sábado, 12 de febrero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 100


Para terminar esta runfla de 100 artículos sobre la violencia, me enviaron un email con este discurso de un cacique mexicano, que muestra la violencia de la Conquista de América, hace 500 años. La única falla es que no hace referencia a la muerte de los aborígenes, quizás porque resulta imposible precisar una cifra, dadas las limitaciones de la época. Pero eso sí, el discurso de este personaje muestra los resultados de una violencia increíble. En la Sabana de Bogotá, los españoles llamaron a los Muiscas como “moscas”, para pisarlos y aplastarlos con pié. Y hoy recibo un mensaje que ayuda a comprender lo que quedó del Eldorado, y que confirma  lo que dice Guaicaípuro: “¿Sabías que el Museo del Oro, localizado en Bogotá, Colombia, posee nada más y nada menos, que la colección de orfebrería prehispánica más grande de todo el mundo?” Veamos ahora lo que dice el indígena mexicano.
Discurso del cacique mexicano Guaicaípuro Cuauhtémoc, ante la reunión de jefes de estado de la Comunidad Europea, el 8 de Febrero del año 2002. Lo copio textualmente.

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el Cacique Guaicaípuro Cuauhtémoc, logró inquietar a su audiencia, cuando dijo: "Aquí pues yo, Guaicaípuro Cuauhtémoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años. Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme. El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros, sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda, 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
  ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano! ¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a intrusos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo, y la actual civilización europea, se deben a la inundación de metales preciosos! ¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa.
Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaicaípuro Cuauhtémoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan "MARSHALL", para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional? Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros Reich’s y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo. Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses, que tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.
Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300.
Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre? Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero, o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indios americanos. Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica..."
 

lunes, 7 de febrero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 99


EL MAR Y LAS OLAS

Haciendo una comparación simple, el mar es la matriz divina, y las olas la matriz humana. El mar es inmenso, no tiene término ni en el tiempo ni en el espacio. La ola, en cambio, tiene una leve duración, al salir toma altura y muere al volver al mar. Igual a como pasa en la vida humana. Ya no es ola, viene entonces a formar nuevamente parte del mar, de donde salió. El mar es dueño de las olas. Y el viento es el que las mueve, es decir, el Espíritu.
En la teología cristiana, el Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, el Espíritu de la verdad o Paráclito, es una expresión bíblica que se refiere a una compleja noción teológica a través de la cual se describe una "realidad espiritual" suprema.
Hay varias interpretaciones al respecto. Nosotros tomamos la católica. Las interpretaciones de carácter trinitario consideran al Espíritu Santo como una persona divina, noción con la que se asume la divinidad del Espíritu Santo, manteniendo, sin embargo, la unicidad del principio divino. Esta es la doctrina del cristianismo católico, del cristianismo ortodoxo y de algunas denominaciones protestantes.
Lo que nos interesa de Él es reconocerlo y saber cómo actúa. No hay que llamarlo, porque está ahí. Es reconocerlo y actuar mediante su fuerza desde nuestro interior. No es que esté fuera, sino dentro. La Eucaristía nos lo recuerda, y eso nos hace conscientes de su presencia, la cual se reconoce por no ser pasiva, sino actuante. Salimos con Él, como lo hizo en vida Jesús. Probablemente nos parece que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son un solo Dios, una misma alma, que sigue inmersa en uno, de manera que nos hace conscientes de seguir la vida de Jesús.
El Espíritu es la matriz divina, que se transforma en la matriz humana, cuando opera desde la voluntad del hombre. Lo importante entonces, es el conocimiento que nosotros tengamos de la palabra de Jesús, que es la que forma como la matriz divina, está en nuestro corazón humano.
Y hablamos de corazón, porque esa matriz divina, es amor puro, muy diferente de lo que tengamos en la razón humana, o en la mente humana, plagada de razonamientos materialistas, en donde influye el ego y el cúmulo de experiencias o karmas tanto positivas como negativas que nos trae la vida.
Reconocer esto, es darnos cuenta que Dios, o el Espíritu, no tienen las debilidades humanas, que nos llevan a la violencia. La matriz divina está libre de polvo y paja. Actúa cuando es activa, como Jesús en vida, como cuando dijo: Amad a los enemigos. O, perdónalos porque no saben lo que hacen. Es más, este reconocimiento de la redención, con Cristo en la cruz, nos lleva a pensar que la Eucaristía es eso. Vamos a recibir a Jesús, para actuar con la matriz divina, con el Espíritu Santo.  
Trajimos la comparación del mar y las olas, para que nos invitemos, sobre todo a los que llevamos una vida urbana, entre edificios, a visitar  la costa, a mirar el mar. Creo que es la mejor manera de visualizar nuestra existencia. Con una sola mirada, con un solo gesto, vamos a entender la grandeza de Dios. Supongamos que estamos allí al atardecer… ¡qué grande es el mar…! ¡Y qué pequeñas sus olas!

