sábado, 29 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 22


VIVIR CON ELLA

 

Juan es un hombre solo, que se ha sentido solo por años, muy solo. Mejor dicho solísimo. Como un monje tibetano en una cueva, siempre con la mente en blanco. Esta soledad le da derecho a estar con María, en una forma especial, y es que María no es un cuerpo sino un espíritu. Como los espíritus no se ven, María no tiene forma. Sólo es un supuesto rostro hermoso que Dios ha creado, desafortunadamente, sin especificaciones conocidas, porque no había fotografía, hace dos mil años, cuando vivió María. Hasta tanto que las conversaciones con Juan son sin verse. Pero bueno, el caso es que ese espíritu es ante todo una cara aparente, una ficción divina. Son los ojos, son la sonrisa, es el conjunto armonioso, y como no habla, todo se maneja con intuición y sentimiento. No hay rencores ni odios. Cuando estos aparecen en el alma, ella hace mutis por el foro. Así fue como una vez Juan llevó a María a lo que él llamó su cubículo interior, ubicado en la parte central de sus emociones. El término cubículo no le gustó a María. Era un lugar oscuro y frío. Pero luego de un momento, aceptó el trato, porque ella es resignada y paciente. Allí Juan la sujetó con una cadena que tenía unas eses enormes. Creo que eran de titanio, o bien, de una aleación fortísima.
Una vez María le dijo que el Señor la necesitaba urgentemente, y él le respondió que su cubículo interior no era como las cárceles en Colombia, sino que este era de verdad verdad, un cubículo claustrofóbico sombrió a la sombra de su alma. Con ese pleonasmo, María lloró aquella vez, pero de un tiempo a esta parte ha permanecido sumisa y obediente. Yo le he dicho: “María, yo no tengo corazón, tengo cubículo”. Y ella lo entendió también, que guardó silencio, luego de darse la bendición y decir ella misma: ¡Virgen Santísima!
Y todas las noches ella se convierte en la almohada de Juan. En realidad él tiene dos almohadas, una ergonómica para la columna vertebral, y María. Cuando se va a dormir, ella pega un salto y se vuelve a meter en el cubículo interno de Juan. No hay ningún problema con ella, porque no habla.
El gran descubrimiento de Juan, precisamente, coincide pues con el estudio que hizo una psicóloga famosa, sobre las mujeres de la Biblia en el Antiguo Testamento, en el sentido de que Dios habla a través de ellas, con el silencio. No pasa lo mismo con la mamá de Juan en el ancianato, donde todas las viejas hablan al tiempo.
Quizás vale la pena comentar algo más al respecto: siempre que María le dice a Juan con una mirada silente y fría que se quiere ir, él le contesta que Nuestro Señor botó la llave del candado de la cadena que la tiene atada al cubículo.
¿Y a dónde la botó?, le preguntó Juan, y ella respondió con la mirada al espacio infinito. Pasaron los días, y un buen día se apareció Jesús en el cubículo. ¿Y tú que haces aquí, madre mía? Ella, como nunca habla, levantó los hombros, y Jesús entendió todo. Cuando apareció Juan, Jesús lo llamó aparte, y le dijo: ¡Cómo le haces esto a mi mamá! Juan se disculpó diciendo que él quiere que ella esté siempre en el cubículo interior, manejando sus sentimientos. Jesús, que alcanzó a hincharse de la ira, se desinfló poco a poco. Mira Juan, lo primero que tienes que hacer es quitarle la cadena y el cubículo lo vas a transformar en tu corazón. ¡Está bien, lo haré ahora mismo.¡Pero Jesús, la llave se perdió en el espacio infinito! Ya mandé al Arcángel San Gabriel a buscarla, tranquilo.
Bueno Jesús, pero el problema es que yo no entiendo a mi corazón, se la pasa buscando amores y cae en la ira con cualquier cosa. ¡No Juan! ¡Ese no es tu corazón, es tu ego, hombre!  ¡Ay! Jesús, yo no sabía que tenía ego. Creí que eran los orientales que hablan de eliminar el ego para conseguir la iluminación. ¡Ay! Juan, ¿te vas a meter en esas honduras? Lo que tienes que hacer es muy sencillo. Acaba con tu famoso cubículo, o mejor aún, lo dejas para meter ahí a tu ego. El ego es casi imposible de eliminar. Lo que puedes hacer es domésticarlo. Que venga cada tanto el perrero de la parroquia y te lo saque a pasear, y vas tú, sin tirar la cadena, con otros perros a conocer la vida, pero tenidos de esa cadena. Vas a ver como te domesticas de bien, y María, te va diciendo cuando tienes sentimientos positivos y negativos. ¿Eso qué es Jesús? Juan, por Dios, es fácil, sólo tienes que sacar de tu corazón toda esa runfla de creencias tuyas materialistas y discernir cuales de ellas son positivas y cuales negativas, y ya. Pones allí tus creencias espirituales, las analizas, las llenas con la ayuda de María, de compasión, las peinas, les haces ondas. Si quieres les quitas la canas. Y vas donde Ana Julia, al ancianato de tu mamá, para que les rice los bucles, y sobre todo para que te las desenrede. 
Ese día Juan se sentó en el estudio que tenía con vista a la Sabana. Y lloró sus ojos. Se sintió estúpido a morir. María se le acercó por detrás, le tocó el hombro y le dijo: Parece que el Arcángel San Gabriel no encontró la llave. ¡Increíble!, musitó Juan. Jesús lo destituyó de su cargo… de manera que dejemos las cosas así.
Y finalmente, se apareció Jesús un buen día, y le contó a Juan que volvió a restituir al  Arcángel a su cargo, porque él le contó a Papá Lindo que  había conocido la situación de Juan, y que por eso, se hizo el bobo. Fue la primera vez que Juan oyó reir a las carcajadas a María. ¡Virgen Santísima!, dijo ella, como si ella fuera otra. ¡Entonces, seguimos en lo mismo! Jesús calmó los ánimos. Le picó el ojo a Juan… Y siguió para el reino de los cielos con una expresión de desencanto. ¡Yo ya no sé que hacer con María! Le dijo. Como ella no habla, ni discute, ni opina, ¡mejor dejémos las cosas así!

