sábado, 20 de agosto de 2011

CUENTOS CORTOS # 13


ANA MARÍA
(En memoria de Emperatriz, abuela de Ana María, y madre de Julián  el soldado que murió secuestrado por las FARC, luego de 7 años en la selva.) (Ojalá los colombianos y la FARC lo lean pensado que nada justifica la violencia.) La casita quedaba al final del ruido, escondida de la gente y los vehículos. Julián la había ayudado a armar cuando estaba recién nacida Ana María. Las tejas de asbesto cemento, le parecieron a ella una especie de brujos que quitaban la luz del cielo, cuando ella en su cuarto, desde el cajoncito que le habían acondicionado para que no se moviera tanto, y no molestara a toda hora con su cirilí interminable, lo miraba trabajar bajo el sol.  Emperatriz, la abuela, la entendía. Nunca le dijo no a nada. Los límites los señalaba con una mirada asustadora, que terminaba en risa, cuando Ana María lloraba. Entonces, todo se arreglaba con un abrazo de paz y “vénganos en tu reino”, esta última, una frase que Emperatriz tomaba del Padre Nuestro, y que acompañaba subiendo los ojos al techo, para luego persignarse. Ana María, nunca preguntó por su madre, porque nunca la vió. Todo su corazón estaba en Julián su padre, que se cuadraba frente a ella, ponía su derecha en la visera del quepis, y terminaba con esta frase: “A sus órdenes mi comandante”. Ana María siempre sintió por él la admiración que siente toda mujer por el uniforme militar. Es la fuerza, es la hombría que la arroyaba desde chiquitica. Los mimos de ella a él, siempre fueron ese dardo que desinfla lo inmarcesible, y Julián termina en cuatro patas, con ella encima, andando por la casita como un asno, tan alegre y dicharachero, que terminaba lleno al final de arrumacos y chichonera. Julián pedía perdón y Ana María reclamaba: ¡Es que eres muy brusco! Emperatriz, la abuela complaciente opinaba que Ana María había vuelto papilla a un general de la República... Julián, ceñido a la disciplina protesta: “Soy soldado raso, madre”.
Días después Emperatriz se sorprende, porque Ana María le pregunta: “Abuela, ¿por qué papi no ha vuelto?” Su merced, le respondía, porque él trabaja para que tú vivas, ¿me entiendes? Pero Ana María no entendía nada. Esta misma pregunta fue hecha a lo largo de siete largos años. La pobre abuela no sabía que rollo inventarle para que no llorara, hasta que al fin llegó una foto de Julián durante el secuestro.
Fue una inmensa emoción para ella. No la beses mucho porque tus babas pueden acabar con Julián, le dijo la abuela Emperatriz, y para superar el problema, colocó la foto en el espejo de cuerpo entero que tenía el viejo armario de la bisabuela, heredado como un arcano por Emperatriz, donde guardaba la ropita de ambas, y los caramelos que se ganaba Ana María al  portarse bien y hacía las tareas. Cuando entró a la escuela del barrio, ella le preguntó a Emperatriz: ¿Por qué tan alto abuela? Para que no lo sigas baboseando. Y ella lo aceptó así. Necesitaba de Julián más que cualquiera otra cosa. Y comenzaron unos diálogos interminables con el Julián del espejo. Todos los problemas que tuvo en el colegio con las amigas, todo lo que sucedía a su alrededor era tema que Anita tocaba “in extenso”, mientras Emperatriz, detrás de la puerta acompañaba con esas lágrimas desgarradoras que sólo salen de lo profundo de un corazón de oro.
Cuando llegó la noticia de la muerte de Julián fue uno de esos días que no se borran, porque suceden cosas totalmente fuera de lo común. Que un personaje en la zona de distensión se entere de eso, y luego salga por la prensa, es totalmente inesperado. Y que luego lleguen los hijos de Emperatriz a las diez y media de la noche a contarle, pues es inexplicable, fuera de toda rutina.
En la casita todos lloran a Julián, menos  Ana María que a esa hora duerme en su camita, arropada con todos sus muñecos. Emperatriz la mira como si estuvieran sus ojos metidos en una piscina. Madre no llores así que vas a despertar a la niña. Emperatriz no supo como lo hizo, y tal vez Ana María lo supo, porque nunca había visto llorar a la abuela de una manera tan desgarradora. Tu papi está allá arriba, le dijo una noche de Luna llena. Pero ella estaba furiosa con él al principio. ¡Como te vas y nos dejas! Y luego de un tiempo de hablar con la foto del espejo, le pidió por lo menos una explicación, y la abuela le dijo que volviera a hablar con su papá, que el secuestro no es su culpa. “Hazlo como lo has hecho durante tantos años”. Es más, en una noche de Luna, salió al balconcito de su cuarto, se acostó con sus muñecos mirando al cielo, y le dijo: Papi, nunca te vamos a dejar de quererte, aunque te hayas ido sin despedirte. Mis muñecos y yo vamos a trabajar duro, para que el secuestro se acabe y haya una manera que permita sentir a todos en el barrio la libertad, lo que yo y mis muñecos sentimos por ti. En esas pasó la luz en ráfaga de un meteoro y Ana María sintió que era la respuesta de Julián: ¡Está bien! ¡Dejémoslo así! Pensando que era la respuesta de él.  “Todas las noches de Luna voy a salir aquí a ver que me dices, pero no seas tan tacaño. ¡Con una luz en el cielo que pasa en segundos no me vas a pedir perdón!”
¡Ana María!, la llamó Emperatriz. La abuela sabía en las que andaba. ¿No te parece que es mejor que Julián esté allá y no en la selva? Y mira, en Colombia, hoy los héroes son los que ponen la dignidad por encima de la vida… Ana María entró del balcón, saltó al regazo de ella y se durmió profundamente feliz… Ella soñaba que su padre era un cuerpo celeste, que algún día vendría por ella. Jamás se imaginó la soledad, porque siempre lo tuvo en el corazón. Se despertó a los pocos días con ese cuento. Y cantaba: Sí, ¡Papá es un héroe! ¡Y está en el cielo!