sábado, 5 de febrero de 2011

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 98


LA MATRIZ HUMANA

Estábamos muy lejos de imaginar que el estudio de la violencia nos llevara a buscar su origen en la familia, que se constituye con el matrimonio natural. La familia entendida como una matriz que forma vidas, por la unión de un hombre y una mujer, lo que da lugar a la formación en valores, características psíquicas y físicas, y los consabidos genes, el ADN, en fin, esos intrincados conocimientos en los que nos perderíamos en miles, millones de razones y verdades, cuando sólo se trata de la familia como matriz de la vida humana. Así de simple.
Tuve una experiencia personal que me hizo pensar en algo difícil de definir: la matriz humana, o la matriz divina, que da origen a la vida. Lo único real era haber tenido la experiencia que da esta capacidad de sentir lo extraño que se siente uno, cuando luego de unos años, se regresa a donde vivieron nuestros padres, en el día y la hora, que señalan el momento en que se terminó el hogar que ellos formaron. Uno ve y siente, que ese lugar que fue el hábitat de la pareja paterna o materna, tuvo un cambio sustancial por la ausencia de ellos, no sólo en el ambiente físico, sino inclusive en el ámbito natural. Es claro que sentí que las flores y los árboles de la casa donde vivían, también habían cambiado. Ya nada, para resumir, era lo mismo. Faltaba algo. No estaba la matriz que ellos formaron. Y por eso concluimos en que se había desaparecido la matriz, que se forma cuando un hombre y una mujer, se encarnan uno con el otro, nace una familia, y esto genera una matriz energética que deja en el ambiente el rasgo peculiar de ella, distinguida por los apellidos en la oralidad material, y por la energía que se transmite al ambiente, por el espíritu del ser humano.
En muchos sentidos, nuestra experiencia de la Matriz puede compararse con el programa que hace funcionar una computadora y la matriz divina que crea la conciencia de la vida. En ambos casos, las instrucciones deben usar un lenguaje que el sistema comprenda. Para la computadora, hay un código numérico de ceros y unos. Para la conciencia de la vida, se requiere un tipo distinto de lenguaje; uno que no usa números, alfabetos, ni siquiera palabras. Puesto que ya somos parte de la Matriz Divina, aquella que nace del Espíritu Creador, y que tiene todo el sentido que debemos tener para comunicarnos con ella, sin necesidad de un manual de instrucciones o de un entrenamiento especial. Y así lo hacemos.  El lenguaje de la conciencia parece ser la experiencia universal de las emociones. Ya sabemos cómo amar, odiar, temer y perdonar, y orar claro. Al reconocer que estos sentimientos son en verdad las instrucciones que programa la Matriz Divina, podemos agudizar nuestras habilidades para comprender mejor cómo atraer alegría, sanación y paz en nuestras vidas.
La intención es convertir la matriz en una herramienta útil para que podamos aplicarla en los misterios de nuestra vida diaria, especial en los aspectos negativos. Hay lugares en donde los resultados radicales e inesperados de los experimentos que debemos realizar para vivir bien, está en no quedarnos estancados en demasiados detalles técnicos de los experimentos mismos. Para que logremos comprender el poder de realizar sanaciones, de paz, alegría, por ejemplo, así como en sobrevivir nuestro tiempo adverso, donde es importante enfatizar en los resultados, que nos están diciendo acerca de nosotros, algo que muchas veces olvidamos o no somos capaces de aprender para corregir nuestros comportamientos negativos, formados a causa de una matriz insana, que no nos dio los suficientes valores para no llegar a la violencia.
Para muchas personas, por ejemplo, los grandes avances en el mundo de la física cuántica apenas son un poco más que hechos interesantes, temas para discutir en conferencias, talleres o tomando un café con un amigo. Y casi nadie sabe que lo conveniente es regresar a nuestra matriz primigenia, a ver como reconstruimos nuestra matriz divina, que nació con nosotros, y la matriz humana que nos dio nuestro propio hogar.