martes, 18 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 21


ESTAMOS EN LA EDAD DE PIEDRA

Juan y Pedro, dos pensionados conversaban habitualmente en un puesto de tinto y capuchino, llamado La Carreta, en Bogotá, cerca de las Colinas de Suba, que hoy no tienen crestas sino edificios.  ¿De qué conversaban estos dos inútiles?
_¿Ya te lo he repetido varias veces, no creo que le  encuentres solución a esta crisis? Siempre hablas de eso, ¡pero nunca se la has encontrado!
_Y como siempre te digo: ¡Ya verás que sí!
_Pero si somos un país en guerra, ¡hombre! ¡Qué nunca ha tenido  pies ni cabeza! Llevamos 50 años hablando paja, con el mismo rostro.
_¡Pero es un rostro que tiene musarañas!
La cuestión terminó en una fenomenal gresca, con disparos al aire y la intervención de los vecinos y la policía. Hasta que Juan le pidió disculpas a Pedro, pues él lo que había querido decir no era que la gente del país le pusiera musarañas a la situación, sino que las muecas de la indiferencia en el rostro de cada quién,  no tienen sentido.
_¿Qué eso de musarañas, imbécil?
_Mira, es muy sencillo. Es poner la cara como debe ser, y no la mueca insustancial y peligrosa de la musaraña indiferente… ¡Nadie toma conciencia de verdad! Los rostros terminan en una musaraña insustancial. A Pedro le pareció tan lógica la explicación que se calmó, guardó el revólver, se sacudió las ropas y poco a poco, se fue sentando nuevamente, con tranquilidad.
Al otro día Pedro había llegado estrenando suéter y Juan lo miró con más atención.
_¡Bárbaro! ¿Estuviste con Beatriz o con Olga?
_Con Beatriz. Las ventas no han estado muy bien, me dijo, y los arriendos son carísimos. No me quedó más remedio que estrenar. Tres millónes de arriendo mensual, ¡imagínate! ¡Qué horror! Están pensando en irse para otro lado, pero no pueden porque eso implica inversión y el palo no está para cucharas.
_Le conté que estuve trabajando en la campaña de Luis Carlos Galán en la década pasada, y me libré no sé porque de ir ese día a la plaza de Soacha donde lo mataron.
_Sí, Beatriz me dijo algo más. Que gana Cuchipe las elecciones, ¡imagínate! ¡Qué cosa!
_Puedes estar tranquilo que gana Morrongo.
_¡Sabes tanto que sabes a lo que sabemos!
_No soy yo el que sé. Mira lo que dice Rodolfo Llinás en una revista semanal: No tenemos una cosmogonía ética. Por eso andamos en la edad de piedra…
_¿Y ahora en qué carajos se metió usted?
_Tranquilo, ¡no vuelvas a sacar el revólver mijo! Llinás la simplifica diciendo que estudia dónde, cuándo, cómo y  porqué las cosas tienen su lugar.
_Y ese tipo tan divertido, ¿acaso sabe dónde tienen lugar esas cosas en Colombia?
_Bueno digamos que sí. El doctor Llinás es más conocido por fuera que aquí. Es el gran estudioso del cerebro y desde luego, un gran maestro en el sentido que sabe comunicar su conocimiento a los demás. Lo que estudia la cosmogonía es el origen y la evolución del universo, y el doctor Llinás la trae a cuento para explicar nuestros problemas, poniéndola en el contexto de nuestra falta de educación, originada en muchas causas y no sólo en nuestra pobreza. Mejor dicho para tener una cosmogonía ética, habría que educarnos para vivir en un mundo donde nada sea misterioso. Y él dice al respecto: «Algunas causas son desconocidas pero no mágicas». Por ello nuestro mundo no se entiende a nivel real, sino a nivel mágico. Por ahí encontramos el realismo mágico de Gabo. Aquí la gente reza para que llueva, aquí se les aparece la Virgen, aquí se reza para matar bien. La Virgen de los Sicarios te protege, aquí los subversivos hacen masacres para sentir que existen, para sentirse poderosos, como Dios, aquí... bueno, de nunca acabar los ejemplos. Esa visión irreal no nos deja ver el entorno. Se vuelve antiético pensar en que tenemos odio, porque nos parece demasiado real.  De ahí el arraigo del sentimiento de Caín en nuestro medio, que es formidable debido a este desfase con la realidad, y recorre todas las clases sociales porque la religión y la educación han estado enfocadas hacia la magia. Es decir que aquí con la magia se explica el origen y la evolución del universo. Es decir, la cosmogonía.
_Pero ¿qué propone el doctor Llinás?
_Es muy sencillo. Yo lo interpreto así: el cosmos hay que aceptarlo como es. La Virgen hay que llevarla es por dentro y no esperar a que la magia o un milagro la concrete. Pues la Virgen no es un sortilegio, o una fantasía, o una adivinación que esté fuera de uno, que haya que buscarla en lo externo, en el cosmos, en el Tarot, en la astrología. Para que ella exista tienen que darse en nosotros  los valores y borrar las musarañas mágicas para dar ejemplo real a los demás, para que Ella sea una realidad en la vida del país, al que miramos con rectitud total, sin esas musarañas en la cara. O si no, ¿por qué vemos que una madre en Colombia, le reza a la Virgen para que proteja a su hijo delincuente? Es decir que él pueda matar a los demás, pero que no lo maten a él.  Eso es pared y paisaje, y es, además, la exacta radiografía de nuestro realismo mágico.
Al final del día ambos callaron. Pedro extrajo de su  bolsillo un paquetico primorosamente empacado, y se lo entregó a Juan. Eran unos hermosos anteojos negros.
_Gracias...
_Bueno... Pero creo que hasta ahora has salido con un chorro de babas. ¿Qué carajos va a entender este pueblo nuestro sobre cosmogonías éticas? A propósito... debes ponerte más carne cruda en ese ojo que te dejé negro... Y mira, ¡qué cosa!, con la piedra me acordé de los estudiantes de la  Universidad Nacional. ¡Ahí estámos pintados!
_¡Exacto! Nuestra cosmogonía se resuelve echando piedra.
_¡Al fin entendí, Juan! ¡Gracias!

