIO o seguiremos siendo considerados SUBDESARROLLADOS. Elijamos a los políticos que incluyan estos propósitos en sus planes de gobierno.  Somos pobres porque nos falta actitud. Nos falta voluntad para cumplir y asumir esos principios de funcionamiento de las sociedades ricas y desarrolladas.
     SOMOS ASÍ, POR QUERER LLEVAR VENTAJA SOBRE TODO Y TODOS. SOMOS ASÍ POR VER ALGO QUE ESTÁ MAL Y DECIR: «NO LE PARES BOLAS.» DEBEMOS TENER ACTITUDES Y MEMORIA VIVA. SOLO ASÍ CAMBIAREMOS LA COLOMBIA DE HOY.
     Si usted NO CAMBIA DE ACTITUD nada le va a pasar. Su mascota no va a morir, usted no perderá su trabajo, no va a tener siete años de mala suerte y tampoco se enfermará. Si usted ama a su país CAMBIE DE ACTITUD!!! Probablemente usted es una de esas personas que hace la diferencia y lucha por cambiar una sociedad corrupta y sin principios. Pero, no olvide que hay muchos que todavía necesitan entender que la falta de principios es la raíz de la miseria.

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 93


EL PERDÓN

Este es otro punto importante en el comportamiento de las personas violentas que nadie estudia. Hace dos mil años Jesús dijo que deberíamos amar a nuestros enemigos, y esto ha sido imposible, por motivo que no nos enseñaron a perdonar y a conciliar. Nadie se toma ese trabajo. ¡Qué pereza! Y cuando lo hacemos, nos queda en falso, pues en el interior nos decimos de dientes para afuera, sí, perdonamos. Pero de dientes para más adentro, donde está Jesús, no lo hacemos, pues nos queda la rasquiña del resentimiento, que es superior a una montaña como el Everest.
Jesús es el mejor maestro para desenmascarar el falso perdón y avanzar en el camino del entendimiento y la reconciliación. Solo así podemos renovarnos y ser libres, destruir la culpa, soltar la rabia y encontrar sosiego.
Falso perdón es negar la ira, no reconocer las heridas y engañarnos con un perdón rápido y superficial. Falso perdón es seguir de víctimas cuando la salida está en valorarnos y tomar el control de la vida. También es falso perdón culparse o culpar, ya que la culpa enferma, paraliza y aprisiona. Falso perdón es decir «perdóname» sin sentirlo y sin un firme propósito de mejoramiento. Auténtico perdón es soltar la ira, asumir el dolor, tomarse el tiempo necesario y llegar hasta las raíces del mal.
Auténtico perdón es responder con el alma, con todo el corazón. Auténtico perdón no es olvidar, sino recordar en paz; es nunca verse superior a nadie puesto que el perdón es un acto de amor y humildad. Auténtico perdón es ponerse en el lugar de los otros, verlos con los ojos de Dios y aceptar que hacen daño porque apenas están descubriendo las delicadas leyes del universo y el espíritu. Están aprendiendo que aunque Dios no juzga y es pura compasión, todo lo que uno siembra lo ha de cosechar. Auténtico perdón es ver al otro en uno, verse uno en el otro y ver a Dios en los dos, sin un solo atisbo de separación.
Las etapas que una persona cumple para perdonarse y perdonar son personales y de ninguna manera pretendemos establecer un procedimiento único. Sin embargo, puede hablarse de ciertas vivencias que habitualmente se dan en el ejercicio de perdonarnos y perdonar. Las denominamos reglas de oro porque aquel que las practica progresa en su camino, se libera de viejas ataduras y rompe el arnés de las culpas y los rencores.
Perdonar es un arte que pide tres cosas: querer, actuar y persistir. Usted mismo se pone límites cuando dice «no puedo» y levanta murallas más altas que la muralla china cuando se repite «no quiero». Lo invito a meditar este pensamiento de Henry Ford: «cuando creo que puedo tengo la razón y cuando creo que no puedo también tengo la razón». Crea que sí puede y entréguese a hacer la meditación con ganas, con pasión. Eso es querer. ¿Acaso hay barreras insuperables para aquel que quiere algo con fuerza y entrega?
Querer es mucho más que alimentar un deseo vago. Querer es ir más allá del síndrome del «ía», delatado en expresiones como: me gustaría, lo haría, lo intentaría. Y algo más, no sólo se trata de querer sino también de perseverar en el intento. El perdón se logra con estas herramientas: práctica, práctica y práctica. Por eso se habla de procesos. Es una alquimia en la que usted transmuta en oro el plomo del odio a través de distintos procedimientos. Usted hace magia y la disfruta: nadie se ejercita más que un mago para poder hacer sus trucos.
Hay 9 reglas de oro para el proceso del perdón. Memorícelas y reflexione sobre cada una de ellas con profundidad, cada vez que tenga que hacerlo, y le aseguro que va lograr mucho. Eso sí en la medida que uno sea honesto consigo mismo.
Primera regla: Puedo perdonar si quiero y me dedico a perdonar. Segunda regla: Nada es imperdonable. Tercera regla: Perdonar de corazón pide una nueva visión, una mirada compasiva y comprensiva. Cuarta regla: Nadie es malo, simplemente está equivocado. Quinta regla: El perdón sólo sana y libera cuando es profundo. Sexta regla: Para perdonarme debo ser bueno conmigo mismo. Séptima regla: Dios es el mejor maestro del  perdón. Octava regla: Perdonar no necesariamente es olvidar. Novena regla: El perdón no siempre pide reconciliación.
Memorizar estas 9 reglas es fundamental para repetirlas, y reflexionar personalmente sobre ellas. Es en este ejercicio que comprendemos cuán difícil es perdonar. Es bueno saber que los Orientales lo hacen mucho mejor que los Occidentales, porque ellos han desarrollado la meditación para llegar al interior del ser humano, más allá de nuestro ego. (¿O súper ego?)
Mis mejores deseos para los que intenten realizar estas 9 reglas. Para ellos van desde ya mis felicitaciones, porque sé que de esa experiencia quedan en el alma, lo que hemos llamado el amor puro, el constante, el que siempre está y que nos acompaña cada segundo de nuestra vida. 