lunes, 15 de agosto de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 15_8_2011


Destinados a la gloria

Romanos capítulo 8, versículos 18 y siguientes. La imagen de nuestro destino es la del parto, que nos lleva a una nueva vida en Cristo. O bien el tema del bautismo que nos conduce a ser nuevas criaturas, porque hemos muerto al mundo, para resucitar con Jesús, y porque nuestra salvación es una esperanza que no se ve, porque una esperanza que se ve, no es esperanza. Por esto nuestra salvación tenemos que mirarla con paciencia. Es un trabajo diario al lado de Cristo. Él nos acompaña, pero no puede hacer más que estar al lado nuestro.
Si estamos en el Japón, antes del tsunami, lo único que puede hacer Él, es acompañarnos. El Abba Padre creó unas leyes físicas y naturales que se cumplen, no porque esté molesto con nosotros, sino porque el universo está regido por ellas, y así está dispuesto por ley natural, establecida Él.
Nuestro libre arbitrio, si somos inteligentes, es que debemos andar con Él, pues sabemos que la esperanza es un futuro, y al final de ella estará Él, si hemos seguido su camino, imitando su vida con su palabra, palabra que debe ser siempre nuestra única verdad.
Esta es la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, que viven en su libertad, como sus hijos. Este es el Espíritu de Dios que habita en nuestros corazones.
¿A qué estamos predestinados nosotros? A ser como fue Jesús en vida. A estos, sus hijos, Dios los ama según sus planes, que consisten en hacer realidad la esperanza bienaventurada al final de nuestra vida.
La esperanza cristiana se funda entonces en que sabemos que en todas las cosas interviene Dios, para bien de los que le aman. Tomando en cuenta que nos va a ayudar en las cosas buenas y nos va a perdonar en las malas. Así pues, en la esperanza cristiana todo termina bien, porque todo termina en Dios.

La predestinación nuestra es que Jesús va sufriendo con nosotros, consciente de nuestra debilidades y fallas. Por este motivo, Él se encarna en nosotros por medio de la Eucaristía, para vivir plenamente nuestro destino. Nos perdona, pero también nos anima a ser como Él, para afrontar nuestras tragedias diarias. Con Jesús en nuestro interior, tenemos un motivo para vivir, por más que estemos con un sufrimiento máximo, como el que vivió en la Cruz. Lo repetimos, con Jesús tenemos esperanza viva. Fuera de Él, y sin fe, simplemente iremos a la tierra de donde salimos, pero no volaremos al regazo de Dios.
Sabemos además que todo contribuye al bien de los que aman a Dios. Y si Dios está con nosotros, está claro que vamos a ser salvados al final, siempre y cuando no hayamos fallado a su palabra, a su camino, a la vida en Jesús, sea cualquier nuestro destino trágico o doloroso. Todo lo supera nuestra constancia o perseverancia en Jesús.
 San Pablo dice al final (Romanos 8, 31): “Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?
 