sábado, 15 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 20


ANA MARÍA

La casita quedaba al final del ruido, escondida de la gente y de los vehículos. Julián la había ayudado a armar con maderos y latas, cuando estaba recién nacida Ana María. Las tejas de asbesto cemento, le parecieron a ella una especie de  brujas que le quitaban la luz del cielo, cuando ella en su cuarto, desde el cajoncito que le habían acondicionado para que no molestara a toda hora con su cirilí interminable, miraba a su padre laborando.
Emperatriz, la abuela, la entendía. Nunca le dijo no a nada. Los límites los señalaba con una mirada asustadora que terminaba en risa, cuando Ana maría lloraba. Entonces todo se arreglaba con un abrazo de paz y un “vénganos en tu reino”, esta última, una frase que Emperatriz tomaba del Padre Nuestro, y que acompañaba subiendo los ojos al techo, para luego persignarse.
Ana María nunca preguntó por su madre, porque nunca jamás la vió. Todo su corazón estaba en Julián, su padre, que se cuadraba frente a ella, ponía su derecha en la visera del quepis, y terminaba con esta frase: “¡A sus órdenes mi comandante!”.
Ana María tenía por él la admiración que siente toda mujer por el uniforme militar. Es la fuerza, es la hombría que la arroyaba desde chiquita. Los mimos de ella a él, siempre fueron un dardo que desinfla lo inmarcesible, y este hombre termina en cuatro patas, con ella encima, andando por la casita como un asno, tan alegre y dicharachero, que terminaban ambos al final del juego, llenos de arrumacos y chichoneras.
Julián pedía perdón y Ana María reclamaba: ¡Es que eres muy brusco! Emperatriz, la abuela complaciente opinaba que Ana María había vuelto papilla a un General de la República… Julián ceñido a la disciplina protesta: “¡Soy un soldado raso, madre!”.
“Abuela, ¿por qué papi no ha vuelto?”. Su merced, le respondía, porque él trabaja para que tú vivas, ¿me entiendes?”. Pero Ana María no entendía nada. Esta misma pregunta fue hecha a lo largo de siete largos años. La pobre abuela no sabía que rollo inventarle para que no llorara, hasta que el fin llegó una foto de Julián durante el secuestro.
¡Fue una inmensa emoción para ella! No la beses mucho porque tus babitas pueden acabar con Julián, le dijo la abuela Emperatriz, y para superar el problema colocó la foto en el espejo de cuerpo entero que tenía en su cuarto.
Cuando entró a la escuela del barrio, ella le preguntó: ¿Por qué tan alto, abuela? Para que no lo sigas baboseando. ¡Pero es que yo lo quiero! Y al fin lo aceptó así. Necesitaba de su papá más que cualquier cosa. Y comenzaron unos diálogos interminables con el Julián del espejo. Todos los problemas que tuvo en el colegio con las profesoras y con las amigas, en fin, todo lo que sucedía a su alrededor era tema que tocaba con él, mientras Emperatriz, detrás de la puerta la acompañaba con esas lágrimas desgarradoras que sólo salen de lo profundo de un corazón de oro.
Cuando llegó la noticia de la muerte de Julián, luego de esos largos 7 años, fue uno de esos días que no se borran, porque suceden cosas totalmente fuera de lo común. Que un personaje entregue información obtenida en la Amazonía, donde se encontraba Julián, sólo ocurre cuando la guerrilla, quiere que el hecho salga en la prensa profusamente, para demostrar que existen. Y que luego lleguen los hijos de Emperatriz con la noticia por la noche, es inexplicable, fuera de toda rutina.
En la casita entonces todos lloran a Julián, menos Ana María que duerme en su camita arropada con sus muñecos. Emperatriz la mira como si tuviera los ojos metidos en una piscina. ¡Madre, no llores así que vas a despertar a la niña!
La abuela no sabe como hizo, y tal vez Ana María lo supo, porque nunca había visto llorar a la abuela de una manera tan desgarradora. Tu papi está allá arriba, le dijo una noche de Luna llena. Pero ella estaba furiosa con él al principio. ¡Cómo te vas y nos dejas! Y luego de un tiempo de hablar con la foto del espejo, le pidió por lo menos una explicación, y la abuela le dijo que volviera a hablar con su papá, que el secuestro no es su culpa. “Hazlo como lo has hecho durante años, y pídele disculpas”.
Es más, en una noche de Luna, salió al balconcito de su cuarto, se acostó con sus muñecos mirando al cielo, y le dijo: ¡Papi, nunca te vamos a dejar de quererte, aunque te hayas ido sin despedirte…! Mis muñecos y yo vamos a trabajar duro, para que el secuestro se acabe y haya una manera que permita sentir a todos en el barrio la libertad, y además, lo que yo y mis muñecos sentimos por ti. En esas pasó la luz en ráfaga de un meteoro y Ana María sintió que era la respuesta de Julián. ¡Está bien! ¡Dejémoslo así! Pensando que era la respuesta de él.
Todas las noches de Luna voy a salir aquí a ver que me dices, pero no seas tan tacaño. ¡Con una lucecita en el cielo que pasa en segundos y se va, no me vas a pedir perdón!
¡Ana María!, la llamó Emperatriz. La abuela sabía en las que andaba. ¿No te parece que es mejor que Julián esté en el cielo y no en la selva? Y mira, en Colombia, hoy los héroes son los que ponen la dignidad por encima de la vida.
Ana María entró del balconcito, saltó al regazo de ella y se durmió profundamente feliz… Sí, ¡Julián es un héroe! ¡Y está en el cielo!, le repetía la abuela. La niña lo reconoció y lo perdonó. Ahora el reclamo era muy lógico… Hay que ponerle un marco a la foto de Julián, con vidrio y colgarlo encima de la cama de Ana María. Eso fue lo que encontró ella el día que cumplió sus 8 años. ¡Al fin! Gritó cuando vió el cuadro. Sí, abuela, “los héroes”, me dijeron en la escuela, siempre tienen ese destino, o bien un cuadro, o una estatua de Pietro Tenerani en la Plaza de Bolívar, como me lo explicó nuestro profesor de historia.