lunes, 24 de enero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 92


LA CONCILIACIÓN

Sería una contribución excelente que en los hogares y en los colegios, los niños oyeran esta palabra, que no suele figurar en los pensum de primaria y bachillerato, para luchar contra la violencia. Todos vivimos de espaldas del tema, siendo necesario que formemos desde jóvenes una conciencia sobre la violencia, que nos libre de ser indiferentes. Debemos de estar, por el contrario, prevenidos, y manejar, inclusive en teoría, en qué consiste la conciliación. No es fácil llegar a la conciliación, ya que se funda primero que todo en el perdón. Exactamente en saber perdonar al otro y a sí mismo.
Es bien difícil tratar un tema que todas las personas manejan en forma subjetiva. Pero la cuestión ya ha llegado a un climax, que requiere que el tema se vuelva objetivo, y que entre a ser parte del diario vivir.
Y para ello, nada mejor que aprender de Jesús, para poner en práctica sus enseñanzas, tal como aparece en el Sermón de la Montaña, en particular en el pasaje inspirado que encontramos en Lucas 6, 27-38; mensaje tan amado por Gandhi: ¡Amen a sus enemigos y hagan el bien a los que los odian; bendigan a los que los maldicen y rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale la otra. Al que te arrebata la capa entrégale también el vestido. Dale al que te pida, y si te quita lo tuyo no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. Porque si aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a quienes los aman. Y si hacen bien a quienes les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores obran así. Y si prestan algo a quien se los puede retribuir, ¿qué hacen de especial? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos igual trato.
Por tanto, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. Sean, pues, compasivos como es compasivo nuestro Padre. No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, perdonen y serán perdonados. Den y se les dará; con la misma medida que midan serán medidos.