domingo, 7 de agosto de 2011

CUENTOS CORTOS # 12


El cuento de la otra vida

Iba paseando por Hacienda y me encontré con Paco. Un tipo de esos que presume de científico, y como todos los científicos, presume además de ateo, como si eso le diera credibilidad a su cuento. Porque todos andan con su cuento. Y este se basaba en el astrofísico británico Stephen Hawking, luego de que saliera su último libro: “El Gran Diseño”.
En verdad, la suficiencia no es muy agradable para tomarse un capuchino en el Juan Valdez del centro comercial Hacienda. A uno le parece que la conversación va estar jartísima. Bueno, pero Paco tiene algo agradable y es la carcajada prendediza, que aparece en cualquier momento, con la pendejada que se presente.
Hace unos días le había preguntado por los agujeros negros, pensando que lo corcharía. Y evidente, hizo una cara trágica, como le ocurre a esas personas cuando las cogen en flagrancia. Le dieron ganas de llorar esa vez, y se fue despavorido. ¡Pobrecito!
Ese día, en cambio, me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Me sobé, pensé. Y así fue. Mira me dijo, eso lo descubrió Einstein con la teoría de la relatividad, y duró hablando media hora al respecto de Einstein y de Hawking.
En resumen, yo lo miraba fijamente, pero en realidad estaba dormido, suspirando luego de cada sorbo de mi capuchino. Entendí, entre sueños, que la luz no es sólo ondas, sino que los fotones son partículas, y que cuando el cuerpo celeste tiene mucha gravedad, las partículas no salen, y entonces el cuerpo queda como un agujero negro, haciendo el oso en el cielo.
Paco se fue y quedé solo, íngrimo, y yo no sé por qué, me acordé que cuando Paco habló de Hawking, dijo claramente que la creencia en la otra vida era un cuento de hadas… ¡Imagínense! ¡El horror! Al rato apareció Jesús sentado en la mesa, y yo quedé verde con ese pensamiento de Paco. ¿Y ahora que hago?
Mira me dijo Jesús, tu eres muisca, campesino, de los que aman la naturaleza, y saben cuando va a llover, sin consultar con el IDEAM. Ahora que has descubierto los agujeros negros, te quiero contar lo que pienso. Imagínate, cuando estás en la verdad tienes luz, irradias luz, alumbras el camino y vez al fondo una fuente de la luz primigenia, la del Dios creador.
Cuando ves a esos hombres que no creen, que son ateos gracias a Dios, tienen un agujero negro en su interior, y por eso la luz no sale. Paco te asusta por eso, porque te encuentras con la oscuridad cuando estás con él.…
Mira, dijo Jesús, con mucha autoridad, un agujero negro u hoyo negro, es una región finita del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden escapar de dicha región. ¡Huy, Jesús! Me sorprendes. ¿También eres científico? Se rió igualito a Paco, y todos los presentes se rieron. Sin hablar… como es Él… me hizo ver que el agujero negro sirve como un símbolo, para conocer a las personas ateas, como Paco. No generan luz, como decíamos, porque viven prendidos a las cosas materiales. Esas cosas materiales le impiden a la luz que tengan en su interior manifestarse hacia fuera, debido al ego hinchado.
Entonces el cuento de la otra vida, no puede verse si tienes un agujero negro en el interior. ¡Así de fácil! Y Jesús se paró riéndose como Paco. Me dijo que iba para Valmaría, en Usaquén, al seminario de los eudistas. Concluyó, allí estudiamos la otra vida… Bueno, no es vida humana propiamente. Es vivir sin los límites del espacio-tiempo.
¡Jesús, no te vayas! Le grité, pero Él no hizo caso. Y El Gran Diseño de Hawking quedó convertido en una pintura abstracta. Paco recogió la idea y se la pasó a Pepa, una pintora que expone en la galería la Localidad de Usaquén, a donde llegué luego de unos días, a ver lo que me pareció en diseño una expresión sin agujeros negros, más bella que el libro de Hawking.

viernes, 5 de agosto de 2011

LECCIÓN DE CRISTO 4_8_2011


LA VIDA DEL  ESPÍRITU
Romanos 8, 1-17. Ya no pesa condenación alguna sobre los que viven en Cristo Jesús. Porque la Ley del Espíritu vivificador me ha liberado por medio de Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte.
Pues lo que era imposible para la ley, a causa de la debilidad humana, lo realizó Dios enviando a su propio hijo, con una naturaleza semejante a la del pecado. Aún más, lo hizo víctima por el pecado, y condenó el pecado a través de una naturaleza mortal, para que así los que vivimos, no según nuestro desordenados apetitos, sino según el Espíritu, cumplamos los preceptos de la Ley en plenitud.
Porque los que viven según sus apetitos, a ellos subordinan sus criterios. Pero los que viven según el espíritu, tienen criterios propios del Espíritu.
Ahora bien, guiarse por los criterios de los propios apetitos lleva a la muerte. Guiarse por los del Espíritu, conduce a la vida y a la paz.
Es que los criterios que nacen de nuestros desordenados apetitos, están enfrentados a Dios, puesto que ni se someten a su Ley, ni pueden someterse.
Así pues los que viven entregados a sus apetitos, no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no viven atados a tales apetitos, sino que  viven según el Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, es que no pertenece a Cristo.
Ahora bien, si Cristo está entre ustedes, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, el Espíritu lo revive por la fuerza salvadora de Dios.
Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús dentro de los muertos, habita en ustedes, el mismo Espíritu que resucitó a Jesús dentro de los muertos, hará revivir sus cuerpos mortales por medio de ese que habita en ustedes.
Por tanto hermanos, estamos en deuda, pero debido a los apetitos por vivir según ellos, porque si vivimos según esos apetitos, ciertamente moriremos. En cambio, si mediante el Espíritu damos muerte a las obras del cuerpo, viviremos. Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Pues bien, ustedes no han recibido un Espíritu que los esclavice, para  caer de nuevo en el temor, sino que han recibido un Espíritu que los hace hijos adoptivos, y nos hace exclamar  “¡Abba!, Padre”. El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar  testimonio de que somos hijos de Dios.
Y si somos hijos de Él, también somos sus herederos y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con Él, glorificados.