LECCIÓN DE CRISTO 13_10_2011


MARCOS 2,1-12: curación del paralítico

Para poder estudiar a Marcos que escribe su evangelio hacia el año 70 d.C., nos ubicamos dentro del contexto, recordando a los romanos, a los herodianos, a  los sumos sacerdotes, (las clases altas);  a los escribas, fariseos, saduceos, esenios, ubicados más abajo (clases medias); a los publicanos, leprosos, endemoniados, paralíticos, celotes, samaritanos, etc. Y resumiendo, nos referimos a todos lo que están en la “olla”, considerados como la clases bajas o repudiadas por las clases altas.
Para Jesús esta diversidad sólo le trae preocupación por los que están más abajo. El término “estar en la olla”, parece que ilustra mejor la situación para  explicar lo que mueve el  corazón de Jesús. Bueno, para un judío un leproso es rechazado, porque piensan que está así porque es un pecador y por eso tiene lepra. Un publicano, es el horror: un amigo de los romanos que trabaja para ellos. Un samaritano, es rechazado por el odio que genera la xenofobia. Hay que recordar que Jesús vive y opera libre de toda esta “caspa”.
Cuando Jesús entró a Cafarnaúm, la casa donde Él estaba se llenó de gente. Cuatro personas llevaban en camilla al paralítico al que nos referimos en el capítulo 2,1-12. Les tocó bajarlo por el techo de la casa para que Jesús lo curara.  Hay la protesta de los judíos porque Jesús le perdonó sus pecados. Es decir, el paralítico es un pecador y por eso está así.
¿Por qué reaccionan así? Porque toda la ley judía es externa, es objetiva, está en el Pentateuco, en la Torá. Para ellos el pecado no está en el interior del alma, sino afuera. Pero Jesús lo que mira es el interior. El interior es lo que contamina el alma. El paralítico, en su interior, puede ser un santo varón, pero los judíos lo ven como un pecador.
La ley de Jesús es subjetiva, mira hacia el interior del alma. Es bueno aprender que las leyes del Estado, la ética, las normas escritas en general, son objetivas. Pero Jesús busca, lo subjetivo. Y subjetivo viene de sujeto, considerado en oposición al mundo externo, o relativo a él. Lo importante es el mundo interno para Jesús. Todas las leyes externas que nos rodean por todas partes, no sólo en la legislación, sino en la vida en general, no son lo fundamental. Son buenas cuando tienen relación con las leyes subjetivas.
Es que la moral natural no tiene normas externas escritas. Se forma en cada quién  según su vivencia interior, y se constituye en lo que conocemos como persona. Ya no somos cuerpo y alma, como lo conocíamos desde los griegos, sino personas. Y persona es una unidad que no podemos separar en cuerpo y alma.
En el artículo 5 de la Constitución colombiana encontramos lo siguiente: “El Estado reconoce, sin discriminación alguna, (como si lo hacían los judíos), la primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad.
Creo que siempre tenemos una confusión grande por la diversidad de las personas que nos rodean, agregado a la diversidad de los contextos que las mismas personas forman, cuando forman comunidad.
El objetivo es que esa moral natural que caracteriza a la persona, no viva haciendo equilibrios en una cuerda floja. Tiene el ejemplo de Jesús cuando dice que lo que nos contamina, no es lo externo, lo objetivo, sino lo interno, lo subjetivo. Y si todo lo fundamentamos en el amor a los demás y a sí mismos, y lo complementamos con el examen de nuestro interior, en el ahora y siempre, ¡estamos hechos!  