La compasión con los que yerran nunca es desproporcionada si en lugar de sembrar semillas de odio somos misericordiosos como lo es el Padre celestial. Perdonarnos y perdonar es una catarsis y es el mejor medio para estar en paz. El perdón evita desgastes innecesarios y nos aquieta. Por eso Cristo incluye el perdón en el Padrenuestro y al final de su vida perdona al ladrón arrepentido y pide perdón para todos diciendo: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen».
Jesús nos enseña que ningún mal es irreparable y que la compasión es la medicina para curar los desgarramientos que dejan en el alma las ofensas graves y las fallas mayúsculas. Con el odio el alma está mutilada y con el perdón hay esperanzas, salud y libertad. Algo que reafirma el obispo sudafricano Desmond Tutu, Nóbel de la paz, en su libro «No future without forgiveness», (Sin perdón no hay futuro). Ser espirituales es dejar de consumirnos en las brasas del odio y recordar que «en el Reino de Dios son felices los compasivos porque son los que alcanzan misericordia». (Mateo 5,7). De tantos encuentros de Jesús vale la pena destacar tres en los que brilla la compasión del Maestro:
En lugar de condenar a esta mujer que ha tenido cinco maridos y ahora está con otro que no es su marido, él le ofrece agua viva, le da su amor y pasa por encima del odio atávico que separaba y enfrentaba a judíos y samaritanos. Un odio bien reflejado en este proverbio judío: «Más vale el gruñido de un puerco que la plegaria de un samaritano». La página del relato de Jesús y la samaritana, que aparece en el capítulo cuarto del evangelio de San Juan, es considerada por muchos como una de las más bellas de la Biblia.
En el encuentro narrado por el apóstol Mateo en el capítulo 9 de su evangelio, es interesante destacar lo que dice Jesús a los que critican su actitud amorosa con los pecadores: «Aprendan lo que significa esta palabra de Dios: me gusta más la compasión que los cultos y sacrificios, pues vine a llamar a los pecadores al arrepentimiento, no a los justos». Un llamado muy claro de atención a los que viven obsesionados con los credos y las reglas, en lugar de ser misericordiosos y generosos en el perdón y la no violencia.
Nosotros encontramos en Jesús y la mujer pecadora de Magdala, un texto que resalta de nuevo el contraste entre la frialdad glacial de un fariseo orgulloso y el deseo de cambio de un pecadora arrepentida. La mujer halla en Jesús un refugio de comprensión y en el fariseo se encuentra una falsa bondad que juzga y condena. Jesús nos dice que al que mucho ama mucho se le perdona y una vez más deja claro que el perdón del Padre es incondicional, porque Dios no es un juez, sino la fuente del más puro amor.
Recordemos que nada es irreparable para nuestro Padre del cielo. Dios no va a permitir que ninguno de sus hijos se pierda, pero hay que revaluar lo aprendido y tratar de comprenderlo dentro de un contexto cada vez más amplio. Al explorar con ojos nuevos los textos sagrados, se comprueba que para el Padre nada es irreparable porque su amor va más allá de toda medida. En esta vida, y en la que sigue, o en las que volvamos a vivir en la tierra o en otra dimensión, cada cual recogerá lo que ha sembrado, pero también tendrá la oportunidad de resarcirse, evolucionar y volver a la Luz.
Aunque no lo acepten algunos, pensar en un infierno eterno es concebir un castigo desproporcionado y uno lo entiende cuando ve a una madre visitando a su hijo en una prisión, sin importarle que haya asesinado a diez personas. Para ella, él sigue siendo su hijo.
En este sentido estamos lejos de un amor total y en nuestra ignorancia a veces creamos «a nuestra imagen» un Dios tan pequeño y tan mezquino como nuestros juicios. Ojalá recordemos que la vida es un cotidiano aprendizaje de paciencia y tolerancia, de aceptarnos y de aceptar a los otros. Y el día más apacible es aquel en el cual la tensión no nos quema en la vana pretensión de cambiar el mundo. Los cambios que cuentan son los que hacemos en nuestra propia alma con un amor rico en comprensión.
La paciencia es el antídoto contra la rabia y el odio. La paciencia nos ayuda a ser calmados, lo cual se logra más fácilmente cuando tenemos a la bondad como inseparable compañera. Está bien ser firmes y no permitir que otros nos hagan daño, pero al mismo tiempo podemos tratar a todos con misericordia y compasión. Jesús es un buen modelo de paciencia y con él tenemos paz en el alma. Cuando somos  pacientes las acciones de los otros no nos afectan y somos tolerantes con sus fallas. Ser compasivos es darle un estupendo regalo al universo y a nuestra alma.
El día que lo hagamos, el mundo será otro, cuando en su totalidad, aprenda a vivir con el amor puro de Dios. Él tiene un solo lenguaje universal, una sola creencia en el amor, una sola raza con el mismo cuerpo que Él formó; una sola alma universal, un solo y único corazón. Y conciliarse es llegar a esto. Cuando en el mundo todos estemos conciliados, lo más probable es que conozcamos al fin la felicidad verdadera.