martes, 11 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 19


EL VIEJITO
En un pueblito de Cundinamarca, cercano a Bogotá, hay una finca, en menos de una fanegada, con un rancho en el centro de ella, rodeado de árboles y jardines, cultivados a lo largo de muchos años. En ese ranchito había un viejito. Lo visitaban entonces, el hijo de la alcaldesa y el cura del pueblo. Iban los dos entrando al rancho por un sendero bordeado de acacias, sobre el cascajo amarillo cubierto a trechos de musgo. El rancho tenía un jardín bellísimo de margaritas, novios rojos, cactus de flores bermejas, retamas y yedras.
Al final de la entrada, estaba la casa pajiza, blanqueada, con su corredor al frente de columnas de troncos burdos, pintados de verde. Ventanas, puertas y guardaescobas del mismo color. Techos combados de bahareque. Adentro alfombras y tapetes, porcelanas, cristales, lámparas, candelabros, cuadros, mueblería pesada y liviana, una colección de fotos de antepasados en marcos con incrustaciones de plata y concha, dos espejos florentinos, un quinqué y un piano. Iban los dos y se sentaron a un lado del viejito y conversaron.
Cuando yo vivía en la Candelaria, en Bogotá antiguo, a principios del siglo XX, empezó a decir el viejito, era conocido por Pomponio, un ser curioso que respondía con groserías, si uno le gritaba: “¿Quiere queso? Pero además, como no había correo postal urbano, era el que llevaba las invitaciones de los matrimonios y las reuniones sociales, a las casas, (no había edificios),  porque él conocía donde vivía cada quién. Y se contaba que acababa con las relaciones sociales, cuando rompía una invitación para dañar amistades. Éramos dos clases sociales, ricos no tan ricos y pobres no tan pobres, y todos nos conocíamos. También éramos amigos de la Loca Margarita, un personaje muy especial, amistosa si uno era de su mismo partido. Gritaba cada tanto: “¡Viva el gran partido Liberal, abajo los godos!” El Bobo tranvías era desesperante, no hacía más que correr detrás de las Nemesias y las Lorencitas, hoy extinguidas. Eran los tranvías de entonces, cuando habíamos dejado atrás, el tranvía de mulas con aquel grito: ¡Que paren las  mulas! Y la respuesta inmediata: “No sea bruto. ¡Las mulas no paren que siga el tranvía!”. (La mula es un híbrido). La carrera Séptima del centro de la ciudad, era un club social abierto. Había que salir bien pinchado porque, como digo, todos nos conocíamos. Al Bobo Borda, mi amigo íntimo, que no tenía nada de bobo, le pasó que salió por la Septima de corrosca y zamarros, porque iba para la finca, y lo paró uno de ego subido y le dijo: “¿Desde cuándo este Bobo de corrosca y zamarros? Y el Bobo Borda, le respondió: “Desde que usted está de bastón y cubilete”. Lo dejó túmbilo, y la noticia corrió por toda la Séptima con el dicho: “Ahí está pintado el Bobo Borda”. Claro, el del ego creído acababa de heredar una fortuna. Y existía la Gruta Simbólica como lo máximo, porque como no había nada qué hacer en la ciudad dormida, a donde no llegaba nadie, (2640 metros sobre el nivel del mar, sin transporte automotor y sin aviones), y tuvo como consecuencia que se juntaron allí los poetas, para hacer poemas… Solo me sé uno, pero me da pena decirlo… Luego de un momento, el cura y el hijo de la alaldesa, le suplicaron que lo dijera… No importa que sea verde, le dijeron. Y empezó: “Cagar cuando la mierda amontonada, al culo pide por piedad salida, es carajo la dicha más cumplida, en esta vida puta y arrastrada…” Era la hora en que el viejito hacía sus gracias. Pasó un rato indefinible. Se oyó una flatulencia parecida al trueno. El cura se persignó, conteniendo la carcajada, y el hijo de la alcaldesa rió como un descostillado. El viejito también rió, y los despidió con un abrazo, que más parecía un manotazo, de carrera para el baño, y ellos partieron. Iban los dos caminando de vuelta por el sendero de acacias y el cura dijo: “¿Qué te gustó de todo esto?” El hijo de la alcaldesa respondió: “El viejito que está adentro, no cabe duda. Él es mejor que el jardín y los muebles de la casa.”  Que ninguno entenderá porque lo dijo, pues no todos los viejos tienen esa sal y ese dulce, producto de ser bien añejo el corazón y tener muy fresca el alma…“ ¡Niño! Eres muy inteligente, ¡que Dios te bendiga!” “¡Gracias, señor cura!” Y saliendo del rancho se alejaron de prisa.

lunes, 10 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 18


ÉL

Somos de Él, porque lo hemos recibido en el alma, junto con la vida y la naturaleza. Veo muchas cosas. Está el firmamento lluvioso hoy, y la ciudad está tranquila. Salgo a caminar para ver más cosas, y veo un hermoso pimiento envuelto en una enredadera de buganvil, que no es obra de un artista humano. El suelo está lleno de pepas de eucalipto con un aroma fresco y delicioso. Pero lo que más me llena son los cerros orientales, con ese verde especial que me llena el interior. Cuando he volado en avión y regreso para encontrar ese verde, lo veo como algo propio. ¿Y todo esto es tuyo? Sí, todo, porque lo recibo en el alma, y por eso lo siento así… ¿Sin IVA? ¡Claro que sí!
Todo es mío. Y hablo de sentir porque es la potente fuerza de la mente que me lo dice. Es que a veces se nos olvida que es sentir. Sentir es tener raiz en esta tierra. Me lo dice el corazón. Y cuando me llevo la mano al pecho, siento que hay una conexión con todo lo que describí antes, resumido en ese verde especial con el que tantas veces estuve con las personas que quise y que ya se fueron. Quedan atrás tantos años, y regreso con ese peso a sentir el hoy. ¿Por qué? ¿Me pregunto?
En el parque encuentro la respuesta. Allí, a donde voy cada día a pensar en sentir, me encuentro con Él.  Es indefinible, pero se parece a mí, sólo con la diferencia de que es tranquilo, va pausadamente, sin afán y se sienta en la misma banca donde suelo leer el periódico. Nunca he logrado que diga una palabra, pero yo no sé porque me parece que converso todo el tiempo con Él. Está en todo. En verdad nunca he podido mirarlo a los ojos. Talvez lo haga en la otra vida. Lo único que sé, es que me siento mejor, pienso mejor, cambio todo lo negativo en positivo. Es más cuando me levanto sé qué hacer. Aparece aquí un programa de acción, sencillo, sin arabescos, tal cual. Él me hace sentir como si yo fuera Él y viceversa. ¡Todo está claro! ¡La vida está plena! Estoy feliz porque todo lo que me rodea es un regalo. Hasta los mismos errores se han convertido en regalo. Siento la felicidad aún en el sufrimiento. Lo acepto todo como es, sin que esté opinando mi ego, y sin que medie palabra alguna entre los dos, sé que Él es mi pastor, y nada me falta. ¿Y entonces qué tipo de oveja eres? Pues no sé si mansa o negra. Lo único que sé de verdad, es que todas las ovejas vamos tras Él, en el ahora y siempre.
¿A mí me gustaría saber como es posible esto? Es muy simple. Hay un trabalenguas que me lo insinuaron sus palabras, y ese trabalenguas nos ubica en la cuestión tal como es.
YO SOY PARA TI, Y TÚ PARA MÍ,
YO ESTOY CONTIGO, Y TÚ CONMIGO,
YO ESTOY EN TI, Y TÚ EN MÍ,
PORQUE SI NO ERES TÚ, YO NO PUEDO SER YO,
Y SIENTO QUE ERES TÚ, SÓLO CUANDO ESTÁS EN MÍ.


        


lunes, 3 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 17



ÉL