sábado, 22 de enero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 91




ENVEJECER

INTRODUCCIÓN

Una solución universal a la violencia sería recurrir a las personas mayores, a los ancianos, a los viejos, para que le den un manejo prudencial a los odios presentes en la sociedad actual entre países y personas. Ellos suprimirían las armas, y las cambiarían por el diálogo, pues con el peso de los años, se ama y se respeta más la vida. Se llega al convencimiento que la vida es pasajera, pero sagrada, y que cada momento cuenta. No se puede dejar pasar la vida, ni hacer como ciertos viejos pensionados, que se sientan en la sala de su casa a mirar el techo, como si eso fuera vida. Los viejos que saben, no pierden un minuto. El cuerpo envejece, pero el alma no. ¿Se puede ser niño a los 90? ¡Claro que sí! La imaginación sirve para eso. Un viejo con trombo puede imaginar que camina saltando, y así, todas las cosas que haga como niño son posibles.
Las personas mayores o ancianos, tenían el apelativo de sabios en la tribus de antaño. Y era lógico, porque eran las personas que habían vivido, y tenían experiencias que las personas menores no habían conocido. Es decir, cuando se reunían a resolver los problemas de la tribu, eran los expertos, los que sabían.
En la actualidad eso se ha perdido. Parece ser que la sociedad los ha depositado en un archivo de museo. Y se ha desvalorado la importancia de envejecer. Un viejo, por eso digo, es una pieza de museo, hoy día, y creo que esto obedece a una anécdota de Sófocles, (498 a.C.), que lo explica todo. Le preguntaron, ya viejo, que por qué no regresaba a las lides del amor, y él respondió: Que los dioses me libren de ello, ¡ya no es hora!
Y es evidente: estar retirado hoy día de la actividad sexual, y llevar una vida espiritual… bueno, dentro de la actualidad, sería una locura, una pendejada, sobre todo si uno tiene billullo. La vida actual está para la bullaranga, a pesar de que se den y se sepa que pululan 40 enfermedades de transmisión sexual.
Saber envejecer se volvió una ciencia, ciencia que lo puede llevar a uno, a pasar a mejor vida, no sólo muerto, sino bien vivo. Veamos un autor que ha estudiado el asunto con profundidad:
EL ARTE DE ENVEJECER

Escogí del escritor francés, André Maurois (1885-1967), autor de novelas y de biografías noveladas, “El arte de Vivir”, una de sus obras, que tiene cinco capítulos, el arte de pensar, de amar, de trabajar, de mandar y de envejecer. Hemos trascrito este último capítulo para las personas mayores, pensando que es muy propio para estas, y porque muchas veces no se cae en cuenta de las minucias que hacen de la vida un detalle. Maurois cita muchos autores europeos, especialmente franceses, con respecto al tema de la vejez. De manera que no se trata de un sólo parecer, sino de varios. Veamos un caso negativo:

Un ejemplo crítico sobre cómo no tomar la vejez así, lo trae Proust, quién ha demostrado admirablemente “En  Busca del Tiempo Perdido”, el estupor que experimentamos cuando el azar nos hace de improviso volver a encontrarnos, después de treinta o cuarenta años, con un grupo de hombres y mujeres que habíamos conocido, cuando éramos adolescentes. En el primer momento, dice Proust, no comprendí por qué vacilaba en reconocer al dueño de la casa que nos invitaba y a los invitados, porque cada uno de ellos parecía haberse caracterizado con el tiempo, con un rostro grave y arrugado, y lucía una cabeza cana que la cambiaba por completo en nuestro recuerdo, su juventud ida. Era el encuentro sorpresivo de cada uno con la vejez del otro, quienes se hallaban rebozados con una barba blanca y arrastraban los pies como si llevasen unas suelas de plomo, que diesen tanta gravidez que no podían levantar el zapato, sino que lo arrastraban todos trabajosamente. Sus bigotes estaban blancos como si se hubiesen quedado entre ellos la blancura de la leche. Llevaban la boca contraída como si estuvieran disgustados. ¡Qué jartera de encuentro!
Dice Maurois: El verdadero mal de la vejez, no es el debilitamiento del cuerpo, es la indiferencia del alma, que se siente vieja, cuando el alma nunca envejece. El viejo se queda sentado mirando el techo, indiferente, perdiendo el tiempo, por la creencia de que está viejo, siendo que el alma, lo vuelvo a repetir, nunca envejece. Lo que desaparece cuando se pasa la línea de sombra, no es tanto el poder como el deseo de hacer. Del lado de allá de la línea de sombra, los espíritus entran en una zona de luz igual y moderada, en la que los ojos no hallándose deslumbrados por el sol del deseo, ven las cosas y los seres como son. Es decir, volvemos a la sabiduría de los ancianos que ya saben como es la cosa, y tienen los pies en el suelo y no en las señoritas prepago, o en las realizaciones irrealizables.