Pues somos de Él, y lo somos por lo que hemos recibido en el alma y en la naturaleza. ¿Y qué hemos recibido? Miro por la ventana y veo muchas cosas. Está el firmamento lluvioso hoy, y la ciudad está tranquila. Salgo a caminar para ver más cosas, y veo un pimiento envuelto en una enredadera de buganvil, que no es obra de un artista humano. El suelo está lleno de pepas de eucalipto con un aroma fresco y delicioso. Pero lo que más me llena son los cerros orientales. Me recuerdan que nací y he vivido en la Sabana de Bogotá, con ese verde especial que me llena de admiración y afecto, cuando he volado en avión y regreso para encontrar ese verde tan especial, siempre como aquel Valle de los Alcázares, del que hablaba don Juan de Castellanos al llegar por primera vez aquí en el siglo XVI. ¿Y todo esto es tuyo? Sí, todo, porque lo recibo en el alma, y por eso lo siento así… ¿Sin IVA? ¡Claro que sí!
Todo es mío. Lo siento así. Y hablo de sentir porque es la potente fuerza de la mente. Es que a veces se nos olvida que es sentir. Sentir es tener raiz en esta tierra, territorio Muisca. Me lo dice el corazón. Y cuando me llevo la mano al pecho, siento que hay una conexión con todo lo que describí antes, resumido en ese verde especial con el que tantas veces estuve con las personas que quise y que ya se fueron. Quedan atrás tantos años, y regreso con ese peso a sentir el hoy.  ¿Pero a quién le agradezco lo vivido, lo sentido?
En el parque de Santa Bárbara, encuentro la respuesta. Allí, a donde voy cada día a pensar en sentir, me encuentro con un personaje.  Es indefinible, pero se parece a mí, sólo con la diferencia de que es tranquilo, va pausadamente, sin afán y se sienta en la misma banca donde suelo leer el periódico. Nunca he logrado que diga una palabra, pero yo no sé porque me parece que converso todo el tiempo con Él. Está en todo. En verdad nunca he podido mirarlo a los ojos. Lo único que sé, es que me siento mejor, pienso mejor, cambio todo lo negativo en positivo. Es más cuando me levanto sé qué hacer. Aparece aquí un programa de acción, sencillo, sin arabescos, tal cual. Él me hace sentir como si yo fuera Él y viceversa. ¡Todo está claro! ¡La vida está plena! Estoy feliz porque todo lo que me rodea es un regalo. Hasta los mismos errores se han convertido en regalo. Siento la felicidad aún en el sufrimiento. Lo acepto todo como es, sin que esté opinando mi ego,  porque se lo regalé a Él, y sin que medie palabra alguna entre los dos, sé que Él es mi pastor. ¿Y entonces qué tipo de oveja eres? Pues no sé si mansa o negra. Lo único que sé de verdad, es que todas las ovejas vamos tras Él, en el ahora y siempre.
¿A mí me gustaría saber como es posible esto? Es muy simple. Hay un trabalenguas que me lo insinuó Él, cuando habló de que Él estaba en el Padre y el Padre en Él. ¿A sí? Sí, y ese trabalenguas nos ubica en la cuestión tal como es. ¿Y cómo es eso? Pues así de simple:
YO SOY YO, Y TÚ ERES ÉL,
YO SOY PARA TI, Y TÚ PARA MÍ,
YO ESTOY CONTIGO, Y TÚ CONMIGO,
YO ESTOY EN TI, Y TÚ EN MÍ,
PORQUE SI TÚ NO ERES TÚ, YO NO PUEDO SER YO,
PORQUE SIEMPRE ERES TÚ, CUANDO SIEMPRE ESTÁS EN MÍ.