martes, 18 de enero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 90


LA RISA

CONVERSACIONES CON MI MANO DERECHA
O el drama del temblor genético

La razón crítica que tenemos todos, la estudia Henri Bergson en su libro La Risa, como un don que nos dio el Espíritu Creador, cuando nos formó. Él sabía que llevar la vida no era fácil, que se requería de muchas cosas, incluyendo la risa. Y esta era la panacea para pasarla bien a pesar de todo.
Quizás era esencial para poder cambiar el carácter de esos viejos, (como yo), que llegan a tener la boca en “U” invertida, caminar con piés de plomo, sin levantar el pié, y desarrollar a cada paso un embuste fiero, violento, con las personas que nos encontramos a cada paso. Usted es un indio sarrapastroso, es lo que le decimos a todos cuando nos cruzamos una mirada, sin que haya motivo para hacerlo.
Luego de un examen de conciencia, comprendí que me estaba perdiendo de vivir la vida. Resolví volverme oriental, estudiar Zen, y encerrarme en mi mismo para sacar toda esa carga de violencia que tenía incrustada en mi alma, por culpa mía, y de nadie más.
Creo que no pasó mucho tiempo, cuando me encontré con una persona totalmente distinta. Hasta adquirí la misma cara del Dalai Lama, que siempre está pintada con una sonrisa, y basta cualquier impacto en la razón crítica de Henri Berson para soltar la carcajada.
Pero me quedó un problema que me superó todos mis esfuerzos: el temblor en mi mano derecha. El doctor que me vió me dijo que no era Parkinson, sino temblor genético, porque toda mi familia lo tenía.
Lo pensé mucho, luego de que salí del dictamen. Se me ocurrió que mi mano derecha era una persona diferente a mí. Y comencé a hablar con ella todos los días, a todas horas… Concluí que todo el problema se generaba en las palabras de nuestra conversa diaria.
Un día que me quedé solo, abrí el cuaderno de tareas de mi taller de teatro, del Taller de la Risa, y me encontré con que  este cuaderno versaba precisamente sobre la palabra, de cómo la palabra oral, que es sonido, se transformaba en signos escritos. Que hablar con mi mano derecha, es proferir palabras para darse a entender. Que parlar, según la Real Academia, es revelar o decir lo que se debe callar, o bien, de lo que no hay necesidad que se sepa.  Que garlar es hablar mucho y sin interrupción y poco discretamente. Que la conversa, con mi mano derecha, según el Caro y Cuervo, es cortejar o pretender, pero también, (¡qué curioso!), zumbar el zancudo. ¿Se imaginan ustedes: un zancudo conversando? También el Caro y Cuervo, dice que hablar golpeado es hacerlo en tono fuerte, en forma de reproche y con mal estilo. Hasta que llegamos a chismear, o chismosear o chismorrear, que consiste en llevar y traer chismes o murmurar, siendo chisme igual a mentira, para el Caro y Cuervo, y noticia verdadera o falsa, para la Real Academia. En fin, por todos estos vericuetos hube que pasar, porque todas las significaciones vistas, pasaban por la palabra o se originaban allí, cuando parlaba con mi mano derecha.
  Y como la palabra es sonido y me hallaba solo, me di cuenta a la hora del desayuno que mi mano derecha temblaba más de lo normal. Con anterioridad la había llevado al doctor quién señaló que no era Parkinson, y se inventó lo del temblor genético para salir de la vaina, que era una enfermedad degenerativa del sistema nervioso que se caracteriza por temblor en las extremidades. Y descubrí que hablando con ella, sobre todo, cuando tomaba sopa,  la respuesta era en muchos casos un disminución sensible del temblor. O por lo menos un temblor pasable. Y era precisamente a través de la palabra que se lograba el efecto positivo.
MANO DERECHA: Si, pero lo que pasa es que su merced en un tiempo se dirigía a mí con groserías impronunciables aquí.
YO: Bueno, pero eso fue después que me obligaste a ir al banco a cambiar la firma en la chequera.  ¿Te parece poco?
MANO DERECHA: ¿Y luego la mano izquierda no me reemplazó?
YO: Sí, pero cuando la gente la ve escribir, me preguntan que si estoy en primaria todavía.
MANO DERECHA: (Riéndose) ¿Su merced en primaria? ¡Un octagenario! ¡Por favor!
YO:  Pues sí. Pero de un tiempo acá te estoy tratando mejor. Mi siquiatra me explicó que con afecto el organismo responde mejor.
MANO DERECHA: ¡Sí, claro! Su merced siempre está interesado en dominarme…
YO: Pero el siquiatra me ha dicho que es imposible. Entonces lo que he tratado es llegar a un acuerdo contigo para que no me hagas quedar mal.
MANO DERECHA:  ¿Hacer quedar mal a su merced?
YO: ¡Claro!, me tocó negarme a asistir a las comidas. Te imaginas cuando son pocos los invitados, y uno ahí sin poder tomarse la sopa.
MANO DERECHA: Pero su merced no debe quejarse, porque en la casa de las Urruchurto, ya le ponen la sopa en un pocillo, y su merced la toma con las dos manos, y ya.
YO:  Eso es verdad… En algunos casos está superado. Pero cuando me iban a nombrar notario…
MANO DERECHA: ¿Y a quién se le ocurrió semejante barbaridad?
YO: Bueno, es explicable, mi competidores conocían esta desventaja, me consideraban un enemigo no peligroso, es más, descartable…
MANO DERECHA: ¡Ay!, su merced… si yo no hubiera nacido en Boyacá, con la raíz muisca, quién sabe en que asesinatos con sus competidores se hubiera metido su merced…¡con lo bravo que es!
YO: Ese es un cuento chimbo suyo, mano derecha. Yo nací en La Candelaria, allá en la Calle 14 de Bogotá… lo que pasa es que mis padres contrataron a Delfín Castañeda…
MANO DERECHA: ¡Delfín Castañeda!
YO: Sí, un sacerdote muisca, boyacense, porque el temblor genético, no se sabe por qué, se manifestó desde temprano, y usted apareció temblando en la Primera Comunión, cuando hubo el grado de bachiller, en la universidad, y para no alargar la cosa, de lo que usted temblaba en el matrimonio.
MANO DERECHA: ¡Qué pena! Me da una vergüenza con su merced.
YO: ¡No se preocupe! La tarea que me pusieron en el taller de teatro, fue trabajar la palabra, y eso es lo que estoy haciendo ahora contigo, y más que la palabra: el parlamento…
MANO DERECHA: ¿El Congreso de la República?
YO: (Drástico) No, no, no… ¡Qué chimbera! Como lo dice la Real Academia: “…parlamento es una relación larga en verso o prosa.” Es como si pusiéramos la palabra, como la tenemos ahora contigo, en una conversa, sin que sea “zumbar los zancudos”, como lo trae el Caro y Cuervo.
MANO DERECHA: ¿De manera su merced que esta es la tarea? Se fija, que no todo es malo.  Si no fuera por mi temblor, esta parla hubiera sido inútil. ¡Cómo la ve su merced!
YO: La veo negra… pero no todo está mal, como lo dices… está hecho el trabajo… terminada la obra.

Yo me paro del computador, donde estaba en la conversa, y me voy a tomar un tinto a la cocina. Allí comienza un drama impronunciable, se ha derramado el tinto. Yo la regaño, y ella trata de arreglar todo con el “su merced.” Y todo se compone cuando cuando encuentro la razón crítica de Henri Bergson entre mis apuntes. Claro, hemos leido el cuento en la clase, que llamamos El Taller de la Risa, y todos nos hemos reído mucho. Uno de mis amigos ha sabido decir que yo soy un cuento, y otros, que mi mano derecha sabe más de aguas que yo.     


viernes, 14 de enero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 89


Los muertos en la Conquista Española y Europea
Varios historiadores han sostenido que la población indígena experimentó una catástrofe demográfica entre 1492 y 1620. La cuantía de tal debacle y sus causas siguen siendo objeto de controversia y debate, pero dicha disminución, no ha sido registrada para la población originaria del Viejo Mundo (colonizadores europeos y esclavos secuestrados en África), que en algunas regiones mantuvo considerables grados de mestizaje con la población indígena.
Un número indeterminado de indígenas, pero en cualquier caso estimado en varios millones, vivía en América en el momento en el que el primer viaje de Cristóbal Colón inició un periodo histórico de contactos a gran escala, desconocidos hasta entonces, de los habitantes del viejo mundo con América. El contacto de un puñado de potencias europeas con lo que consideraron el Nuevo Mundo llevó a la conquista y colonización del continente americano por los habitantes de las potencias coloniales, con millones de emigrantes (no siempre voluntarios) del "Viejo Mundo", mayoritariamente africanos, estableciéndose permanentemente en América.
Historiadores y demógrafos suelen coincidir en el hecho de que las enfermedades infecciosas inexistentes en América, portadas por los conquistadores y colonizadores europeos, principalmente la viruela, fueron un factor principal del colapso, afectando masivamente a la población indígena americana que no poseía defensas contra las mismas. También se menciona como causas del colapso a las muertes de indígenas causadas en las guerras y violencia de la conquista, así como las condiciones de explotación de los indígenas. Los historiadores y demógrafos discrepan acerca de en qué grado contribuyeron unas y otras a la debacle demográfica, pero existe consenso sobre la realimentación de ambos grupos de causas.
En ocasión del Quinto Centenario de la llegada de los europeos a América, cumplido en 1992, diversas organizaciones indígenas, intelectuales y dirigentes políticos, principalmente americanos, renovaron los debates sobre el tema y denunciaron lo que a su criterio se trató de un genocidio.