        


sábado, 1 de octubre de 2011

CUENTOS CORTOS # 16


LA FALTA DE IDENTIDAD

Juan y Pedro, conversaban habitualmente en un puesto de tinto y capuchino, llamado La Carreta, siempre sobre temas cotidianos colombianos.
*¿Le voy doble a sencillo a que usted no le  encuentra solución a la crisis?
*¡Ya verá que sí!
*Pero si somos un país en guerra, ¡hombre! ¡Qué no tiene pies ni cabeza!
*¡Pero que tiene huevo!
La cuestión terminó en una fenomenal gresca, con disparos al aire y la intervención de los vecinos y la policía. Hasta que Juan le pidió disculpas a Pedro, pues él lo que había querido decir no era que el país tenía huevo, sino que lo que tenía huevo era la situación actual. A Pedro le pareció tan lógica la explicación que se calmó, guardó el revólver, se sacudió las ropas y poco a poco, se fue quedando solo, pues a Juan se lo llevaron a curarle una hemorragia en las narices y un ojo negro al que le pusieron un emplasto de carne cruda.
Y como de locos se trataba  conversaban allí sobre diversos tópicos, todos graves pero sin solución a la vista, brevemente porque al sitio lo azota permanentemente un ventarrón, que en Bogotá suele traer la gripa.
Pedro era un tipo « no lector » como todos los colombianos, es decir que de libros ni fu ni fa. Sólo periódicos y a lo sumo una revista. Juan en cambio era lector habitual de toda clase libros y una especie de director espiritual de su amigo Pedro, aunque nunca logró que le hiciera el menor caso, pues su avance hacia delante era, según suele decirse, como las procesiones españolas, dos pasos para adelante y como tres para atrás. Luego de la reconciliación se volvieron a reunir otro día.
*¿Me cree tan pendejo como para creerme todas las barrabasadas que usted dice?
*Es mejor que me crea. Yo le digo que le tengo la explicación a todo esto.
*Yo necesito es ver soluciones. ¡Es que esto no se resiste más! ¿Me entiende?
 *Hoy he encontrado vestigios de nuestros problemas con nuestra falta de identidad.
*¿Qué es identidad?
*Es el hecho de ser una persona la misma que es, y no otra. Si uno es de Titiribí o de Remolinos, su raíz está allá. Imagínate que este fenómeno se inició en las clases altas  que en el siglo pasado querían ser, no neogranadinos o colombianos, sino españoles sin serlo, y luego buscaban la cultura europea y más luego en este siglo, la cultura gringa, pero nunca la propia.  ¡Imagínese usted! *¡Y yo que nací en Nocaima! ¿Nocaima? ¿estaré noqueado? ¿Qué tal que uno se delate por el gusto a los bollos de mazorca, el chirrinche, el ajiaco, la arepa de huevo, el  ...?
*¡Hombre no! Es todavía algo más peliagudo. Y me acordé de ello porque acabo de ver a Bojote entregándole la Enciclopedia de Construcción y Régimen del Castellano, hecha en España, nada menos que como regalo al Santo Padre.
*¡Y eso que tiene que ver con lo que estamos hablando!
*¡Muchísimo! Mira, la misma enciclopedia lo dice cuando afirma que la fuente primigenia de esta, es el habla popular, y los investigadores chapetones se van a recoger esta habla en las plazas de Madrid, como La puerta del Sol, la Cibeles, la Mayor, etc. Pero tampoco «mambear», además.
*¡No me digas! ¡Grave!
*Pero eso no es todo: es la hora que estos curiosos investigadores no saben que es tomar «Changua» al desayuno.
*¿Será posible?
* Bueno, los españoles no mambean tampoco, pero son los adictos de coca más grandes en Europa.
*¡Qué curioso!
*Es lo que llamamos SEPULCROS BLANQUEADOS… Se hacen daño a sí, y a los demás… pero se creen…. ¡el divino putas!
*¡Divinos! ¡Lo último en guarachas! ¡Qué cosa!