Cuando don Juan de Castellanos llegó a la Sabana de Bogotá, por ejemplo, habló de tierra buena, tierra que puso fin a nuestra pena. Tierra para hacer perpetua casa, etc. Y se refirió a la Sabana, como el Valle de los Alcázares. Curiosamente no existe una pintura de lo que él vio. Porque el genocidio no fue solo de vidas humanas, sino que se destruyó todo lo que había. Venían por el oro. Lo demás, en la Sabana, eran Muiscas, a quienes los españoles llamaron “Moscas”, en sentido literal. Eran unos insectos a los que había que pisar, ya que en ese tiempo no existía el Flit.
Esto lo confirma otra novela: “Pedro de Ursúa”, descrito por William Ospina, no es precisamente el conquistador más conocido de la historia. No había cumplido 17 años cuando embarca hacia el nuevo mundo soñando con oro y aventuras. El oro jamás lo encontrará, pero hay que destacar que era lo único que a él le interesaba. Y las aventuras estarán lejos de ser lo que su imaginación adolescente concibió. Fue gobernador de Santafé de Bogotá y fundó Pamplona en un territorio que todavía no sabía llamarse Colombia, en honor y remembranza de la ciudad de Navarra. Le hizo la guerra a los Panches, los Muzos, los Chitareros, los Tayronas y los esclavos negros de Panamá. En decir, el no vino a conquistar, sino a matar y llevarse el  oro.
Aunque existen crónicas, textos y documentos de todo tipo que hablan de aquellas épocas atroces, narrar a través de la literatura es otra manera de atisbar en el pasado, de reconstruir y acercarnos a la historia que, aunque imaginada desde el presente, no deja de representar a la condición humana, condición que nunca reflexionó sobre el genocidio y la destrucción de una cultura. Que aunque atrasada, tenía milenios de existir.
Vale la pena reflexionar sobre la Amazonía, luego de leer a William Ospina. Allá deben ir personas que se asimilen a vivir como viven los indígenas, que luego de milenios no han destruido la selva. En Colombia unos gringos llegaron a Loma Linda, en el Amazonas, a vivir como gentes “civilizadas”, y tuvieron que ser desalojas por el Estado Colombiano porque estaban destruyen el ecosistema.
Por eso, William Ospina, realizó la empresa temeraria de saltar de la realizad a la narrativa, sin hacer una reflexión sobre el daño hecho, del cual nadie parece haberse arrepentido, ni menos reconocer que hay que cambiar ese euro centrismo, fundado en el cartesianismo, con el pienso luego existo, y que los demás se jodan. 
EL SUEÑO DEL CELTA
Pero no todo es negativo en estas novelas históricas. Vargas Llosa salva al fin el discurso ético sobre una época nefanda. Él trae a cuento a Roger Casement (Dublín,1864 - Londres,1916) fue un cónsul británico nacido en Irlanda que se hizo famoso por sus denuncias contra las atrocidades y abusos del sistema colonial existente en el Congo Belga, administrado por Leopoldo II, Rey católico de los belgas, donde las autoridades practicaban la tortura, mutilaciones, castigos corporales y asesinatos.
Roger Casement está considerado uno de los primeros occidentales que tuvieron conciencia de las injusticias y arbitrariedades que cometían las potencias europeas en los países colonizados.
Realizó su primer viaje a África en 1883, cuando únicamente contaba 19 años. Trabajó en el Estado Libre del Congo y conoció al explorador Henry Morton Stanley, así como al escritor Joseph Conrad autor de El corazón de las tinieblas, relato en el que se describe la brutalidad de los europeos hacia los nativos africanos. En 1892 dejó el Congo para trabajar en Nigeria, y en 1895 fue nombrado cónsul en Lourenço Marques (actual Maputo).
En 1910 fue enviado a Perú, comisionado por la Foreign Office para investigar las denuncias recibidas contra la compañía cauchera peruana, de capital británico, Peruvian Rubber Company; la cual, según los informes de que se disponía, cometía numerosos abusos y crueldades contra indígenas de la selvática y remota región del Putumayo en la frontera entre Perú y Colombia, los integrantes de las siete tribus de esta zona - huitotos, ocainas, minanes, nonuyas, andoques, resígaros y boras - debían recolectar una cantidad de caucho estipulada por la compañía y si no lo entregaban en el plazo previsto, sufrian castigos corporales que incluian latigazos, mutilaciones e incluso la muerte.
Vargas Llosa ha manifestado públicamente que el colonialismo de finales del siglo XIX e inicios del XX que Casement denunció, sembró una destrucción cuyas secuelas perduran en la actualidad.
Esta novela histórica es una especie de crónica periodística, que se sirve de la ficción para relatarnos la terrible explotación colonial de África y América -Congo y Perú-. Los hechos centrales narrados en El sueño del Celta, son: la esclavización, la tortura, la explotación inmisericorde y la muerte –es decir, el genocidio-, de los indígenas del Congo y Perú, todo ello motivado por la feroz codicia de compañías mercantiles que habían sobornado y corrompido a las estructuras sociales, políticas y administrativas de sus respectivos países.